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Bajas de la Guardia Raso !gnado Hernández :#: 4029 - Muerío Tres heridos

Bajas de los rebeldes Ocho muertos Muchos heridos

Equipo perdido 2 rifles Rrag

80 cargas de municiones 2 mulas

1 rollo de frazadas 1 magazine BAR vacío

* * *

Equipo capturado 2 rifles Krag

23 cargas de municiones Krag Utensilios de cocina 2 bombas de dinamifa 50 yardas de tela

(f) CECIL H. CLARK Comandante de Patrulla

El Sauce, Nicaragua. - 27 de febrero de 1932. - Querido Robeds:

Alwell y yo y nuestra patrulla llega– mos al escenario del encuentro de Clark, cerca de Caracol a las 0832. A los quince minutos Huichcroft y veinte alistados de Limay en unión de Mar±ínez y diez alis– tados de Achuapa, llegaron también. Atwell y yo cubrirnos El J acote antes de llegar al Caracol y encontramos todas las casas desierfas, hombres, mujeres y niños se habían ido. Pensamos que los rebel– des bajo Umanzor se los llevaron para que no pudiéramos obtener información algu. na. No vimos a nadie.

Después de una larga búsqueda di– mos con el cadáver del Guardia muería, Ignacio Hernández. Había sido removido de donde Clark había informado que es– taba al otro lado del camino, en una ci–

ma, bien escondido. Enterramos el cadá– ver y marcamos la tumba. El cuerpo es– taba en tan malas condiciones que no lo pudimos traer. También encon±ramos el cadáver del guía de Clark. Es±aba toda– vía en el escenario del encuentro sobre el camino con una nota que decía: "Campo de Operaciones miliíares de la columna expedicionaria No. 8 del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua. -. Febrero 25 de 1932. - Esta es la suerte que los espera, perros, hasfa un pie de tierra les niegan. - Capitán José Paredes. - Patria y Libertad. - General y Jefe Expedicionario. - Juan Pablo Umanzor".

Cubrimos el área al rededor del es– cenario del encuentro y los caminos que conducen a él. No encontramos rebeldes mueríos debido al hecho de que habían sido llevados. Umanzor y su grupo vol– vieron al siguienfe día muy de mañana del 25 para hacer eso. Hay indicios de varios heridos, además del muerto que Clark reportó . Encontramos unas burdas angarillas cubiertas de sangre. No creo

que hayan estado afros jefes además de Umanzor, pero sin duda alguna le acorn– pañaba un grupo numeroso. El sitio de la emboscada es malo. Una faja de te– rreno de 150 a 175 yardas a lo largo de una cañada con riberas altas a arnbos la– dos y cubierlas de espesa maleza. No ha– bía protección alguna para la patrulla. Incluyo plano. {Ver Pág. 75).

Encontrarnos la mula que le mataron a Clark. Una bala le entró bajo el ojo izquierdo y el rebelde que le disparó no estaba más allá de unas 15 a 20 yardas de ella

No hay duda de que Clark y su pa– trulla estuvieron en un terrible aprieto. El grupo rebelde eslaba apostado en las cuestas a ambos lados del carnina por unas 150 yardas y estaban a coria dis– fancia. No había protección para la pa– trulla. Hay indicios de que Clark atacó el flanco izquierdo que sin duda alguna era el más fuerte de las líneas rebeldes. Los rebeldes a la izquierda del camino tenían rnás fácil escape y estaban más cerca de la patrulla. Restos de una bom– ba rebelde se encontraron al extremo oriental de la emboscada, la que aparen– temente rnafó al guía.

Espero junto con los oficiales, tener la oportunidad de ver a Clark para felici– tarlo por su espléndido trabajo Un vis– tazo al lugar de la emboscada es sufi– ciente para dar una idea de la desespe– rada situación en que se encontraban. Solamente extraordinaria presencia de ánimo y absoluto control de los hombres hicieron que Clark saliera del atolladero.

y dar el golpe que dió, lo que hizo de manera encomiástica En la posición en que se encontraban él y su patrulla es sorprendente que no haya ±enimo más se– rias bajas, considerando el fuego cruzádo constante a que fue sometido y la difícil posición de su ataque -cues~a arriba-o

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