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aumentar SUs imperios coloniales los han ido cedieltdo I á·

pidamente.

Tampoco los obreros de los estados capitalistas coope·

Huon (on Marx para presionar en favor de soluciones ca· munistas a los problemas económicos domésticos o del "internacionalismo proletario" como vehículo en la expan· sión de su influencia en los asuntos mundiales. Por me· dio de los sindicatos han logrado asegurarse una abun· dante parte de los beneficios dentro de un orden estable– cido. Las energías izquierdistas se han canalizado ha– cia el desarrollo y reforma de ese orden mismo.

Marx hizo del futuro un cuadro convenientemente vago. El estaba más interesado en el proceso de la lucha que en la estructura de la sociedad Comunista. Estaba claro, sin embargo, en la necesidad de una "dictadura del proletariado" en la que los medios de producción serían plopiedad del Estado en nombre de los trabajadores. Co– mo la élite (apitalista y la burguesía se habían de destruir, una s61a clase habla de surgir en la cual cada individuo tendría que dar de acuerdo con su habilidad y recibir de acuerdo con sus necesidades. Puesto que el Estado mis– mo es un instrumento de la clase gobernadora que ya no es necesaria, el Estado, como dijo Lenin, "se marchitaría". A ningún ciudada no soviético se necesita decirle, 45 años más tarde, que el Estado no se ha "marchitado". Ni que la ideología Marxista misma le ha ,proveído al So– viet la técnica necesaria para aumentar la flroductividad de los trabajadores industriales. Especialmente revela– dor ha sido el conflicto de la agricultura soviética. Marx, citadino, descartaba a los campesinos como "perdidos en la idiotez de la vida rural". El Manifiesto Comunista de 1848 aludía apenas (asualmente a la agricultura. Mas lenín fue más pragmático y sabía que estaba tratando con un país el1 el que el 85% de la población vive de la tierra. Uno de sus primeros decretos al tomar el poder fue ratio ficar la distribuci6n de las tierras a los campesinos que la trabajaban. En 1962, sin embargo, el conmcto básico en– tre el control político y un adecuado incentivo para el au– mento de la proclucc:i6n agrícola está aún sin resolverse, no sólo en Rusia sino también en la China Comunista y

en todos los países de la Europa Oríental

De todo esto se saca en conclusión que ni la teoría Malxista ni el intento del Soviet en ponerla en práctica, ya fuese en forma pura o adulterada, ha probado ser una guía segura hacia el poder en términos comunistas.

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Al considerar el segundo aspecto de la ideología

COa

munista, como que oflece reglas invariables para el de– sarrollo económico, de nuevo encontramos evidencia subs– tancial de que la ideología es inaplicable a los problemas prácticos con que se encaran las naciones en el mundo moderno.

En dos generaciones la Unión Soviética se ha desa. ¡'rollado en una nación moderna, altamente industrializada, con una poderosa maquinaria bélica, hábiles líderes, bri. lIantes científicos y un pueblo educado. Voceros comu– nistas, por supuesto, acreditan estos logros él las técnicas de Marx y anuncian que tales ventajas pueden ser de cualquier naci6n que se adhiera al bloque Comunista. No toman en cuenta algunas cruciales diferencias, la más im– portante de las cuales es que la Uni6n Sov!ética es increí– blemente rica en recursos naturales.

Cuando tales realidades 110 pudiO/on esconderse, la Unión Soviética comenzó a ofrecer a los p~íses su ayuda éconómica, en competencia con el Occidente y en los mis_

mO$ términos que ésta.

Simplemente no existen normas rísidas ni f6rmulas segUI as para un rápido desal rollo econ6mico. Por ningu. na parto, ciertamente, la teoría económica de Marx, ni las adaptaciones de la misma que la Unión Soviética ha trata– do de exportal' a los países subdesarrollados, han tenido éxito.

IV

El tercero y último punto es con referencia al Mor. xismo·Leninismo como instrumento soviético en la conduc_ ción de la política exterior Según los principios Marxis– tas, el Comunismo habría de servir como un faro interna. cional alrededor del cual las clases 'trablljadoras del mUn– do se unirían en un movimiento dedicado sin considera_ ción de fronteras políticas Lenin esperaba que la ~e.

volución soviética llevara al ,poder en diversos países al proletariado internacionalista, mas su~rió un chasco por– que eso no sucedió

Cuando Stalin varió el én~asis de una /'evohJ(lón mundial a la doctrina de "socialismo en un solo país", es–

taba poniendo en juego una treta defensiva, diseñada a dar a la Unión Soviética el tiempo y 105 medios de prepa– rarse para cualquier paso que pudiera ser favorable a la dominación universal

Llegó el momento después de la Segunda Guerra Mundial en que los Ejércitos Rojos invadieron la Europa_ Oriental Inmediatamente se sintió la presión comunis– ta en la Europa Occidental Cuando los planes soviéti– cos fueron bloqueados por la rápida recuperación eco· n6mica de las naciones Europeas, -primero fortalecidas por el Plan Marshall y luego escudadas por la NATO-, se enderezaron hacia Africa y Asia.

En 1948, seis revoluciones comunistCls fueron pIOVO'

cadilS en Asia -además de la peculiar y larga revolución China Comunista- bajo aparentemente favorables condi· cional¡ En la recientemente independiente India; Indo· nesia, Burma, Malaya y en las filipinas esas revoluciones fallaron; solamente en Indochina, -donde los franceses trataron de mantener una imposible situación colonial-, es donde tuvieron éxito substancial

Desde entonces, las di~icultades encontradas por el empuje comunista en Asia y A~ri~a se han multiplicado. Es evidencia de esto las contradicciones de la pro,pagan da comunista, los desacuerdos entre Moscú y los varios Partidos Comunistas, las divisiones entre los mismos Par· tidos locales, y 10$ constantes cambios y experimentacio· nes que señalan el esfue¡zo de Moscú para establecer sa– tisfactorias relaciones.

Un señalado aspecto de este empuje comunista es que los propagandistas parecen ser reacios a citar los su· puestos méritos sociales y económicos del Comunismo, En cambio, describen al Comunismo como un aliado do las fuerzas del nacionalismo. Las dificultades aquí son numerosas, no s610 por raz6n de las prácticas allti-nacio· nalistas del Soviet en los países satélites, sino porque el dar cabida al nacionalismo es patrocinar una fuerza bási' camente incompatible con la doctrinn comunista y con los objetivos del Soviet En el Viet Nam del Sur, por ei em '

plo, la ¡propaganda comunista encuentra más favorable ha'

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