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LA CONTRIBUCION DE NICARAGUA ALA INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

MANUEL PEREZ ALONSO, S. J.

Presuntuoso y aun absurdo puede parecer a primera vista el solo título de este artículo, y sin embargo, es. tan desconocido el tema que su misma ignorancia jU!ltifica huta cierto punto la desconfianza del lector. Aun la afir· mación más general de que los EE. UU. es parcialmente deudor al mundo hispánico de su propia independencia es para muchos, sin exceptuar los mismos americanos, noticia fresca por no decir quimérica. Así lo reconoció una comisión del Senado Americano en 19S4 al afirmar que ya era tiempo de conocer la verdad hi~t6rica respec– to a la deuda de gratitud que el pueblo a~éricano tenía contraída con España 'i dejar de ,pensar que toda la ayu· da dada a la Revolución Americana provenía de la gene– rosidad francesa. (1) Y no olvidemos que a fines del siglo XVIII Nicaragua, igual que el reSto de Hispanoamé. rica era España. Nicaragua, al igual que Cuba, Santo Do.,',ingo, Puerto Rico, México y Venezuela junto con la España peninsular fueron fichas más <. menos decisivas en eSll grande estrategia militar que dio su independen. cia a las Colonias Británicas nacidas a la vida política con el nombre de Estados Unidos de Ami!rica. El pueblo americano así lo reconoció en aquellos mismos dras y

mostr6 su gratitud a España tanto oficial como privada. mente, pero el tiernpo por su parte y la apatía española -lenta en vindicar para sí la parte que le correspondía– hizo olvidar la generosidad española y dejar el campo libre a la alabanza francesa,

Ambas naciones, Inglaterra y España, poseía n a este lado del mar inmensos territorios y aunque su régimen político era distinto, la condición social y econ6mica de ambas colonias era muy semejante, España no necesita· ba de grandes luces para comprender que los aprietos en que se encontraba entonces la Gran Bretaña serhm muy pronto problemas propíos de sus mismos dominios ame– ricanos, y por eso no obstante su anglofobia, tenía que proceder con mucha cautela y mostrar en el mejor de los casos una estricta neutralidad. l6gicamente no podía ac– ceder a la invitación de su aliada Francia, de unirse a ella

(1) El Comité de 1a8 FUerza8 Armadas de los Estados Unido,_ Be refería al

al hecho con estas »aJBbras: uS p8 in h,UI mllde II.n offer of frlendshlp and tI!t,ociation. Jt 1s not tbe tlrat time tltBt Spain haR come to the

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9 to Oetabcr 11. 1953 af the Contmittee on Armed Serrina Umted

States HouBe af Reprellpntativ~ Under the Authorlty of H. ReS_ 126. W8&1hinatof'!. Gov. Prlnt. Off. 18U, paae 14.

en la lucha abiertamente contra Inglaterra, reconociendo a los rebeldes americanos. Esto último, sobre todo, impli– caba una contradicción muy profunda: España era el poder colonial más fuerte del mundo. Su alianza con los angloamericanos llevarían dentro de sí la aceptación i",pll– cita de una futura independencia hispanoamericana que entonces estaba muy lejos de otorgar. Y por eso resistió tenazmente las halagadora invitaciones y constantes pre· siones de Versalles y Philadelphia. El talento diplomáti. co de sus Ministros de Estado y de su Embajador en Versalles, el Conde de Aranda, le haría encontrar un ca– mino intermedio en que sin aliarse abiertamente con las Colonias, les proporcionaría una ayuda eficaz, (2)

1 - España Simpatiza con la Revolución

En un punto no era nada ambigua la Iposición espa– ñola ante Inglaterra: su falta absoluta de simpatía por el gobierno de Londres', Presentes estaban en la mente de todos los españoles las constantes depredaciones sufridas en sus propios territorios ultramarinos y en su comercio marítimo por mano de ingleses, pero más que todo ahí estaba Gibraltar clavado como una espada en el propio. corazón de España. El sentimiento de esta ofensa y la razón de la "prudencia poUtica" se disputaban el camino a seguir.

Pa.ra Francia, en cambio, la mejor manera de recupe· rar sus laureles ,perdidos era imponer a Inglaterra una devastadora derrota. Conforme a los principios mercan– tilistas de la época el modo más certero de arruinar a Inglaterra sería privarla de sus colonias, y asl, si el mOa vimiento independentista para ayudar a los angloamerica– nos podía realizarse a través de e,nvíos s.ecretos de armas, pertrechos y dinero, era el deber de los estadistas fran· ceses encontrar inmediatamente el camino para hacer estos envíos, Beaumarchais, músico y compositor, ban– quero y cortesano asumió repetidamente el papel de propagandista de la causa, y bajo la hábil dirección del agente americano Arthur Lee comenzó a bombardear la cancillería de Versalles con diversos memoriales apte. miando a dicho gobierno a socorrer prontamente a los americanos, No necesitaba mucha ,presi6n para seguir este camino el Ministro de Estado Conde de Vergennes, de suerte que doblegado por la presión combinada de Vergennes y Beaumarchais, consinti6 Luis XVI a 2 de

f2) Para un tratamiento más amplio de este eonflleto dlplomlitico véase:

Jban F. VeJo UtrlUs. ESPAña ante la Independtncla de 101 E.tac!ot' Unid... Lfrlda. un. a volo, .

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