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« Previous Page Table of Contents Next Page »rio de lo indígena "ya dentro d. la ley de Dios en el Cris· tianismo", como dice el insigne redactor anónimo del Po· poi Vuh (20). O sea: un indigenismo vital, de fuerte y
vigorosa capacidad de creación y de afirmación en lo uni– versal por la línea del mestiza¡e, que permaneció ignora– do de nosotros mismos hasta hace poco tiempo; y que al revivirse y al revalorixarse en nuestro tiempo por llls modernas investigaciones históricas, abre en nuestros pue– blos toda una enorme posibilidad de originalidad y de re-estructuración de valores de sentido universal. No sé por qué pueda haber aún quienes, pretendiendo la rei· vindicación de lo indígena en nuestra cultura, no se hun– den hasta lo más hondo por esta raíz fecunda de mestizaje y de fusión indo-hispana, en lo cristiano, por donde sube lo originariamente americano hasta 10 más alto y más po· deroso de lo universal. No sé ,por qué, en pleno si· glo XX, -y a no ser por ignorancia-, pueda haber to– davia quienes se atrevan y se complncan en poner plu– mas y flechas a lo indígena y arcabuces y lanxas y corazas de hierro a lo hispánico para re-continuar sobre el tiempo una lucha entre ambos elementos de nuestro ser y rom– per por la mitad la integración del mestiza le, regresando de nuevo al indio a la montaña. ¿No podrán compren· der estas falsas actitudes indigenistas, que si ahora existe el indigenismo, que si ahora concedemos importancia y
significación cultural a lo indlgena, no es porque algún indio nos lo haya hecho ver, ni menos aún porque nos lo haya enseñado algún inglés, algún ruso o 'II19Ún fran· cés, sino única y absolutamente por esa conce,pción ética y trascendente que del indio hixo lo hispano católico No se escapará sin embargo, en esta admiración con· fesada por la labor misionera de estudio y de cultivo de las lenguas aborígenas, el grave riesgo en que ella misma pudo poner a la fundamental obra de creación y de cons· titución definitiva de una sola unidad hispanoamericana. V menos podla pasarle por alto a la previsora mentalidad de los monarcas españoles, que con tanto empeño habían venido ordenando a clérigos, virreyes y gobernadores la enseñanza del castellano a los indígenas. Porque, -co– mo decia el Emperador don Carlos a 7 de Junio y 17 de Julio de 1550-, "habiendo hecho ,particular examen so– bre si aún en la más perfecta lengua de 105 Indios se pue– den explicar bien, y con propiedad los misterios de nues– tra Santa Fe Católica, se ha reconocido, que no es posible sin cometer grandes disonancias, e imperfecciones, y aunque están fundadas Cátedras, donde sean enseñados
\05 Sacerdotes, que hubieren de doctrinar a los Indios, no es remedio bastante, por ser mucha la variedad de len–
guas "V habiendo resuelto, que convendrá introducir la Castellana ordenamos que a los Indios" se les pongan Maestros, 'que enseñen a los que voluntariamGnte quisie– ren aprender, como les sea de menos molestia y sin co!rta: y ha parecido, que esto podrían hacer bien I~s Sacrista· nes como en las Aldeas de estos Reynos ensenan a leer, y ~scribir, y la Doctrina Cristiana" (21). V para que, -como enfatizaba posteriormente una prescripción real de 10 de Mayo de 1770-, "en muchil diversidad de len– guas no se confundieran 105 hombres como en la Torre de Babel" (22)
So encontraba de este modo el es.pañol ante dos pers–
pectíva~ aparentemente contradictorias pero en realidad de integración de la IIna con la otra, en una sola actividad creadora de slntes;s cultural: La una, que bien podemos
llamar de "profundización vertical", y que era la que de. sarrollaba la labor de los misioneros con las lenguas ilbo. rigenes. V a otra, de "extensión horizontal", que se re– presentaba en esa necesidad reconocida por la Corona de enseñar el cilstellano a los indígenas.
Ciertamente que, entre ambas, parecerá siempre de mayor importancia esta última para el propio desarrollo de la lengua española, como para la unificación del diverso mundo indlgena, por cuanto la ,primera podía llevar a la larga a un renunciamiento del castellano y a una afirma– ción de particularismos indígenas capaz de provocar una feudalizaci6n del mundo americano. Y he aquí lo que podemos encontrar de contradletoriC) y exclUyente entre las dos. Pero, apreciado el'l conjunto su desenvolvimien. to hallaremos: 1 9 ) que en la penetración vertical que los misioneros hacen de las lenguas aborlgenes no está au. lIente la lengua española, sino que, por el contrario, es en función de ella que se hace tal penetración; y 2 9 ) que esta misma labor realiza una verdadera y completa pro. fundización del alma indígena que facilita la entrega de la nueva lengua.
Permítaseme aclarar cada una de esas dos afirma. ciones. Y permítaseme para ello traer a cuenta el méto. do o el procedimiento usado por Fray Bernardino de Saha. gún. Sabemos, en efecto, ,por lo que él mismo explica, que para realizar sus estudios e investigaciones adiestr6 primero a cuatro indígena. en el uso y buen manejo del
español. Luego se trasladó con ellos a los propios luga. res en donde se conservaban con mayor pureza las ~ra.
diciones aborígenes y en donde 105 más antiguos fuero., escribiendo sus memorias y relatos populares con los sigo nos pictográficos aztecas; al pie de los cuales 105 "i ndios lenguas" explicaban en su propio idioma su significado valiéndose para ello de los signos fonéticos castellanos. Cerca de dos años se llevó esta paciente labor, a cuyo fi. nal Se trasladó Sahagún con sus escritos a Tlaltelolco, en donde se dio por cuatro años a la dura tarea de trasladar– 'o todo a los doce 'ibros que a ntes hice referencia, y en los cuales tres coluninas registran en cada ,página: la rela. ción en idioma náhual,t, su traducción española, y un co· mentario sobre el uso de los vocablos indígenas; lo que evidencia por sí solo la enorme trascendencia del pap&1 desempeñado en ese momento por la lengua española, pa– ra permitir por sus propios elementos idiomáticos (foné– tica, semánticil, gramáticll, etc.), la penetración de las len·
9UIIS indígenas.
El mismo Sahagún, igualmente, nos convence de la eficacia que el conocimiento e investigación de la:; len– guas aborígenlls concede pua el mejor entendimiento de la sicología y del modo de ser del indígena; y, por con· siguiente, para el mejor tra~o y entendimiento con él. Sus
~)ropias palabras valen hoy por toela una teorla de sicolo– !;lía del lenguaje, cuando al comparar a predicadores y
confesores con los médicos, -val recordar la necesidad que éstos tienen de conocer a -fondo 111 nnturalezil esen– cial del cuerpo humano v las causas de las enfermeda·
ács-- hace ver c6mo el ~onocímiento de los idiom¡¡s In– ellgenas es lo único que pueele llevar al descubrimiento ele su alma y de las motivaciones de su actuacf6n so· cial (23).
y es así, señores académicos, cómo, si el maravilloso despliegue horizontal del español por todo el mundo in· ellgena, impide que la actuación culturizadora derive en -42,..
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