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entusiasmado él rnisIno con la idea, y así se lo hizo saber a su mujer Hasta muy avanzada la noche dis– cufieron el asunto y ambos resolvieron por correr el riesgo de la aventura.

Al día siguiente comenzaron a dar los pasos ne– cesarios para incorporarse a la emigración Se jun– taron cinco matrimonios, que como el del señor Mo–

llar, fenían hijosl siete hambres solferos y una joven también sollera

El entusiasmo de los expedicionarios, acuciado por los huenos infonnes de los cOInisionados, no des– mayó a pesar de que el Gobierno dan~s no quiso darles ningún apoyo, antes bien les hizo saber que el paso lo daban ellos por su propia cuenta y riesgo.. sin responsabilidades para el Gobieulo. Ellos, sin etnbar_

go, confiaban en las promesas del Gobierno de Nica– ragua

Por fin, en un día del :mes de Junio de 1923, se embarcaron en Amberes y después de un mes de na· vegación desembarcaron en Corinto. Allí les espera– ban los cotnisionados. mas notaron que no había nin– guna representante del Gobierno de Nicaragua, cosa que les exirañó sobremanera.

Los corn.isionados les informaron, empero, que el Gobierno les había prometido dar acogida hasia tres mil daneses, y que hasta entonces había cumplido fie1rnente lo prometido.

En Corinto se les arregló iodo 10 relacionado con sus pasaporles y papeles de inmigración y después de dos días de esos ajetreos burocráticos, parlieron

por ferrocarril a Managua l costeado el transpone por el Gobierno.

En Managua fueron alojados en el Hotel "Rosa Blanca" e inmediatamente notaron la buena clase de comida que se les servía y la abundancia de las vian– das A la señora Mollar le llamó la atención la forma de servirles el banano~ frifo y condimentado con ca– nela.. cuando ella estaba acosiutnbrada a comerlo cru–

do. Un día. a la hora del opíparo alm.uerzo~ pidieron

Doña María, LilIy y Gunnar cuando aún vivían en Dillarnalca

conocer a la cocinera, y al serles presentada, la aplau_ dieron con entusiasmo, única fonna que tenían de ex–

presarles la admiración por su arie culinario y el agradecimiento por su esmero en agradarles

Después de permanecer unos cinco días en Ma~

nagua, les fue concedida audiencia con el Presidente don Diego Manuel Chamarra Sólo uno de los comi~

sionados hablaba español y fue éste quien sirvió de intérprete en la entrevisia Don Diego les habló de 1a.s buenas posibilidades de éxito para aquellos que qu.i– siesen hacer de Nicaragua su segunda pafria donde encon!ralían, por Su dedicación y esfuerzo, la sólida prosperidad que les ofrecía un país rico en tierras agricolas Todos quedaron bien impresionados de la. prestancia señorial del Presidenie y de sus buenos deseos por el feliz éxi±o de la inmigración danesa Inrn.ediatarn.en±e se comenzaron a hacer los pre~

paraiivos para el traslado de los recién llegados de

Managua a. Ma±agalpa Por ese tiempo los medios de transpode eran rudimeniarios y el que se usó para el viaje fue el primifivo de la carreta Seis días duraron en el viaje Por las noches donnían en hamacas col~

gadas de los árboles a la orilla del camino, o de los pilares

ti horcones de las casas de campo cuando lo~

graban pasar las noches en mejores condiciones Co– mían 10 mejor que podían, añorando las viandas del Hoiel "Rosa Blanca", o aquellas, más ricas aun por el recuerdo y la nostalgia, de sus casas de Dinamarca. Por fin llegaron a Matagalpa a principios del mes de Agos±o y fueron alojados en las casas. desocupa~

das entonces l que ahora son propiedad de don Otio Kuhl y la familia Navarro. El Hoiel "Bennúdez" se encargó de proveerles la alirn.entación, costeada ya

por los nüsmos inrn.igrantes, quienes habían recibido los ochenfa dólares ofrecidos por el Gobierno de Ni~

cSlagua

Los propietarios del Hoiel se encargaron de con– seguirles los medios para transportarse a la región del Río Blanco que los originales comisionados habían escogido corno la mejor para fincarse El medio es– cogido en esta ocasión, COtnO el más apropiado para el trayecto, fue el de mulas. Don Eudoro Mantilla y

don Enrique Smifh facilitaron las bestias necesarias Había comenzado la época de las lluvias, mas el de±enninado empeño que les animaba, no desmayó

por esa circunsiancia Cargaron sus ropas y enseres, montaron las cabalgaduras y ern.prendieron el viaje Fue dura y penosa la travesía Los caminos quebra~

dos, fangosos y difíciles Los cuerpos molidos, las piernas adoloridas y maltratadas por la falta de cos–

tumbre a esa clase de tnedios de transporte,:

Lllegaron a San Ramón donde Se encontraron con unos norteamericanos, la familia Fraumberg, quienes les insinuaron no confinuar el viaje con las familiBsl que las dejaran en Mafagalpa y que sólo los hombres

se internaran a la montaña. Ninguna de las mujereS aceptó la insinuación y ladas prefirieron seguir a SUS

maridos y arrostrar con ellos los peligros

Después de descansar en San Ramón continuaron

el viaje hasta que llegaron al Río Guabule, donde se

alojaron en casa de la familia Alm, que tenía allí su residencia en una hennosa hacienda que habían for–

mado luchando contra la jungla.

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