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« Previous Page Table of Contents Next Page »Salimos de Managua junto con el Dr. Luis
~. Debayle esa misma tarde después de la se– sión, Y pasamos primero por una finca que SoIl\oza le había comprado a los hermanos Za– ¡nora, donde vimos un ganado que estaba re– cién traído de Bastan. Eran unos preciosos animales. Después nos fuimos a Santa Aniía y allí vimos un ganado Nelore. Estando en Santa Anita él intentó iniciar una conversación sobre sus propósitos de reelección pero no re– cuerdo por qué :moiivo, quizás por alguna in– terrupción que tuviera, o porque ca:mbiara de parecer, el hecho es que nO lo hizo abieda– ¡nente. Yo, sin embargo, le hablé de la cues–
fión Illunicipal, especialm.en±e en los Illunici–
pios reconocidarnen±e conservadores en los
que él estorbaba la actuación de los Alcaldes de nuestro Pariido, los que no podían desarro– llar bien sus trabajos :municipales, porque
nombraba Tesoreros que eran adversos al
Alcalde.
En esa ocasión me prome.tió que procura–
ría establecer la uniformidad en las Alcaldías conservadoras y así lo hizo en Granada, donde el Alcalde don Horacio Guzmán tuvo un Teso– rero conservador con el que pudo desarro– llar algunos trabajos en beneficio de la comunidad.
Considero que hasta aquí he llenado :mi propósito de dar a conocer los principales acontecimientos que durante :mi vida se han sucedido y en los que he to:mado pariicipaci6n directa. Con lo escrito creo dar por ter:mina– das :mis Me:morias.
Por supuesto que hay en ellas :muchas omisiones de hechos y personas, principalmen– te de :militares que tuvieron figuración impor–
ian±ísim.a en acontecimientos que tuvieron lu–
gar en el lapso cubierio por aquellas. Por ejemplo, al hablar de los ho:mbres de Mana– gua, olvidé referirme a la figuración que tuvo el Gral. Alejandro Cárdenas, don Gonzalo So– lórzano Robleto en su capacidad de Director de Policía de esta ciudad en :mi segunda Ad–
ministración, época en que se requería Il1ucha
actividad y sagacidad para descubrir, sin ne– cesidad de recurrir a las torturas, las conspi–
raciones que mis adversarios políticos trama–
ban en contra de :mi Gobierno, alentados y compelidos por Mr. Lawrence Dennis, Encar– gado de Negocios de los Estados Unidos en Nicaragua.
El General Roberto Huriado no iiene en mis Me:morias la verdadera figuraci6n que su brillante espada tuvo en los sucesos de mi vi– da. La caída de Mena, de seguro, no hubiera sido posible sin la energía y valor del General Roberto Hurtado. Los triunfos de Cosigilina no Se hubieran obtenido sin la intervención va– liosa del General Carlos Rivers Delgadillo, Gral. Orlando Rosales, Cnel. Ra:món Fajardo Sequeira. Y así co:mo esa :misi6n hubo otras muchas de la que no :me fue posible hacer un fiel relato. Los generales Adán Vélez, Anasta– sio Toruño, Salvador Reyes, Luis Zelaya, Juan Francisco Fonseca, Félix P. Espinosa, Domingo
Argüello, Tomás Vargas, Pedro Marenco, Coro– nel Sebastián Argüello Alvarez que :murió co–
rno un héroe en Yucapuca y muchos oíros que se me escaparon y escapan de la m.emoria me– recen especial xnención, así corno la iznporian–
te Columna del Norte, comandada por los ge– nerales Nicolás Baquedano y Leonidas Vane– gas, que se llen6 de gloria al derrotar co:mple– ta:mente a las importantes fuerzas So:moteñas y al Gral. Si:món Artola uno de los generales de :mayor presiigio en el Padido Liberal.
Yo no he pretendido escribir una obra de filosofía política, ni de historia de Nicaragua, ni siquiera la historia de los partidos políticos del país. Yo, si:mplemente, :me he ocupado de
narrar los hechos en que personalmente he in– tervenido. Mis Memorias, sin embargo pueden
ayudar a escribir la Historia de Nicaragua du– rante ese período que cubre un poco más de :medio siglo.
Antes de ter:minar quiero hacer especial
rnención de que a causa de mis inquietudes
revolucionarias, me ví, en diversas ocasiones,
en dificul±ades tan serias que sólo por la bon– dad de algunas personas y fa:milias pude sal–
varme de caer en Inanos de mis adversarios
políticos. Por eje:mplo, cuando en 1897 vine al
Cerro Momhacho con una expedición militar,
fue la fa:milia de don Marcelino Marenco la que tomó a su cuidado el ayudar a la éxpedi–
ción y a mí el evitarme caer en poder de
las fuerzas del Gobierno del General Zelaya.
En otras ocasiones se me evitaba el caer prisio– nero al fracasar algún movimiento revolucio– nario, como el de la Mina "La India", ocasión
en que debo a don Ernesto Mariínez Uríecho el haberme salvado del inminente peligro en que estuve de ser prisionero del General So– :moza, quien públicamente ofrecía hasta 50,000 c6rdobas por mi captura o porque se le die–
ra razón de mi paradero. En oira ocasión fue
don Orontes Lacayo quien me alberg6 en su hogar, eviíando así el que cayera preso.
También quiero hacer mendón especialí– sima de los dociores Carlos Cuadra Pasos y
Joaquín Vigil, quienes se hicieron acreedores
de mi gratitud por la brillante defensa que hi– cieron de mí ante el Congreso y ante la Corie Supre:ma de Justicia, para evitar el que fuera desaforado del cargo de Senador de la Repú– blica y condenado a ser confinado a Blue– fields. Si es verdad que no se pudo evitar esa
condena injusta que cayó sobre mí, no se pue–
de, por eso, desestimar la esforzada labor de tan noiables juristas, a lo que hay que agre– gar la generosidad de ambos al no querer aceptar re:muneración alguna por fan labo–
riosa intervención.
Por úHirno, quiero expresar mi agradeci–
miento a mi fino a:migo. don Joaquín Zavala Uríecho por la acogida que dió a mis Memo– rias en su i:mporíante REVISTA CONSERVADO– RA Y por el es:merado empeño que puso en su publicación. Expreso también :mi agradeci– :miento a todas las personas que se interesaron y me instaron para que hiciera este trabajo
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