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presentes, y ha hecho al Gobierno que presido una serie de recomendaciones, como puntos de política que se debe adoptar para que los revolucionarios depongan las armas y renazca la tranquilidad pública con el imperio de una paz justa y generosa.

Entre esas recomendaciones figura la de que la Corte Suprema sea reconstituida tal cual funcionaba antes de que el Congreso hubiera desposeído a los Magistrodos que fueron elec– tos en Diciembre de 1924. Se cree que el paso del Congreso, al destituir a los Magistrados y al leponerfos con otros nuevamente electos, ha violado la Constitución y desquiciado la fábrica del Poder Judicial que descansa sobre la irrestricta independencia del Alto Cuerpo que lo dirije

y regenta. Se cree también que es impo~ible obtener la poz en los términos a que he hecho re– ferencia, mientras esa violación subsista, haciendo inconsistentes los derechos civiles los Ni– caragüenses.

Efectivamente la indeoendencia del Poder Judicial es necesaria como base de consisten–

cia para el buen Gobierno 'de toda República. Sin elfo, la propiedad no está asegurada, y el capital, en lugar de concurrir para vivificar nuestro comercio de nación civilizada, huiría de nuestro territorio, alejando las posibilidades de desarrollar nuestras riquezas nacionales. Aun– que sea doloroso confesarlo, no puede lino negar que el acto del Congreso destituyendo por sí, sin seguir de previo un juicio en que reca/fera sentencia condenatoria, a los Magistrados que actuaban en virtud de una elección legítima, ha herido la independencia judicial que no pue– de subsistir mientras quede formando jurisprudencia, viva y latente, la acción del Congreso arrogándose la facultad de destituir Magistrados sin causa legal. Sentado como principio ese antecedente, la Corte Suprema podía ser variada según la voluntad de los Representantes del Pueblo, entraría de lleno en el vaivén de los juegos parlamentarios, en que prevalece la polí– tica, y caída a ese plano, perde'ían los Jueces la libertad de acción y de pénsamiento que es

indispensable en los que imparten justicia y distribuyen el tuyo y el mío.

La actual Corte de Justicia está informada por Abogados distinguidos sobre cuyo recto criterio nadie pone sombro ni duda. El carácter personal de cada uno de los Magistrados es

capaZ' de garontizar la Justicia en cuanto dependa de su propia ac~uación; pert¡) el. Poder que integran, como colectividad, ya no es independiente sino que aparece subordinado al otro Po– der, el Legislativo, que p!.Jede rentenerlos o despedirlos de sus puestos como empleados de su

dependencia. Nadie mejor qU? los mi,smos Magistrado~, est9rá en aptitud pqrg comprender la delicadeza de esta argumFntac ón, y nadie más. que elfos, por tanto. tiempo ..han figurado ho– norablementé en el despacho de la Justicia, pueden también apreciar la necesidad y la urgen–

cia de reconstruir el Alto Poder Judicial en la plenitud de su prestigio y de su aUtonomía. Al enfrentarme como Presidente de la República a la necesidad de restciurar la P¿i:' so– bre esas bases de estabilidad no he podido menos que contemplar mi deber de estudiar y ayu.– dar en la posibilidad de los med os de mi Poder a resólver ese punto esencial del programa ó

que he hecho referencia dI principio de esta carta. Creo de mi deber hacer lo exposición dé los hechos ante la Corte Suprema de Justicia, exponerle el razonamiento que apoye el parecer del Ejecutivo a favor de la reconstitución de la Corte Suprema, en la forma de su piÍstima legiti– midad en su respectivo período constitucional. Y en cumplimiento de esas obligaciones me di– rijo a Ud. para que sirva de digno medió ante la Corte a fin de insinuarle la necesidad de que contemple el grave problema con la serenidad de que ha dado tantas pruebas, solucionándolo por si misma, en el sentido de devolver a la institución la plenitud de su ind2p:mdencia. Con el mayor respeto para el Alto Tribunal, para cada uno de los Honorables Señores Ma– gistrados, y muy especialmente para Usted, Señor Presidente, hago esta exposición actuando en la difícil y delicada tarea de restaurar la Paz poniendo a mi patria en condición de marchar por los caminos de la tranquilidad hacia un positivo progreso.

Con la más alta consideración manifiéstonie del Señor Presidente, obsecuente servidor,

(E) ADOLFO DIAZ

Presidente.

Mayo 15 de 1927.

l:xcefencia:

Con' el objeto de que los Elecciones que deben pradicarse en Nicaragua en Odub":e de

1928, según su Constitución, para la elección del Presidente de la República y de los M'embros de su Congreso Nacional, sean enterámente libres, honestas e imparciales y no se presten a

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