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« Previous Page Table of Contents Next Page »al cuarto de PedlO Ortíz, Hotel del Parque: allí estaba Rubén Daría y Ortíz trata de Ieconcilinrnos pero sin resultado".
Qué escena tendría lugar entl e estos tres confabulnntes que don Emique no 11\ refiere con todos sus detallcs? Vol– ,'ería a excusarse con el in etexto de que no gustaba de las Ieconcilinciones?
Daría gasta sus bronlas y emplea su humorismo en zahe– rir a Guzmán. Por esos días -Diciembre de 1891- esclibe su artículo festivo "Viaje a 'rAltASCON" que sale publicado en EL HERALDO DE COSTA RICA. He aquí algunos de sus párrafos:
"A Niculagua se le llamo La Suiza de Centro América. Granada es la Sultana del Gran Lago; Masaya la Ciudad de las Flol es ¡ León l!S donde está la Cnte<h al, es la Metrópoli; a
una señorita nicaragüense se le dice "ninfa de los lagos"; un médico es un discípulo de HíllÓCI ates _lo cual se dice también de un Cllrandelo-; 1m matasiete con galones es "un bravo león"; un tOllto "un genio"; un poetasb o "inspirado vate"; un Enrique Guzmán "un CCI vantes", Ama la exage– ración el nicaragiiense hasta la extravagancia".
"Por supuesto que IUlY en Nicaragua un bravo grupo de inteligencias --sobre todo entre la juventud- que saben: que la \"enerable culebrina del Cllrdóllllo sil ve pa¡ a maldita la
cosa; que la Catedlll1 de León es un glande, desgarbado y
antiestético templo; qtle Granada no es París, 11i Nicaragua Suiza y que Emique Guzmán es un esclitor gracioso, me– diano para la América Cenhal y de los que se consiguen a euatro POI perra CHICA en Madrid o en Barcelona".
El escaso mérito literario de esa producción, lo anodino e insignificante del escrito, la anodia de su eSJilo, la inopor– tunidad de su publicación -hecha por un lIlcaragüense en tierra extlaña- y lo rala que aparece aqui Rubén que cali– fica de "grande, desgarbado y antiestético templo" a la Ca– tedlal de su querido pueblo de León, en donde en sus días postreros había de reclinar sus glorias y 8US triunfos "sobre la clin nnciana de su limado León", hace suponel que el plO– }Ió"ito que guió a Rubén al dar u luz aquel euento -calificado de "sandio" por don ElItique Guzmán-, no fué abo que el de molestar a éste, de achicarlo y empequefiecerlo.
¡;¡So de mentar/o por dos veces en un corto escrito e~ for– ma deplimente, p81ece indical que se encontraba dommado
~ulJén, por una idea fija; que .err~ don Enrique para él 1I1g.0
IIsi como una ohsesión que bulha en su cerebro y en su espl' ritu abatidos por el I encor y la desesperanza de vel chas· queado 1101' entonces su intento de ieconciliacióll con su temi. do I iVIII
No saldlía Rubén del Hotel del Parque a escribir contra Guzmán su VIA.TE A TARASCON? No pasaria toda esa no– che escribiéndolo movido POI el despecho, cegado por la cólera, agitado por el aguijóu de la soberbia? j Quién sabe!: los ge. lIios tienen también SIlS pasiones y sus debilidades.
Por ese tiempo \!scribe don Ellrique a su amigo el General Joaquíu Zavala a f>ulltarenas, r
e¡\tle otIas cosas le dice:
"Ha visto qué cuentos tan saudlos publica Rubén Darío? A
mi me repugna pOI enemigo de su patria". Guzmán, herido como estaba en S\l amor propio, tomaba a lo serio lo dicho pOI Rubén sobre Nicaragua y los nicaragiienlies a quienes com–
pm 11 con Jos tm nscOlllmsell.
Los emigrados nical agüenses en Costa Rica -como todos los eX[latriados políticos- se pusieron a conspirar cont! a el gobierno del doctol Roberto Sacasa Que los había sacado del paig, y era tanto el resquemor que sentía don Enrique por Rubéll, que le escribe de Cal tago a don José Dolores Uodri" gllez que residía en Puntllrenas: "Por don Anselmo Rivas sé tIlle Pedro Ort1z le cuenta todos nuestroS seCletos a Rubén A ustedes les toca éscLÍbir a 01 tíz previníéndole sobre ésto".
Es decir, su enemiga hacia Rubén lo hada sentir una avelsión por el persoliaje hasta suponel'1o capáz de de· latar uecretos que se le habían confiado. Ra~on de so~~a
le asi.ste al doctor Carlos Cuadrll Pasos en su mterpI etaclOn !labre los motivos que (leterminaron la postura de don Em ique freute a Rubén DaiÍo, atribuyendo su origen al dejo amargo 4e nuestra política lugareña. Rubén era tenido por leonés, o
111 menos I epresentaba los sentimientos de esa porción de lIli. calagun, y don ElUique sentía sentimientos poco amistosos por todo lo que era originario de León, ciudad en la que tenía a sus más enconados adversalios en la poHtica y en las letras t.Olnándose muchos de ellos en enemigos pelsonales suyos. '
y en esos días, 11recisamente, esta sensibilidad manifiesta de don Enrique POl los leoneses se había exacerbado con su leciente expulsión del país atribuída a los políticos leoneses quienes ni pasal los proscritos por la Estación de Leóu, le~
habían hecho una manifestación hostil que pudo degenerar en tIagedia sin la llrotección de la Plovidencia que veló POr e\l08.
y aunque Darío no espigó nunca en el campo de nuestra política criolla como ingenuamente se lo hace saber a don Pe.
dro Rnfael Cuadla en su misiva que el envíll palll reclamar el pago de sua dietas atrasadas: "Yo, señor Cuadra -le dice– na tengo por derecho de intelectualidad, y por motivos de ausencia, opilliones políticas en Nicarag ua. Alejado de lIIi
tiena -aglega- y bregando llor un idenl litClario que se impuso en todos los paises de lengua española, he podido oflendar a Nicaragua el lcflejo de lo que Dios ha hecho por mi", en don Emique -repetimos- se aunaban a .la desazón que guardaba por las puyas que el poeta le había infetido su alel gi:l pOI todo lo que replcsentaba a la noble y legendari~
ciudad de León.
También está ell lo cierto don PedlO J. Cuadra Ch. en su estudio soble Rubéll DalÍo, cuando dice, páginas 50 y 51 de su citada obta "He aIli el pi oblenl8 que planteaba por entonces el renombre de Rubén Daría, de quien nle había educado -influido por la influencia lIlItimodeuusta de don Enrique Guzmán_
poco creyente".
"La crítica de Guzmán a la escuela de Dario, o modernista, habia sido siempre su "ininteligibilidad". Eran, según él, poe. sías que no se entendían. A laiz de esa fecha empieza mi creciente admiración por Daría, libertado, POl la fuerza de mis nuevos estudios Iftelllrios, que me inician en la alta crítica de hltel pi etación, salvándome dI! las pihuelas de la crítica retó. I ica, escolástica".
Pero es el caso que en la misma EspaÍla, escritores pe
IIÍllslllales tan buenos como Leopoldo Alas (Clllrin) eucon traban ohsculos e incongruentes -como don Enrique-- lo! vel sos de DalÍo y Sil prosa ya no se diga, como lo podrá vel
el lectOl en los siguientes párrafos que t{)nzamos de un articuIr del citado autor, intitulado "PALIQUE", que inserta el perió' dico madrileño "EL GLOBO", año 1888. Dicen asi:
"En muchas partes he leido elogios rimbombantes dedi cados por Salvador Rueda a un don Rubén Darío, poeta ame
1 icallo capaz él solo de corlOlUpel al ejército de Jergcs, el lnlltelÍa literaria, se entiende".
"Yo no quiero disputar ni con Daría ni con nadie y meno con poetas americanos que toman las cosas con mucho calot no quiero disgustos por causa de las letras, que a mi me sirvel [mra cosa inás difelcnte. PelO recabo mi derecho de dech 8in ánimo de ofender a nadie, que esas quisicosas que a Rued
y a otros les parecen lindezas artisticas, novedades y gracia poéticas, en don Rubén no son mÍls qlle nmllnel amientos QU.
muchas veces degeneran en notorios dispal ates, prneba ev] dente de la falta más absoluta de vCldadero talento origine
y de gU¡;to estético" .
"El señOl Dario pertenece a ciertas pléyadea de escritor! lluevas amelicanos qiw imitan a los modernistas de París de modo más ~elvil. desmañado y, valga la verdad, cómico QU
cabe imaginar".
"Tengo delante de lIIis ojos el pel iódlco La Pluma órga~
de esos refOl mistas jóvenes En esta Pluma de San Salvado suele colllbor:u' «libón Darío, el que pone "pórticos" a 1I liDIOS; y como redact(ll del tal periodiquín, se presenta u don Arturo An\brogi qne escribe de esta manera: (Aqui tI
pia dos p:\.rrafos del !leñor Ambrogi disparatados y enreves l dos, y lllegl) --dice Clarin-, filma tan sereno: Arturo A .A~
brc-gi -", 'para continuar diciendo:
"Pero dirá don Salvador Rueda, y qué culpa tiene llubi Daría de todo éso?"
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