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« Previous Page Table of Contents Next Page »A las doce del día se presenfa nuesfro dic:l\oso Casco, viene con la batea de babas de que no pudo conseguir el guía y COn una sarta de mentiras en tres de laS cuales le agarramos inmedianttn.ente. El man– dador González vuelve a Potosí para iraerme el resul– fado de los esfuerzos de Guerra. Día ~alo como po.; cos ha sido el de hoy; nos sentimos. tlÍstes, fastidiados e inquietos; no tenemos un libro. ni un periódico con que mafar estas larguísimas h~r~s. de tedió molfát y entrevemos con eSJi'anto la pOslblhdad de re¡Jresar al escondife del Volcan¡ esfamos a nl.edia luz pues por precaución, nos hemos encerrado en un cuartQ de ll'l– casa de esta hacienda Caminamos, con muy aten– fados pasos, como si estuviéram.os un enfermo grave, y hablamos en voz baja.
Casco se queda aquí y come con noso~os, nos cuenta que Esteban Garay, al saber por don Dipnisio MonterrEÓY que nos habíamos ido para Co!;ta Rica, se fue de Las Enranl.adas, donde se hallaba, al Volcán donde tenía su herinoso macho y se vino, que anoche se le presentó en Belén y que ahora se halla en El Pi– tal, muy cerca de aquí, dispuesto a seguirnos a Libe– ria Recuerdo qUe hace cuatro años el 15 de Enero de 1894 pasé el día encerrado en la casa del padr~
Juan Cabistán, primero, y. después en la de don Nico– lás Quiniín U1;lago. ¡Cuánto HemPO llevo de huir de los liberales!
I:NI:RO 16
Para que el día de ayer fuese malo del todo, nos sucedió lo siguiente: a las diez de la noche volvió de Potosí el mandador con un papelito de Adolfo Guerra en el que éste me dice que él y tres amigos suyos han pasado todo el día buscando el vaquiano, y que después de nl.ucho trabajo hallalon uno qUe ofleció responder mañana en la tarde, es decir, hoy, 'si nos llevará o no a Costa Rica . El mandado!;" por su cuen– fa me dice que cree hay algún peligro en permanecer en esta casa, porque ya llegó una ese.olfa de Rivas a Potosí, y los cuafro liberales de este último pueblo han comenzado a sospechar que algo sucede en Pan– zaco Aquello me bastó para ponerme en alarma, en el acto me vestí, pues ya me había acostado, y luego, acompañado de. Rocha y guiados por W1 mozo de confianza, nos dirigimos al monte para pasar la no– che bajo unos mangos Hacía fuerte viento y la lam– parita que llevábamos se nos apagó cuando 110S dis– poníamos a colgar una ham.aca Felizmente yo tenía fósforos, y aunque con algún frabajo, logramos en– cenderla Rocha se acostó en el suelo. Casco 'no' qui–
so znoverse de la casa Como ya estamos acostum· brados a dormir vesiidos y al raso, no pasamo"s tan l"tlala noche, a pesar de que no faltaban zancudos A" las seis así que nos levantan10s, fuünos a la casa de la hacienda a ton1ar café, regresmnos luego a nuestro escondHe que se halla como a 300 varas "de la pose– sión y ahora que son las 9 a nl. escribo estas líneas senfado en una hamaca colgada bajo unos mangos. El mandadar acaba de venir El dejanlos un calabazo con agua y una jicarita Como me dijese que pen– saba ir en seguida a Potosí, escribo con él a Guerra diciéndole que estoy medio desesperado, que me ho– rripila la idea de volver al escondite de donde salí el viernes; que por Dios venga el guÍoa y que me man– de un liblO
A las once nos irae un muchacho el ahnuer'l:O, yo apenas como un pedazo de cuajada porque estoy con dolor de cabeza. Vuelve a las doce el mandador quien me trae un papelito de don Fernando Cordón dueño de esta hacienda y varios números de "El Co– mercio" Este día parece hasta ahora el reverso del de ayer y destinado a ser marcado con piedra blanca ojalá termine así. Cordón me dice que el guía está listo y que me prepare para salir a las siete de la no– che Esio me causa grandísima satisfacción. F.n el
número de "El COnl.ercio" correspondiente al·13 de es– fe mes, leo la buena noticia de que el once fue puesto en libertad mi hijo Fernando. Bendito sea Dios. Es ,. ahora la una y media p.m. y Casco que se fUe al Pi– tal esta mañana y ofl'eció regresar a,laS diez, aún,no
ha venido Siempre confraríánd.onos y haciendo .otr 'cosa de lo que promete f)e; sIente un freS90 mua al;1radable en la arboleda ba,o la cual estamos, n;
me pesa de haber salido anoche de la casa
ENERO 17,
, Noc;:he por siemple nl.emorable será pala ~Rocha y
,para mI la qUe acaba de pasar Nos montamos en Panzaco a las 7 p.m. y no nos, desmontamos hasta hoya las siete de la mañana en un monte. próllimo a un limpísimo riachuelo. Henl.os caminl;ldo, SegÚn nuestros cálculos, y los del guía, con direcci6n a Cos_ fa Rica como 16 leguas
Difícil sería ponderar lo descoyuntados y moli_ dos que estamos¡ pero ante todo quiero con~i(;Jnar lo que suced~ó ayer de la una y media a las 7 p in.
Casco llego a eso de las tres a la arboleda de Pan- 'zaco donde nosotros nos hallábamos y cantó Vanas pafrañas para excusar su tardanza. Le infonné de lo que el señor Cordón me decía en su esquelita y de– claró que estaba dispueslo a ponerse en marcha, así que el vaquiano llegara.. "Pues yo no atrasaré", me contestó, y en seguida volvió a montar, probablemen.
te con dirección a Belén. A las 4 1 /2 p m., biJ,jo una garua, nos :metimos Rocha y yo a la casa dé la ha- ,cienda, y allí, mientras esperábamos la comida que , n05 sirvieron a las 5 ' /. p m., hicimos comentarios So; , bre la conduefa de Casco y sacamos en claro que no quiere irse.
A las siete en punio de la noche se nos pI er;¡enta don Jul:\n Guerra, hijo mayor de Adqlfo. y nos dijo que llegaba para llevarnos a los Cerros, a la <:l.asa. del famoso Grillo, quien sería nuesfro 9\.lía No había tiempo que perder y monlamos en. seguida., . Nuestro enamorado Peto no llegó nU-Tlca Para ir de Panzaco a la casa del vaquiano empleamos dos horas ,con muy
buen paso'. En la choza de los Cedros donde vive Grillo nos recibió su mujer quien lo primero g',le rtos , dijo fUe que ayer habí.an pasado para Costa RIca Gus· tavo Albedo Ar9Üello y Carlos Bolaños,. 'i nos dio muy alegres noti<;ias de los emigrados. Es la prime. ra. vi¡z que oimos hablar ~e ellos. . Don Jua~ ..C1tlElr,ra se despide de nosotros deJa~~onos un par de. alforJas nuevas llenas de ricas prOVISIones de boca, flne:¡;a do su padre. Adolfo Guerra, n:uy buen. amigo mío Este regalo nos vii:me COnl.O an1110 al dedo, pUes Casco se quedo con todo el aliño que teníamos listo para -este viaje.
Qué alegres nos pusimos al vernos ya en camino para Cósta Rica L? 'que h,:,-cen las. tÍlanías h9rribles ql,ie el hombre se sIente fehz al delar. su p?\fna: con· vertida en verdadera caverna de Polifezno Aun no habíamos caminado una legua cuando mieslro guía se detuvo y nos ,. dijo que regresáramos. a buen paso Había visio dos individuos sentados a la vera del ca· muto y oyó que uno de ellos silbó del modo esp_ecial que usan los soldados para llamar a sus comPa.~eros
cuando están asechando en los que ellos llaman pun
fas" o "paradas" Nos volvimos a escape y no para· mas hasta haber caminado como mil vayas En una vuelfa del camino noS pusimos a nelibel"al' Tod~~
pudimos advertir que ni nos dieron la vo:.: de "alto,
ni nadie nos había seguido. Nuestro guía (un r':l0zo de 18 años1 dijo que acaso seria alguna pareja de ehamorados. dos amantes que pelaban la pava en aquel sitio Resolvi6 il él solo a cerciorarse .de la verdad; y asi lo hizo, volvió como a los 15 mmufos sin haber descubietío nada Yo 1ndiqué 10 con ve niente que sería que se rlosn10ntase y fuese C01~ cpa\! tela a oi1' lo que aquellos dos bnlto.'J hablaban . s· recióle bien m.i idea y en el aefo la puso cm e j ecuc16n¡, n ...ás de 20 minu10s t",.rdó en valva':", ya no esfaba tl
pareja sospechosa donde él In vi?, habla rlesapar e : cido Cam segllrOS ele que no habla tal escolfa resol vimos c,?nfinuar nuesD:a marcha, y efectivamente, PI"
samos S11'1 novedad n1nguna por el lugar que fan o cuidado nos inspiró . Cuando hubimos dejado la Puebla y todos: lo~ al·
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