Page 79 - lista_historica_magistrados

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OCTUBRE 8

Ayer a las 5 p.m. salh'hos del rancho a pie. Tuve que hacer el para mí fafigosísimo viaje de nuestro campamento al lugar que llaman Los Manzanos, allí tomamos las bestias. Juan, José es nuestro guía. To– ña, q1-1e se queda, dice qufi' mañana Ile juntará con nosotros. Hacemos creer a' los mozos que vamos a Costa Rica; pero dudo que los hayamos engañado. Antes de salir de Los Manzanos me cuenta Carlos Ben– daña que por una carta del Licqo. Padilla a San'mel Telavera (éste se haya escondido) se sabe que los emigrados se preparan para venir, y que la xnujer de 1:Ioracio Bermúdez recibió un correo de Páiz quien le dice que "vendrán a cariar su café". Poco caso hacemos de estas noticias' qUe nos huelen a bomba. Aunque pasamos de noche por la hacienda de Ma– riano Argüello no dejaron de ,vernoS¡. pero es seguro que no nos reconocieron. Poco después de las 7 p.m. llegarnos al Cráter. .Qué g\15to sentimos al vernos aquí! La far0ilia de Ju.an José es tan buena como él. A las 8 comimos con muy buen apetito y después charlamos y fumarnos hasta las 11 y media. Hace casi tres semanas que nos acostamos a las 6 de la tardé. Apesar de habernos ido tan tarde a la cama casi ninguno de nosotros logra cO,nciliar el suei1.o. Poco después de las 6 a.m. todofl estábamos en pie. A las 8, así que tomarnos café, vamos a ver el lugar que ocupará nuestro rancho en el bosque. Una gran roca de la cual nos habían hablado xnucho y que fonua una especie de cueva, no nos satisface, porque nos par€lce que amenaza derrumbarse y no nos hace gracia la idea de morir aplastados. El em– plazamiento de la habitación que van a construirnos nos parece soberbio, y complácenos sobre todo el que pe halla corno a 60 varas de un arroyo, que lla– man aquí Río de Oro, es, un torrente de aguas claras aunque sulfurosas. Todos nos bañamos. Qué gusto tan grande sentirnos I Hacía 20 díal; que' nuesiros cuerpos no, tenían contacto con el aguEj,. En los már– genes del Río de Oro me llené d,e ga~rapatas chiqui– rrititas, pero ayudado de los 1J0mpañeros me lim– pié de ellas en poco tiempo. A las 12 y media nos fuimos a almorzar a la casa de la hacienda. La Ra– mona. esposa de Juan José, y su hija Lola, de 17 años, nos sirvieron' una mesa como no la hemos tenido igual desde que salimos de Granada. Con mucha confianza nos sentimos en la casa de la hacienda¡ pero yo que temo que en la boca del horno se nos queme el pan, :me empeño en que nos volvamos al lugar donde está la cueva de que hablé antes y pase– mos allí el resto del día, así lo hicimos. A las 6 p.m. volvimos a la casa de la hacienda para comer. Co– mo el rancho aún no está tenuinado, allí donuimos sin desconfia'nza ninguna, el único que no parece muy tranquilo es el Dr. Chamarra.

OCTUBRE 9

Amanece el día hermosísimo. El panorama que presenta esta hacienda es soberbio. Seguimos, quien sabe por qué, llenos de gran confianza en que aqui no nos encontrarán, sólo el Dr'. Chamarra continúa in–

quieto y manifestándonos de cuándo en cuándo que camelemos una imprudencia al permanecer en ¡a casa de la hacienda. Llevamos nuestra lemeridad hasta ir a bañarnos al riito que está a la entrada misma de esta posesión. AlInorzam.os a las 12 y nos pusim,?s a comentar l~s noticias que comunica don F. SevIlla en una carilia que trae un muchacho que fue por víveres a la Agua Agria esta mañana. Dice Sevilla que pusieron preso a Ascensión Rivas y que soltaron a N:ichito por enfermo, agrega que Zelaya está grave, tiene angina. Muy tranquilamente char– lábamos (sería la 1 p.m.) cuando de improviso se presenta a la pueda de la casa un individuo que lle– ga a pie: es' blanco, alto. seCO y lleva al cinto una larga daga. ,Pregunta por Juan José, contesta la Ra– mona que no está, y yo le' digo: ~que se le ofrece" Busco -replicó- a un mozO que se llama Tiburcio Ruiz. Al oir que no estaba allí, dio la vuelta y se marlJhó. Antonio, un mozo a quien teníamos de cen– tinela, 'llegó al mismo tiempo que el desconocido,

nos dijo, cuando éste se hubo marchado. ".Está sos. pechoso". Nos llenamos de un gran pavQr y Como si un resorie nos hub~era movid<;> a todos, n'ós pusimos a buen paso en cartuno para el lugar donde 1J0nstru.. yen el rancho. Contamos lo que nos había pasado y tanlo Juan José como Calixto' que ayudaban a ha: cer el rancho, nos dijeron que por las señas que da. bamos, él individuo que había llegado debía de Ser Perfecto Umaña.. el cual se hallaba de alta en Nan. daime, que sin duda vino de espía y que¡ probable. mente, la escolta no estaba lejos. Sin e¡;perar mas razones, seguimos huyendo for el monte, cruzamos el Río de Oro, subirnos por e opuesto ribazo y cami. namos unas 100 varaS. Qué susto el que nos tene. mas entre el cuerpo! A la hora de estar descansan_ do. como amenazase lluvia, resolvimos volver a nues_ ira Gumpamento. Estamos inquietísimos; no duda– mos que esta noche o mañana muy temprano ven_ drá 1... escolta. La zozobra en que n,os hallamos nos impide gozar del magnífico ranlJho de labIas qUe Juan José nos ha hecho. Tengo que dormir en una labIa.

OCTUBRE 10

Hasta las 9 p.m. de ayer no hablamos más que del peligro que nos amenaza. Llovió casi toda la no· che/ apenas pude pegar ojo. Nos senfimos tristes. Juan José vino a las 12 y media con el almuerzo y buen repuesío de conservas que nos n'\Bnda Sevilla. Trae Juan José (que estuvo en la Agua Agria) noti. cias tranquilizadoras respecto del Umañ~. dice que realmente anda buscando a Tiburcio Ruiz, que no es un espía y en fin, que debemos estar iranquilos. Se– villa escribe que continúa la persecución! que ya es– ián escondidos el Dr. Rosendo, Ag. Chamarra y Octa– viano, que Zelaya sigue mal y que Fernando Cha– xnorto está preso. Por la tarde, llega Juan José acompañado de Pichí, éste refiere que' una escolta que pasó par' las haciendas que dejamos el jueves, se llevó a Pedro Aguirre, Arceyul y Goyito Cuadra. A las 6 y media nos entramos al rancho y poco des– pués empieza a caer un aguacero torrencial que nos molest/il. mucho porque el rancho tiene grandes gote–

ras, especialmenle en el caballete.

OCTUBRE 11

Como a las 12 y media a.:m. cuando acabábamos de tomar el café. se nos presenta Juan José acom– pañado de un mozo, enviado por Sevilla viene a avi– sarnos que en aquella hacienda está una escolta que va para Las Plazuelas y que puede a su regreso pa– sar por aquí. En el acto cruzamos el Río de Oro cargando con todo nuestro equipaje, del que forma parie una gran tienda de campaña q'ue ayer nos mandó Sevilla. A poco más de 200 varas del río fuÍlnos a plantar esía tienda y allí esperamos los acontecimientos. A las 2 p.m. oimos una detonación de Remington a caria distancia, poco después empezÓ a caer furioso aguacero, cuando éste iba pasando, como a-las 2 y media, llegó Juan José. Una escolta. distinta de la que estuvo en la Agua Agria. lleg6 a la hacienda, iba a la cabeza de ella el famoso Caza– lnosca. Interrogó a Juan José acerca, de unos indi– viduos (nosoiros) que, según sabían dI" ciedo las autoridades de Granada, habían estádo én el Cráter (esia era la denuncia del espía Perfécto Umañal Juan José, con su labia y natural despejo, le metió a, Cazamosca mil mentiras y le dejó bien persuadido de que nadie se ocultaba en esta hacienda, ni sería él capElz de consentirlo. Servía de guía a esía escolta un sujeto de Diriomo llamado Yanuario Pérez. Por esta gU8,rdia que vino del Cráter Se supo que Cande– laria Vélez, mandador de Mariano Argüello, dio a las autoridades de Nandaime noticia de seis monlados que en la noche del. jueves pasaron por la hacienda de que él es mayordomo. A las 5 p.m. volvemos a nuestro rancho. A las 6 comienza a llover a cánta– ros, pero ya nuestra habitación no se moja tanto por– que lomamos las precauciones de echarle encima la tienda de campaña que nos mandó Sevilla. A las 7 p.m. en cua.n;to comimos, nos acostamos.

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