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« Previous Page Table of Contents Next Page »Llegamos hasia el bahareque menciona– do después que el Rey y la Reina pasaron sa– ludando a uno y airo lado del pasillo, y allí nos esiuvimos con la Reina y los príncipes y
pl.:'incesas y los ofros invi±ado~ con sus es.posas,
rriieniras el Rey se manienla como alslado Recuerdo que la Reina de Egipto ienía rubíes incrusiados en las narices, y que el Presidenie de Liberia, un negrito de iez fina, llevaba una argolla airavezando el labio superior.
Todo aquello nos pareció muy inieresan–
te, tanio a Lastenia
COn1.0 a roí y pasarnos unos
raios agradables con iodas aquellas genies
Después de la recepción nos regresamos a
Francia Y nos fuimos a los baños de mar en
Dauville, donde con.curren muchos ingleses y
llevan a cabo carreras de caballos y hay ioda clase de juegos de azar. De Dauville pasarnos
a Biarritz, oiro paseo de mar francés, y por úl–
timo a San Sebastián, en ierritorio español
De allí pasarnos a Madrid con el objeio de preseniar credenciales anie el Rey de España,
no sin visitar, antes de salir de Francia, la Gru–
ta de Nuestra Señora de Lourdes. En el trayec– io a Madr>d visiiamos Toledo y su famoso AJ–
cilzar que había de tener, años después, fania
resonancia con la famosa defensa del General Moscardó Cuando llegam05 a Madrid nos en– contrarnos con que el Rey no estaba en la
Cerie y aun cuando pen:nanecírnos en esa ciu–
dad corno por un mes el Rey no llegó y enton–
ces resolví regresar a Nicaragua
Nuestro regreso a la Patria lo hicimos pa– sando por los Esiados Unidos, habiendo de– sembarcado en New York, donde permaneci– mos por unos pocos días para después reem– barcarnos para San Juan del Sur.
Al llegar a Granada nos hicieron una
gran manifestación, aunque El Diario Nicara–
güense en su Editorial la consideró inferior a una recienie que había habido en esa ciudad en honor del General Mancada.
El editorial de don Pedro Joaquín Cuadra Chamarra, (q e. p. d.) Direcior propietario
de El Diario Nicaragüense, no m.e hizo ningún
buen efecio y pensé que posiblemente el edi– torialis1a creía que yo venía con el espíritu dispuesto a luchar en contra de la candi– datura del Dr. Carlos Cuadra Pasos, en lo que estaba completamente eq'tiivocado
Durante nuestra permanencia en Europa,
mi esposa y yo habíamos considerado la posi– bilidad de la candidaiura del Dr. Cuadra Pasos y habíamos convenido en que yo le daría todo mi apoyo, caso de que saliera él designado por el Partido. Sin embargo, el editorial de El Diario Nicaragüense por un
lado, y algunos otros incidenies que ocurrie–
rOn aquí en Managua, por otro, no me dispu–
sieron el ánimo muy bien para llevar adelan– te mi propósito de apoyar la candidatura del Dr. Cuadra Pasos.
Una vez que fui a visitar al Presidenie Díez, yo iba dispuesio a manifestarle la acep– tación de Carlos como candidato, mas des-
Genelal EMILIA~O CHAMORRO
graciadarnente, al llegar a la casa de Adolfo, Carlos estaba en conferencia con él Cuando les anunciaron mi llegada y mi deseo de hablar con el Presidente, Carlos salió de la pieza y me dijo que antes que viera a Adolfo deseaba él hablar conmigo. Le manifesié mi agrado de conversar con él y nos sentarnos a hacerlo.
En el curso de la conversación Carlos me
manifesió que Adolfo estaba decidido a apoyar su candidatura y que en caso que yo
no hiciera lo znisnl.o los axnigos que yo fenía
en el Gobierno serían retirados de sus puestos
Esta amenaza rne provocó una reacción vio–
lenta, y sín pérdida de tiempo le manifesté que no le apoyaría y que bien pod1a llevar
a cabo su represalia en contra de rnis amigos¡
en el Gobierno.
Cuando eniré a hablar con Adolfo ya iba resuelío a no aceptar la candidatura de Car– los. Todavía creo que si ésie no hubiera
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