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producto que por el .umenlo de producci6n. Ningún esfuerzo se ha hecho para extender las ¡plantaciones o aumentar la cosecha de las actuales en est05 último:s años.

lEn realidad es una lástima que no se empezaran nuevas

plantaciones hace unos años; es cierto que hay un poco de peligro al recomendar nuevas plantaciones a esta:s al ..

turas, sin embargo, el riesgo debe tomarse para asf po·

der fortalecer toda la economía. El café de Nicaragua tiene un alto grado de aroma y es un café especial pal a usarse en las mezclas con Hpos de café más á·speros de otros países. A la larga, el mercado para este tipo de ea·

nicaragüense promete sel' muy favorable".

Lo único constructivo en materia de café que hemos

vislo por parle del Gobierno, ha sido la Ley Max del año 1940, por la que el Banco Nacional de Nicaragua con· cedía créditos por tres años para incrementar la produc– ción. Realmente, este Plan Max, casi siem.pre tuvo la

oposici6n del Minislerio de Hacienda de la época y sus beneficios fueron demasiado limitados.

En 1950, a' crearse el Inslitulo de Fomento Nacio. nal (INFONAC) se concedió a la induslria cafelalera pla. zos de tres a cuatro años para la renovación y fertiliza .. ción de cafetales.

En 1960, el Banco Nacional eslableci6 una nueva dis– posición para incrementar el cultivo de la variedad de

café llamado IICaturra ll

,

la que es altamente productiva, y la de IIMaragogipe t

', concediendo créditos hasta de cinco años para la I enovación de cafetales viejos por el de estas variedades.

La iniciativa .privada, por su parte, contribuye al pro– greso cafetalero con la moderna instalación de una plan– ta de Café Soluble, la más poderosa de Cenlro América, elaborando Un producto de primera calidad que ha leni. do gran aceptación, tanto en los mercados da los Esta– dos Unidos, como en los de Europa, y que, posiblemen–

te, llegará a solucionar el ,problema de nuestros modes... los excedenles de café.

A pesar de estos esporádicos rayos de es.peranza, debernos de reconocer que la realidad es dura. Nuestra

~aficulturB no ha tenido planificación, ni orientaci6n, ni técnica. Los adelantos modernos no se han aprovechado para su eficaz desarrollo. El esludio de suel"s, dimas y

bosques, no se ha tomado en cuenta. Los datos de la

ferlilidad polencial de los terrenos, para asr poder apro– vechar las zonas de mayor o menor capacidad de ,produc– ción, no existen o han sido pasados por alto. No ha ha. bido selecci6n de las áreas más adecuad",s. El ag'Í<ullor ha hecho lo que buenamenle ha podido, y a pesar do tantas deficiencias, según nuestro censo de 1960, sola. mente con relaci6n al factor altura, cinco mil manzanas

de café serían marginales ya que están sembradas a me– nos de mil pies de allura y producen 14 mil quinlales de café, o sea un poco menos de tres quintales por man. zana.

Nuestro Ministerio de Agricultura, con su exiguo pre4 supuesto, no podrá nunca ponerse a la altura de las exi. gendas de la época. Nos urge un Institulo de Invesliga. ciones del Café, que con un grupo de Ingenieros Agró~

nomos, genet!icistas, botánicos, citólogos y especialistas en el cultivo del café, nos formule un plan arm6nico da acción, en el que se tomen en cuenta las variedades más

productivas y de más .lta c.lld.d, asl como también, que haga el debido esludio de los suelos y de las zonas más adecuadas.

En cuanto al transporte, según el censo de 1960, el

58% de nuestro café se mueve a lomo de mulas para po– der llegar a las ciudades o él los centros de beneficio, lo

que nos da una idea de lo que una situación de esa na. tUI aleza enrarece el producto, por lo periudicial que es tanto ,para su expansión, como para su recolección, y ei periuicio que recibe su calidad, periuicio que, induda_

blemente, contribuye al baio predo que se nos paga por nuestro producto. Este promedio nacional de caminos de herradura, se eleva en la zona norte al 80%.

De nuestras 9,600 fincas cafeteras, con una área de

790,000 manzanas de cultivos varios y de tierras de re– serva, únicamente están plantadas de café 130 mil man~

zanas, o sea el equivalente en extensión a dos ranchos ganaderos de la zona del Departamenlo de Chonlales. De esle número de fincas de café, el 56% de las planta. ciones tienen un promedio de extensión de 20 a 500 hec– láreas, y siendo el 33% de la lolalidad de las fincas de una extensiión que oscila entre las 20 y SO hectáreas, lo que nos indica claramente, que el café es ¡producido por pequeños planladores y no por las grandes fincas como erradamente se cree.

Pensamos que es muy bueno que Nicaragua desa– rrolle una agricultura divetsificada, pero meior sería que nos especializáramos en 100s cultivos que tenemos hoy, ya que es penoso seguir en tanta ignoranCia agrícola. También debemos saber que el 80% de nueslros caficultores son todavía analfabetos, que viven en gran atraso, con viviendas, higiene y alimentación Gompleta– menle deficienles. Lamenlable "iluaci6n a la que debe ponérsele fin.

Resumiendo: ni los cafelaleros, ni el ¡¡slado, han da. do la importancia que se merece a la industria cafetera. No se ha lomado en cuenla que el 40% de nueslras di, visas de exportación se las debemos al café; que 200 Inil personas viven del Iproducto de las cosechas; ni se ha tomado en cuenta que el renglón más costoso de su producción es la mano de obra y que por eso es tan trascendental para el país el mantenimiento de su pre~

cio, ya que cualquier baja del mismo afecta directamente el nivel de vida de nueslra poblaci6n.

Solamente cultivamos 130 mil manzanas de café, cuando podrlamos ser el pars de más grande y más alta producción en Centro América, dadas las grandes reser– vas de fierras pro.picias para su cultivo y las facilidades que nos prestan las zonas central y norte para producir cafés de las mejores calidades.

Las deficiencias administrativas y la timidez de nues~

tros caficultores, han sido la causa de no poder compe-– tir, en mayor escala, en el aumento de la producción mundial de café. Sin embargo, concurrimos a firmar to– dos los acuerdos internacionales propiciado's por los or– ganismos de los grandes ¡países productores del Conti– nente, mas concurrimos completamente desnudos de ideas, planes o proyectos a entregar, ciegamente, el fU4 turo de nuestros hijos.

En estos precisos momentos tendremos que enfren– larnos a la frIa y cruel realidad: el Gobierno de los Esla-

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