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« Previous Page Table of Contents Next Page »Don Enrique en Dos Epocas de su Vida
gusto...Esto no era del todo cierto. Don Enrique acababa de leconclharse a bordo del vapor "Progreso" -que hacía la tra. vesía entre Managua y Momotombo- con Pedro Ortíz que salía como él destellado por la misma causa: ser eS~litor
oposicionista.
Ya en el atardecer de su existencia, cuando reconocía que Hubén tenía claro inge– nio y que sus imitadores no le llegaban al tobillo. Esta fotoglafía le fue tomada en San Salvador, cuatro años antes de su muerte, proba– blemente la última que le
fue tomada.
Don Enrique Guzmán en los comienzos de su vida litera. ria, cuando con el seudónimo de Persius y de Juan de las Viñas, propinaba "vapuleo y fisga" a los que esbopeaban
el ídioma
Pedro 01 Hz había sido "caracista" y en un periódico semi. oficial defendía al gobierno de don Evaristo Carazo· y don Enrique combatía la política gubelllamental desde la; colum– nas de El Diario NICARAGUENSE y a los plumíferos de aquella época los llamaba "ORTIZUARIüS", y se habían pi. coteado.
Guzmán y Darío llegan a Costa Rica mirándose de reojo. Guzmán es amígo de Pedro Ortíz, compañero suyo de des– tierro con quien más tarde fundará un diario, EL DIA que costó la vida al plÍmero, y ser herido de gravedad al segundo en un atentado Cl iminal del que fuelOn víctimas sin provo– cación ninguna de su parte, y Ortíz y Darío a quienes los une sus aficiones literarias hacen a la vez buenas migas como jóvenes alegres que el an ambos a quienes les gustaba correr la verbena. Buena pl ueba de ellos es lo que anota Guzmán en su Diario con fecha 1 9 de Mayo de 1892: "Ayer estuvieron en el Agua Caliente Pedro Ortiz, Rubén Dario y otros jóvenes alegres. La parranda que éstos tuvieron fué tan escandalosa que Rubén durmió anoche en la cárcel de Cartago".
Rubén, desde su llegada a Costa Rica se dedica al perio– dismo y junto COll Pedro Ortíz escribe en EL DIARIO DE¡L COMERCIO. Con fecha 13 de Septiembre de 1891 le escribe don Enrique al Gral. Joaquín Zavala a Puntarenas: "Rubén DalÍo anda congratulándose con los "ticos" y para ello no ha discutrido cosa mejor que hablar contra Nicaragua". '
¿ Qué sería lo que habló Rubén en algún corrillo que Guz– mán juzgaba antipatriótico?
A fines de ese año -28 de Noviembre de 1891- encono trándose Guzmán en San José -pues por lo regular vivía en Cartago- hace una visita a Pedro Ortiz y nos cuenta en su Diario lo que pasó en ella. "Por la noche, de siete a diez, voy
, En el mes de Agosto de 1891 Guzmán se dirigía a Costa
~Ica y tomaba en Corinto el vapor "Colima", camino del des– herro. En el mismo barco iba Rubén Darío -que venía de El Salvador e iba para Costa Rica-, con su mujer y su sue– gira (no sabemos de qué esposa ni de qué suegra se trata de as muchas que tuvo el poeta), pues no anota nada a este respecto don Enrique en su Diario que llevaba a bordo.
. José Dolores Rodríguez, otro de los ex:pulsadoB por el Pre– bidente Sacasa, amigo de entreambos, quiere reconciliarIos so· ,re cubierta del barco, sin lograrlo. Guzmán se excusa di· cdlendo que no le gustan las reconciliaciones; que las amista– es recouciliadas son como la comida calentada: tienen otro
lA ENEMISTAD ENTRE GllZMAN y DARlO SE AG11DIZA
EN COSTA mCA DONDE AMBOS' <I.I.IlGJ\N .JUNTAMENTE. TODO INTENTO POR
RECONCILIARLOS, FIUlCASA.
"Yen ese caso es ley literaria inevitable que siempre sale vencedor el genio creador por encima de la crítica judicial. Tal Darío triunfó y se manifestó genio, por encima de las crí– ticas de Guzmán, las que no hicieron más que volverlo más brioso y brillante, pudiéramos dech más pulido y correcto ca· da vez. El efecto de la crítica judicial es igual al de la lija sobre la madeta; la pule y afina, pero gastándose e inutili– zándose".
"Las críticas de don Enrique valen poco por eso, y si como eSCl ¡tor castizo merece puesto importante en nuestra literatura es por sus aportes de valia literaria indiscutible, aún denüo del campo gramatical, y no por sus críticas que no le mermarOn un ápice de su gloria al gran poeta autor de AZUL" .•.
Quizás la visita que hizo Rubén a don Enrique --en Enero de 82- haya tenido atingencia con los deseos del poeta de acrecentar sus conocimientos en centros de mayor cultura en el exteriol, y don Genaro le daría la carta para Guzmán en la que prepal aba el ten eno y le daba a conoeel al candidato, pues don Enrique ocullaba en las filas libelales un pue¡¡to señalado, algo semejante al de caudillo o diligente.
La fama que como crítico gozaba don Enrique, tan pon– derada pOi Rubén, no era la mejor de sus cualidades de es– critor, según el críterio de Don PedlO J. Cuadra Ch. quien en el Capítulo III de su Obl a sobre Darío (Edición año 1943,)
emite estos conceptos acerca de la crítica empleada pOI Guz– mán:" en este tiempo ejercía verdade18 sobel anÍa crí– tica en el país don Emique Guzmán que, enfrenlándose a Da– lío, joven incipiente, le hizo pasar muy malos latos, que años después lecOIdaba (el poeta) sin agriura
"Ha habido una especie de contienda intelectual sobl(~ la influencia de cultura que Guzmán ejel ció en Darío, aceptada por uno, el Dr Salvador Castrillo hijo, y negada, con rotunda negación, por otro: Gustavo Alemán Bolaños".
"Para esclarecer el caso de Guzmán a Darío a quien pare· ce no haber comprendido Guzmán, como lo interpretara al leer "AZUL" Valera, hay que tener en cuenta que existen dos cla– ses de críticas: una judicial que se basa en cánones conocidos
y preconeebidos para la apreeiación de la belleza artística, fue– ra de los cuales no se concibe buena ejecución de obra de arte;
y otra más moderna que se puede llamar interpretativa, o proceso de interpretación que no reconoce en sus apreciaciones cánones pI evios ni preconcebidos, sino que cada obra se aprecia desde el punto de vista del artista. interpretando su sensibi– lidad y sus propios conceptos de belleza".
"No necesitamos decir que la crítica de don Enrique pero teneció a la primera clase, bajando hasta la ínfima categoría del tiquismiquis gramaticales, red que no podía aprisionar a un genio innovador como apuntaba ser Darío".
Don Pío Bolaños Alvarez, en su obra ya citada, asegura que fué don Emique Guzmán como diputado al Congreso en
1882, quien introdujo en la Cámara una iniciativa, que me· reció acogida, para que el Estado sufragara los gastos de edu– cación en Europa del "poeta niño", circunstancia que cierta. mente no conociamos.
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