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« Previous Page Table of Contents Next Page »El Salvador en la batalla de Nam.asigüe, dio protección decidida al doctor don Prudencia
Alfaro, ienacísi:rno revolucionario.
Al efecto, se preparó una gran expedición,
form.ando parte de ella iodos los presidiarios
de la Penitenciaría, a quienes se les ofreció
indulto de su condena: era jefe de esos presi– diarios, Justo S01ls (a) Buey.
La expedición m.archó sobre El Salvador, tornó el puerío de Acajuila y la ciudad de Son–
sonate. Mas observando los nicaragüenses que
pocos salvadoreños se acercaban a engrosar
las fílas de Alfara, quien soñaba que los pue–
blos se levantarían a su favor, viendo COlTI–
prometida su situación, dispusieron regresar y
reembarcarse juntamente con los jefes revolu– cionarios, Alfaro, Julián Irías, el General Ma–
nuel Rivas y nuestro popular general Chorizo o sea Onofre Silva.
Irías iba corno delegado de Nicaragua, el cual quedó a bordo del vaporcito nacional de guerra El Mom.otombo.
Esta invasión pirática causó gran escán–
dalo en Centro América, México y Estados Uni– dos e Inglaterra, a uno de cuyos súbditos le tornaron Urias lanchas de gasolina.
A no haber mediado lo mejor de la socie– dad salvadoreña, que disuadió al gobierno,
habríamos fenido una desastrosa guerra inter–
nacional, la que debernos decir que la deseá–
bamos en Nicaragua, para ver si por ese me–
dio salíamos de Zelaya.
Figueroa procedió sin embargo con cordu~
ra, no haciéndole la guerra a Zelaya.
Mas los emigrados salvadoreños y guate–
roal±ecos se esforzaron en hacer creer a Zelaya
que El Salvador preparaba expedicíones y se lo demostraban con cartas fingidas que ha–
cían llegar a sus Inanas.
Entonces se resolvió a enviar otra expedi– ción en naves pequeñas que salieron de Poto... sí, en Cosigüina, con rumbo a La Unión. Pero
no llegaron juntos los barquitos y además en los parajes adyacentes a dicho puerío había tropa salvadoreña lisia, por cuyo motivo fra–
casó la expedición.
Tenaz Zelaya, arInó otra, casi en el rnisIno punto, pero fracasó porque buques america–
nos surtos en el Golfo de Fonseca, la de–
tuvieron.
Dem.ás está decir que El Salvador y Gua temala estuvieron con el arm.a al brazo du'
rante. varios Illeses, esperando invasiones po;
doqulera.
Este malestar no habría tenido lugar ..
como no hace mucho dijiInos, estas repúbli~a~
hubieran dado apoyo eficaz al general Bonilla
A consecuencia de estas piráticas e:xpe:
diciones, las quejas de las repúblicas occiden. tales contra el filibusterismo nicaragüense Se reagravaron y los Estados Unidos trataron 'en. tonces de poner remedio al mal.
No le faltó su parte a la República de Cos–
ta Rica, en este ir y venir de expediciones. Pe.
ro para dicha para aquella república, fracasó la que le envió Zelaya, encabezada por don Federico Mora.
En lo que se diferenció esta de las que en. vió a las repúblicas occidentales, fue en el qUe al imponerse Zelaya del seguro frácaso de la
expedición, puso en conocimiento del gober~
nante costarricense, que le llegaba una expe_
dición revolucionaria.
Con respedo de los Estados Unidos, la si– tuación de Nicaragua fue gravísima.
Se dijo y después se confirmó la noticia de que, debido a la expedición de Acajuila y
las dos m.ás que fracasaron, que la gran re.
pública pensó en desembarcar tropas y depo– ner a Zelaya, para lo cual invitó al Presiden!e
Díaz, en MéxicoI pero que no habiendo con·
sentido este gobernante, la idea no se realizó
La ~ituación com.ple±a de NicarQ.gua, con
respecto· a Norte América, la verernos magis·
tralmente descrita en la nota que el Secre!a– rio de Estado, Philander C. Knox, pasó el 2 de Didembre de 1909 al Encargado de Negocios de Nicaragua, doctor don Felipe Rodríguez, al
cortar. sus relaciones diplornáticas con esíe
país
interior y exteriormente, pues, la situación
era gravísima antes del levantamiento de ls Costa y se deseaba un cambio de gobierno, pe–
ro un cambio radical, que consolidase la paz,
e hiciese renacer la tranquilidad pública 'y
privada, que había por completo desapareci– do de la patria nicaragüense y del suelo Cen–
iroarnericano
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Será idiosincrasia de los tiranos y de las
tiranías, toxnar corno blanco de sus odios a to–
do aquello que de algún modo sobresale en la sociedad, ya sea por la sangre, por la foríuna o por el talento? Sucederá en lo socíal lo que acontece en la naturaleza, que los grandes hu– racanes descargan sus iras sobre los robles y cedros seculares, dejando sólo en pie a los pe– queños arbustos?
J..a revolución francesa, modelo el rnás
acabado de tiranía, la Comuna de París, arro– llaron en su turbión desolador todo lo mejor de la Francia.
No procedieron de otro modo, Rosas en Argentina, Guzmán Blanco en Venezuela, el doctor Francia en el Paraguay, Rufíno Barri~s
en Guatem.ala y José Santos Zelaya, en NI–
caragua.
No se contentó con subir al poder para gobernar el país, sino que parece haber subido
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