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.rOSE CORONEL URTECHO
REVISTA CONSERVADORA se complace en presentar este ELOGIO DE LA COCINA NICARAGüENSE que es un anticipo del libro REFLEXIONES SOBRE LA HISTO– RIA DE NICARAGUA (DE GAINZA A SOMOZA) de nuestro colabora90r don José Coronel Urtecho, cuyos dos primeros tomos están ya elí prensa y aparecerán el próximo mes de Junio. Esta magnífica obra que constará de varios volúmenes, posiblemente sea el primer intento de pensar nuestra historia.
Ya es de lo mío significativo el s610 hecho d. que exista una cocina nicaragüense. Hay algunos paIses, so.. IIre todo entre los formados por emigrantes de muy dive,..
sa procedencia, que no se pueden ufanar de una cocina
digna del nombre
II nacional", o sea, una cocina propia, vernácula, COn cltrácter originl1J", Los Esfados Unidos son
el eiemplo más c"nocido de esto. Con la excepcl6n de
Nuev~ Orleans que debe a sus orígenes franceses, espa· ñoles y africanos bien combinados, así como .. sus viejas relaciones Con el Caribe, una excelente "Cuisi"e Creole" los Estados Unidos nunca se han puesto por encima del eterno "frled chicken" de los pueblos del Sur o de los socorridos "ham an/eggs" del resto del país, que ni si.. quiera se distinguen por su originalidad. Pa,a comer co, mo es debido en ese gran país, hay que ga~tars. una fortuna en restaurantes franceses, italianos, alemanes o
~hinos -se encontrarán en Nueva York de todas l•• na·
~Ionalidades imaginables incluyendo la nicaragUense– .i no se quiere consumir de carrera los preparados comer– cilles que pisan pbr comida en automáticos y cafeterfas
Q, peor aún, en farmacias y tiendas. Aunque,la industria– Iizlci6n y la eorrespondJente comercializaci6n de 'odas
liS funciones humanas, principiando por la nutritiva, ha. yan empeorado las cosas en los Estados Unidos hasta el extremo de que parezcan ya sin remedio a los entendidos, no balfarfa esto para explicar la inexistencia de una cocí– na norteamericana. Esta nunca ha existido porque nunca se ha dado tampoco la unidad espiritual necesaria para el florecimiento de una cultura popular, colectiva, arraiga .. da en el suelo nacional. Los brotes culturales de ciertas comunidades sectarias parecen haber sido débiles y ais, lados, sin influencia ninguna en la masa del pueblo nor– teamericano. La cultura del yanki, más todavía que la del sureño es en sumo grado individualista, enteramente personal y privada. Se deriva, sin duda, de la actitud re.. ligiosa del .protestante, algo que se conquista en la sole– dad del esplrilu, aisladamente de la naturaleza circun– dante y sin profunda relación C9n una comunidad sodal determinada. Ese no es, desde luego, el ambiente propi– cio. para que logre brotar del suelo una cultura popular ¡ugosa y con ella una cocina nacional o por lo menos re– gional. El puritano, por lo demás, era frugal, y descon– fiaba de los place,es de l. mesa c.si tanto como de los
otr~s ploc.res c.rnales. El norteamericano que sabe. gus-
tar de la buena mes., lo ha aprendido en Europa, en la América latina o en otra parte, cuando no en los restat,J– ranles exlranjeros de su pals. Pero el resto de I.s f.mi. lias norteamericanas, por lo menos un elevado porcenta¡e, ignoran en absoluto el arte de comer. Gastronómicamen·
le hablando son analfabetas.
En cambio un pueblo pequeño y pobre como el ni· cuagüense, creó su propia cocina, con los ingredientes
lo aídos de España y los aportados por los indígenas de la tierra, mezclados en (!I caldero de su econornra tiánguica, porque precisamente se form6 como pueblo en el seno de una cultura colectiva de caracteres originales. Hay una frase de un escritor francés quo se ha popularizado por· qua resume en dos palabras II~ situación: "Une cuisine? Voilá une politesse" Donde hay. una cocina nacional es porque existe una cultura. Hoyes frecuente hablar da una cocina trpica. Se la equipara a 10,5 otros banales pin– toresquismos de un pars, con los que se espera atraer al turismo y sus d6lares. Afortunadamente no es su tipismo lo que distingue a la cocine nicaragüense, como tampoco al pueblo, ni a Nicaragua, sino su autenticidad, el ser, ce>– rno estos, ex.presi6n de una misma realidad. lo Upico es lo propio visto con oios de extran¡ero. Lo auténtico es lo de uno cuando se mira con los propios oios.
Vista con oios nicaragüenses, la cocina de Nicaragu~
es tan auténtica como cualquiera de las que existen. lt:Ji que realmente importa es su e':Cistencia, la cual es indu– dable para el nicaragUen~e y está a la vista del extranjero que haya vivido en Nicaragua el .tiempG suficiente para tomarle gusto a la comida del pars o lo contrario. Es aquella una inconfundible cocina mestiza, cuyos antece– dentes hispánicos e indígenas y aun africanos sería fácil establecer en un estudio detenido. Pero también son ta.. les su calidad y variedad que no bastarla conocer los el..
mentas b~hicos inicialmente entrados en su composici6n, para explicarse IU carácter y menos su significado en l. historia o, si se quiere, en la sodologla del puéblo nlca– ragüf;mse. Este creó una cocina original tan abundante como rica, hecha a imagen y semejanza del tiangue nica: regUense. Est', naturalmente, emparentada con las dó
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