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técnicos en extensión rural y al agricultor para que sepan hacer uso de los descubri_ mientos científicos y poder llevarlos a la práctica, en las tierras del hemisferio.

Porque así como la ciencia ha reducido el índice de mortalidad, también ha encon– trado medios para incrementar... la produc– ción de alimentos utilizando la misma super– ficie de terreno y con menor esfuerzo. Pero hay que vencer aquellos fadores que van en detrimento del productor: topografía, y cli– ma adveisos, terrenos áridos, minifundios, etc.; y cuando la tierra y el clima son más favorables para la producción, la carencia de métodos modernos, maquinaria y crédi– to, pueden limitar la producción.

Detrás de esta admirable y excepcional escuela hay una Junta de Directores, presi– diendo la cual se haya Francisco de Sola, de El Salvador, asistido de Miembros Directivos de la talla de Thomas D. Cabot, de Cabot Corporation, Boston, Mass.; George P. Gard– ner JI'. de United Fruit Company, Bostori, Manss.; Dr. J. George Harrar de Rockefeller Fundation, New Yrok City; J. R. Kimberly de I<imberly Clark Corp., Neenah, WisC.i Dr. Stacy May, de Rockefeller Brothers Fund., New York CitYi Jorge Mejía del Banco de Bo– gotá, Colombia; Dr. Henry Allen Moe del New York Historical Association, New York; Galo Plaza, Quito, Ecuador; Dr. Wilson Po– penoe, Antigua Guatemala; G. E. Putnam, Jr. de the First National Bank of Boston, Bue– nos Aires, Argentina; Dr. J. Wayne Reitz de University of Florida, Gainesville, Fla; Char– les L. Stillman de Time Inc., New York; John W. Weeks, de Central Aguirre Sugar Co" Boston, Mass.

Tan importantes personalidades están prestando su apoyo junto con las Corpora– ciones y Fundaciones que generosamente han venido financiando la obra. La Escue– la está completamente bajo el control de esa Junta de Directores, ninguno de los cuales es miembro de United Fruit Company. Por lo tanto, la Escuela es una institución autó– noma.

En 1941 el señor Samuel Zemurray y la