Page 7 - lista_historica_magistrados

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C¡lie sus traba laciores ganén salarlos tn~imos y q~e vivan en condiciones infra.humanas. Todavía tenemos "in'dus– trialistas que cierran sus puertas a todo movimiento sindical, sin hacer ningún distingo. En los sindicatos ven solo un enemigo. Sin embargo, es hora que dejen ya esa mentalidad que tanto daño ha causado, que se convenzan que la era del sindicalismo ha llegado a Nicaragua, que nada ni nadie podrá impedir que el obrero se sindicalice, siempre que lo haga dentro de los límites establecidos por la ley, y la ley jamás podrá oponerse a la organiza. ción sindical de 105 obreros porque a éstos los ampara el derecho natural de la organización. Seamos sensatos y sepamos distinguir entre lo que es malo y lo que es justo.

Es un hecho que la mayoría de nuestros obreros cam– pesinos comprenden la necesidad de of'ganizarse en

sindicatos, y de lIunar sus fuertas para proteger sus de– 'echos. Y este deseo consciente de unificación crece de

~ía en día a medida que el obrero se capllcita más. A

leces se encuentra uno con obreros que temen sindicali· tarse porque temen las represalias de sus patronos; pero ¡stos constituyen Inás bien una minoría. El sindicalismo líen encausado puede llegar a ser el ,peso que ponga en )alance al industrialismo y le haga cumplir con la justicia ;ocial tantas veces olvidada Esto ha pasado en muchas laciones donde ahora el sindicalismo constituye un poder

~ue es respetado y tenido en cuenta La nación más ca– ,italista e indusfl ial del mundo, Estados Unidos, se en– :uentra ahora controlada por el movimiento obrero sindicalista que sobrepasa la cifra de 18 millones de afio liados. En Nicaragua donde la población económica acti–

va asciende a 459,356 se puede afirmar que más del 70%

está constituido por obreros y campesinos pues solo la población económico-agraria activa asciende a 29,140.

No existe ni.,gún dato del total de los obrero~ sindicali– zados, y no hay manera de conseguirlo, pues ~entro de los sindicatos inscritos en el Ministerio del Trabajo hayal. gunos que solo son sindicatos de fachadismo, y otros que han dejado de ser activos. Pero si dijéramos que los obre· ros sindicalizildos llegan a 30,000 tendríamos entonces que un 7% de la poblacióll obrera se encuentra sindica· lizada.

Conclusión

La actitud patronal con respecto a los sindicatos debe cllmbiar, de otra manera va a lanzar al elemento obrero en brazos del comunismo. Tenemos sindicatos, y muchos por cierto, que luchan por ideales justos dentro de las normas de la justicia y del orden. Pero si los pa· tronos adoptan una actitud hostil ante las demandas jus. tas, y fichan a los elementos activos del sindicato, hasta el extremo de despedirlos del trabajo, entonces están ac· tuando de una manera reprochable, están sembrando viento y recogerán tempestades.

Todavía tenemos, como he apuntado antes, vestigios del capitalismo liberal económico, causante de tantos trastornos en "el mundo entero. Nosotros deberíamos abrir los ojos, y adaptar una postura que enmarque den– tro de las tendencias democráticas sociales actuales El capitalismo que invierte como cien y quiere usufructuar

cornil cien o ciento cincuenta, -usando para e\lo cual· quier medio- debedesaplirecer, tiene que desa,parecr o por las buenas o por las malas; o haciendo justicia social voluntariamente, u obligado por él régimen comunista. En las actuales circunstancias parece no haber más esco· gencia: o justicia social cristiana o comunismo.

Hacendados

Una voz de alerta también TJara los hacendados que aun gobiernan con la política de 105 grandes señores feu· dales Para los hacendados que están pagando salarios de hambre; para los hacendados, cafetaleros y algodone· ros que hacinan a sus trabajadores en barracas mugres que semeja., prisiones, constituyendo así un clima de in– moralidad. Una voz de alerta para que despierten del ensueño de la riqueza. Nuestro campesinado es analfa– beta en su casi totalidad, pero puede escuchar la voz de promesas que el comunismo les hace y de hecho la está ya escuchando y se está agrupando bajo sindicatos de tendencias comunistas. Nuestro campesino se parece al náufrago que en la desesperllción por salvar su vida se agarra de cualquier cosa, así sea de una barra ardiendo; nuestro campesino en su desesperación puede agarrarse también de esa barra ardiendo que es el comunismo, bus· cando en esa actitud su salvación.

El Gobierno con las armas podría detener momentá. neamente la avalancha una vez que esta comience, pero ni es suficiente ni es lo más indicado, porque los culatazos alcanzan solo al cuerpo pero dejan intacta la mente donde se anida la ideología y el corazón donde se atrinchera el odio.

Resumiendo, el sindicalismo nicaragüense está to– mando forma y fuerza; aunque parte de este movimiento está influenciado por el comunismo, todavía existen mu– chos sindicatos que únicamente pretenden luchar ,por la consecución de una vida mejor para los obreros, valién· dose para ello de medios justos. No pretendamos destruir el sindicalismo, bajo el pretexto de que es un movimiento comunista, porque eso es falso. Démosle al sindicalismo la ideología que ansioso busca; formemos un sindicalismo cristiano basado en los siguientes principios: Respeto a la dignidad de la persona humana. En consecuencia, respeto a la libertad personal de los traba– jadores, procurando que tengan un adecuado uso de los bienes materiales, que ofrece una base sólida a la vida moral.

La elevación del trabajador y la redención del ,pro– letariado desde el punto de vista material, social y moral. El aumento de la producción y de la productividad y la parte que en ellos han de tener los obreros.

La seguridad social, para que desaparezca la insegu· ridad e incertidumbre de la vida de los trabajadores. La protección especial a la familia trabajadora, célula social y verdadera encarnación de la sociedad.

y finalmente la difusión de la propiedad privada entre los trabajadores por una mejor distribución de la riqueza.

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