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Tengo las armas e incontinente saigo tal día, precisando la fecha. Como se promenó fue cumplido y el 6 de Febrero de ese año, a las

11 p.m. partió de Amapala el general Sáenz con destino a San Juan del Sur, en una go– leta fletada con 800 rifles, 25 cajas de tiros, dos líos de arma blanca y abundante provi– sión de boc,~.

. Esa expedición que valía lo menos 50,000

pesos no costó un centavo a los coparfidarios. El destino marca en el reloj de los tiempos la llora de la oportunidad y aunque algunas ve– ces al é.lUdaz la fortuna ayuda casi siempre los esfuetzos inoportunos van marcados con el sello del desastre. Así sucedió: la estrella de Zelaya, aún no se había eclipsado y la nuestra permanecía en el ocaso. Los emi" grados no pudieron salir de Costa Rica para tornar el puerío de San Juan del Sur y al lle– gar la expedición a la costa indicada, no apa– reciendo señal convenida ni pudiendo hacerse el desembarque sin la cooperación prometida, por sólo constar de 15 hombres la tripulación del barco, número reducidísimo para un asal– to sin tener otras combinaciones, hubo de re– gresar no a Honduras que ya estaba vencida, sino a las costas de El Salvador.

Allí el desastre fue un drama sangriento, cuyos pormenores se omiten, por fgrrnar par– te de las Memorias del General Sáenz que él publicará oporiunamente.

Tendrá de acción militar la expedici6n indicada? Sí: su alcance habría sido terrible para Zelaya. Supóngase todo el ejército de Zelaya en Tegucigalpa y más de mil hombres en la frontera de Costa Rica que habrían se– guido al general Montiel, sin pensarlo siquie– ra. Ese ejército apoderado de San Juan del Sur, ya con las armas que la expedición naval porlaba, habrían lanzado el grito de libertad marchando a paso de vencedores sobre la ca– pital y demás plazas indefensas, porque tales combinaciones habrían sido tan rápidas, que Zelaya no habría podido darse cuenta de ellas y cuando hubiera dado el grito de alarma si su ejército de Tegucigalpa volvía la espalda, sería la desbandada porque así es el ejército Centroamericano, audaz y terrible para la car– ga flojo y cobarde para la retirada.

VETERANO

Por estas palabras de Veterano y algunas

otras más, me hace suponer que éste sea el ge– neral Jersán Sáenz.

"J. D. Gámez, Delegado del Poder Ejecu. cufivo en Rivas, en uso de sus facultades, de. creta:

1 9 -Organízanse partidas volantes de ca. ballería, que batan a los merodeadores donde quiera que los encuentren.

2 9 -Decláranse fuera de la ley a dichos merodeadores. En consecuencia, los jefes eJ{. pedicionarios pasarán en el acto por las ato mas a todos los que sean aprehendidos.

3 9 -El militar o funcionario público qUe entorpezca el cumplimiento de este decreto, será tenido como traidor y juzgado con el ri·

gor de ordenanza.

6 9 -Los propaladores de noticias alarman. tes serán castigados guberna:Hvamente can

mul±a de 50 a 200 pesos y golpes de varas, si fueren reincidentes y varones.

7 9 -En igual pena incurrirán los que ocul· tena los culpables de sedición.

J. D. GAMEZ".

Los arfículos 4 9 y

59 que fal±an señalan un término de días para que los merodeado– res se presenten con sus armas a cambio de perdón y garantías.

Los merodeadores a quienes se refiere e1

úkase anterior, eran los revolucionarios de Febrero, que huían por los montes.

El ofro decreto, del que no hubo ejemplc en Cuba ni en Armenia, fue expedido por e' Jefe PolHico del Departamento de Granada

y es del horroroso tenor siguiente:

"Juan José Pablo Bodán, Jefe Polífico de Departamento de Granada, en uso de las fa

cultades de que se halla invesfido, decreta:

1 9 -Toda persona de cualquier sexo, resi dente en el cerro de Mombacho, debe recon centrarse a esfa población o a la que elija dentro de 4 días de publicado el present, decreto.

2 9 -Los contraventores a esta disposici6r serán considerados como enemigos, y en te caso, pasados por las armas.

Granada, 18 de Marzo de 1898.

JUAN J. BODAN".

FIN