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« Previous Page Table of Contents Next Page »difíciles días de esta guerra, así como durante el conflicto Coreano que le siguió.
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Dada la política de ace. camiento de los Estados Uni~
dos hacia latino América, tal como se presentaba en 1950, no hay duda que un cambio en el arreglo estructural de las economías latinoamericanas, un cambio en su compo~
sición econ6mica-social, implicaba ahora, necesariamente, -como Cuba lo ha indicado vívidamente- una ruptura drástica con 10$ Estados Unidos y su política tradicional hacia sus vecinos al Sur Al menos que los Estados Unidos cambien rápidamente y pongan en reverso su actitud ha~
da Latino América, las relaciones entre las dos áreas no podrán sino deteriorarse aun más. Este es, precisamente, el caso cuando se consid~ra que los Latinoamericanos mismos están determinados a cambiar sus sistemas socio· econ6micos. Es obvio también que un empeoramiento do las relaciones de los Estados Unidos con Latino Amé– rica crearía a su vez dificultades adicionales para las eco· nomías mismas de latino América puesto que estas están íntimamente ligad~s a los Estados Unidos. Algunas repú· blicas embarcan casi todos los productos de sus mo"ocul~
tivos a los Estados Unidos, mientras gran parte de ellas dependen de los mismos Estados Unidos para la venta de la mitad d$ sus exportaciones. Los Estados Unidos son también los principales suplidores de materias primas in~
dus.. iales, productos semi-manufacturados, maquinaria y frecuentemente, aun productos aUmenticios que paradó. ¡¡camente, algunas de las repúblicas agrarias de Latino América no producen en cantidades suficientes para sa.. tisfacer la demanda local. El grado de monocultivo y la concentraci6n de las importaciones y expo'rtillcfones a los Estados Unidos se muestra claramente en la Tabla l.
Sí, por otra parte, los Estados Unidos cambiaran su actitud hacia Latino América -y quizás se vean forzado!) a ello- y si los Estados Unidos ayudan a Latino AmériCA a resolver algunos de sus problemas agrarios, le ayudan a dive'rsificar su producción y a industrializarse, con el objelo de absorber la enorme fuerza laboral desocupada que e;¡ciste en la mayoría de las repúblicas y que presenta un definido problema económico, entonces habrá espe· ranzas que exista un futuro crecimiento y que esto suce.. delá con mucho menos violencia de la que se espera. Con un positivo apoyo de parte de los Estados Unidos es tamo bien posible que todas las transformaciones necesarias de tipo estructural serán menos repentinas V menos dramá· ticas que l¡Js que fueron en el caso de C~ba. Intensificar la ayuda Europea, principalmente en la forma de inver· sión de capital y de compras crecientes de productos La~
tinoamericanos, sería muy beneficioso pára Latino Amé~
rica.
Aparentemente en el proceso histórico del desarro– llo económico de latino América, los Estados: Unidos omitieron completamente darse cuenta que, después de un período latente en toda América latina durante el si.
910 XIX Y principios del XX, el área despertó a una nuo' va vida vigorosa de economía, política y cultura nacio– nalmente orientadas Mientras antes de la Segunda Guerra Mundial en algunas repúblicas comenzó • perfi. larse unta sociedad industrial que arroiaba los restos de un pasado feudal y de un tutelaje extranjero que por tanta tiempo habla permanecido en el camino del progre
so, los Estados Unidos comenzaron a descuidar el área Latinoamericana cuando menos lo deberían haber hecho Los forjadores de la política norteamericana aparente. mente pensaron que sería inconcebible que el industria_ lismo prosperara y que 'el comunismo llegara a ser una amenaza para Latino América
Sin duda alguna este trastorno radical que está to. mando lugar en _Latino América merece un cuidadoso análisis y era pel,groso para los Estados Unidos no haber reconocido los cambios que estaban sutediendo. Desde que la revolución Cubana ha puesto el problema de La.
tino América es el patio trasero de los Esta~os Unidos, los políticos norteamericanos, los comerciantes, y los eruditos hombres de letras encontrarán imperativo informarse acerca de los desarrollos en el Sur, y al menos que ellos adquieran una comprensión de las verdaderas fuerzas mo~
trices detrás de la revolución Latinoamericana, las dos áreas pueden dividirse permanentemente en dos campos opuestos, como ha sucedido al presente a Cuba y los Es. tados Unidos
Mientras Latino América podría, sin duda, sobrevi· vir sin la amistad y ayuda de los Estados Unidos, el cre~
cimiento del Hemisferio Occidental nunca sería incre· mentado ,por una súbit~ y completa ruptura de las relaciones económicas entre las dos áreas. Los lazos eco· nómicos están profundamente arraigado$ para no c~usar
considel able daño a Latino América si el comercio con los Estados Unidos se interrumpiera. De allí la necesidad de comprender el problema del desarrollo Latinoameri· cano, puesto que en el pasado el ritmo de crecimiento de su etonomía ha est~do íntimamente ligado a las condi~
ciones prevalentes en los Estados Unidos. Además, las relaciones Cubal1o~Norteamericanas -una situación que en el presente indica la posibilidad de una enemistad la.
tino~Norteamericana de inde~inida duración- también indica que el tiempo ha pasado para que los Estados Uni~
dos sólo hablen de Ipromesas en lo que respecta a imple– mentar su ayuda a Latino América. Mientras, por ejemplo, los Estados Unidos han estado proclam.ndo su disgusto por los dictadores y su comprensión de los an· helos de las masas latinoamericanas, su completo rec"azo de la revolución Cubana es una absoluta negación de ta.. les proclamaciones. Naturalmente, la actitud de los Esta~
dos Unidos no desalienta a los Latinoamericanos en la persecusión de sus metas. Cuba en particular indica hasta dónde ellos están deseosos de realizar la política de su revoluci6n económica y su independencia por la que muo chas de las repúblicas han estado luchando desde que arrojaron el yugo de 'Es.paña.
Que la peor reacción hacia la poUtica Norte~Latino·
americana haya sucedido a sólo 90 millas de los Estados Unidos, sólo nos viene a demostrar cuán poco estos sa~
bían -y probablemente cuán poco les interesaban- sus vecino!; inmediatos, V acerca del desarrollo de Latino América. El hecho que en el verano de 1960, la Organi· zación de Estados Americanos, y la República de México en particular, no estuvieran del lado de los Estados Unidos en la condenación de los principios básicos de la revolu– ción Cubana, es una prueba más de la detelminaci6n de Latino América de cambiar su organización a pesar de la oposición de los Estados Unidos. Des9raciadamcnte, esta oposición norteamericana hacia un cambio en Latino América, si no es Iprontaménte retractada, forzarla a ésta
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