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« Previous Page Table of Contents Next Page »mestizos del Oeste de Nicoragua tienen, por el contra–
rió, una reputaci6n mucho mejor
Cuando los huleros reciben dinero por su hule, empiezan inmediatamente una vida desordenada, y son 'seflores y dueiíos en la pequeña ciudad o pueblo donde e/ negocio se ha concluído, pero señores por sólo una semana, porque el dinero no les dura mós, cualquiera que sea la importancia de su ganancia Alternan bailes y festines con desordenados juegos de azor, al– quilan una orquesta, si la encuentran, y usando todo el lujo que se puede imaginór -sombreros de copa y guantes, anillos y cadenas de oro, zapatos de charol y paraguas de seda_o van por las calles, música adelan– 'te y forman el m6s loco cortejo imaginable
Pero como he dicho, el dinero se acaba pronto En el mejor de los tasas": algunos de ellos conservan su traje eleganté, los m6s no lo tienen y deben comenzar de nuevo a crédito una nueva expedici6n paro recoger
hule, gerierqlmente con éi misi'!"o comerciante, quien
de nuevo Iioce un brillante ne.gocio vendiendo su mer-caderíO sin vó'lor .
EL JAG,UAR
Un día vino a verme un indio que vivía al borde -de la ciudad y me contó que un "tigre" había estado las dos últim9s noéhks ,cerco de su casa y que cada noche había atacado y sé habío llevado un cerdo Ve– nía a rogarme que matase al atrevido ladr6n Le prometí hacer lo m·ejor· que pudiera, y armado de mi buena escápeta y de mi gran revólver durante cuatro noches 'séguidós traté, en vano, de ver 01 joguar Y sin embargo, él llegó ollí todas las noches y se llevó un cerdó del vecíndario coda noche El animal evitaba síempre el lado donde Nerón -mi perra- y yo nos apostóbamos ' S610 cuando ya había cogído su preSa y se encon'traba de regresa, podítl Nerón encontror la huellá que reguleirmente se perdía en los pantanos al sur de la ciudad
Un ensayo que hice de seguir sus huellas a través de esos pantanos, sin tierra firme donde písar, casi me costó lo vida y en un estado lamentable volví esa noche a casa, cullíer,to de lodo. hasta el cuello Nerón, igual– mente, se 'había vuelto negro totalmente, de amarillo que era su color
Lo quinta noche por fin pude ver a mi invisible adversario Ya había ateicado en el mismo lugar, a un cerdo y, había logrado llegar, salvo e ileso, a los te– rrenos vadas en I,os afueras de la ciudad con su preso en I"s fauc,es, cuando Nerón, que le seguía los huellas, divisó a la fiero y con fuertes ladridos se lanzó tras ello con gran coraje Yo me apresuré tras él y justamente cuando el joguar estaba a punto de desvanecerse en la laguna que bordeaba el pequeño bosque,' tiré y el jaguar contestó con un rugido de rabia Cuondo lle– gué 01 !!Jgar, encal')tré a Nerón que inspeccionoba el
Jaguar (felis onca)
cerdo ya muerto que el jaguar en su huída había deja– do en aquel sitio Seguímos el rastro un poco más lejos, pero iba, como de costumbre, hacia el pantano y escarmentado por mi desgracia enterior, desistimos de seguirlo más Me llevé el cerdo muerto o la ciudad donde comprobé que pesaba 92 libras El jaguar ha– bía llevado una pesada carga durante más de un kil6– metro de precipitado fuga Mi intención era la de envenenar el cadáver dél cerdo y usarlo como ceba, puesto que era sumamente probable que el jaguar volviera a buscar S!J gordo preso As1 sucedió, yola mañana siguiente era el impetuoso goloso de carne de cerdo Un ejemplar más por disecar
Duronte mi estadio en Son Juan del Norte, mis colecciones habían tomada grandes proporciones. Me encontraba en posición de enviar de este puerto a Sue–
cia una rica colecci6n, tanto de mamíferos, pójaros,
reptiles y pescados, como ricas i'1formaciones etnográ– ficas
las lluvias comenzaron o serme codo vez mós
insoportable~ y corriencé a ansiar sol y cielo azul, a pe–
sar de la amistósa recepción Que en varias partes se me
daba en la pequeña dudad en la adorable familia' de Mister Scotl, de la qué casi o diario era yo huésped, de los señores Brown y May, del doctor Dennis, de don Federico García, redactor de El Comercio; y en otl as
casas n'lás.
Cuando Mr . Ridgway comparti6 conmigo mi de– seo de ver el río San Juon y visitar la Nicaragua occi– dental y verdadera, decidimos a fines de Noviembre,
tomar pasdje río arriba en el vapor "Irma" hasta el
pueblecito de San Ccirlos Allí, otro vapor, nos condu– ciría por el gran Lago hasta Granada, la ciudad más antigua de Nicaragua fundada por los espoñoles
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