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" nos plCpaIalOn en Managua nn lecibimiento apoteósico muy difícil de iguala)"

que me acun- ía instaron a las personas que me lodeabi:l.n para que se apartaran y me perrni– lieran respirar aire fresco, y uno de ellos trajo un poco de vino de consagrar el que ITle ofre–

ció con mucha solicilud y el que yo torné. A

poco ra:lo logré recuperarme y continuar en la

manifestación hasta llegar a la casa que nos

tenían preparada, que no es otra sino la que

aC±ualnlente ocupa don Emilio Meléndez, en la intersección de la 4' Avenida y la 5' Calle N.O.

Una vez e11 Managua llevé a cabo el pro– pósi.to que había rnadurado en México de

apoyar la candidatura de un candidato libe– ral el que había de ser escogido por mí de una Jisia que rne presentarían los Liberales Independientes y después que hubimos fir– mado un Convenio en el que uno y otro Par– lido, el Conservador y el Liberal, estipulaban

las condiciones en que entraban a formar

parte de una alianza polHica.

,rarios nombres se barajaron, todos de

personas de reconocida honorabilidad, para buscar ,mtre ellos al candidato de los partidos histól'icos Se escogió al Dr. Enoc Aguado, pro– minente liberal, abogado de indiscutible pro– bidad profesional y miembro muy apreciado en los circulos políticos y sociales.

La candidatura del Dr, Aguado obtuvo una TnUY buena acogida y en propaganda de

la misma recorrirnos con éxito casi iodo el

país Yo acompañé al Dr. Aguado a varias

partes y sieIT\pre mantuvimos relaciones muy

cordiales.

Tuve oportunidad, corno digo, de acom–

pañar al Dr. Aguado a varios Departamen±os

en giras políticas y siempre quedé comple– tamente satisfecho de su agradable compañía

y de su conducta y valor personales, aún en los casos de peligro corno el que nos sucedió

cuando ibamos a entrar en la ciudad de Nan–

daime, donde Se nos tenía preparada una

turba que se nos lanzó encima, y de la que

nos pudimos librar gracias a la presencia de ánimo del Dr. Aguado

El candidato que se nos opuso, no fue

esta vez el General Somoza, sino el Dr Leonar–

do Argüello, el que no obstanie de gozar de

alguna simpatía en el país, por -razón de su

posición corno candidaio oficial perdió mucho de esa simpatía, y el día de la elección sus

filas esfuvieron vacías de votantes Sin embar~

go, en el escrutinio que se hizo salió victorioso por una inmensa mayoría, aunque después el mismo General Som.oza se rnofaba de esa

mayoría y calificaba de ridícula la votación, del Dr, Argüello.

Por fin llegamos al día de la elección, ~>n

que desde muy iernprano se vio la supen o '

ridad numérica de la oposición, en que el

pueblo estaba depositando sus votos a favor de la candidatura Aguado. A nü me corres– pondió ir a depositar el mío en el Cantón de la Número Uno y llegué en el mismo momento

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