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« Previous Page Table of Contents Next Page »EL RIO SAN JUAN
Un grupo de amigos, compuesto por Mister Ridgway, Mister May, Mister Salter, -cuñado de Mr. Scott- y yo, nos instalamos por la tarde, a bordo de !as cabinas, --llamadas de primera clase, del "Irma". En ningún barco de pasajeros sueco, --eso puedo yo asegurarlo-, se encuentran camarotes tan pobremente amueblados para el uso aun de la tripulación, como en esta "primera clase" que ahora nos costaba 25 dólares por persona en un viaje de 2 y medio a 3 días. Pero ya que nuestras exigencias no eran grandes nos insta– lamos confortablemente y decidimos que el viaje,
.~pclsase lo que pasas.e-- sería considerado como una gira de placer. Temprano de la mañana del día si– guiente dejamos San Juan del Norte. El Irma viró en redondo con la corriente y se dirigió despacio, pero a toda máquina, rílo arriba del "Caña de las Animas", uno de los muchos brazos del río San Juan. Del alto puente del vapor teníamos una bella vista de despedida de la pequeña ciudad, porque como para enseñarnos lo que perdíamos, brilló entonces el sol, dibujándose claramente las pequeñas, blancas e invitadoras casas contra el fondo frondoso y de un verde profundo. El "Irma", el anticuado vapor correo, que sería nuestra casa durante dos días, era una armazón de hierro achatada en el fondo en forma de barcaza, de 25 metros de largo y 7 de ancho. Con carga, tenía ahora un tirante de agua de un metro y medio, pero la borda se encontr-aba apenas a 8 centímetros sobre el agua. Era impulsado por una gran rueda, llamada stern-wheel, de 6 metros de ancho y de 4 metros de diámetro. Tres metros encima de la borda se en– contraba el puente superior, descansando sobre grue– sos pilares de hierro Entre los dos puentes se Car– gaba lo mercadería más pesada y en el superior tenían los pasajeros su sitio particular, protegidos del sol y de lo lluvia por un toldo.
En medio del p'uente superior se encontraba una recámara en forma de caja, con estrechos camarotes para los pasajeros de primera clase; los de segunda po– dían acomodarse sobre el puente, a como pudieran. Entre los pilares del toldo colgamos nuestras hamacas y así podíamos, s.in gran esfuerzo, admirar el maravi– lloso panorama que las riberas del río, en perspectivas sucesivas, nos ofrecían.
INUNDACIONES
Como consecuencia de la lluvia incesante el río habíase crecido mucho sobre su lecho: platanares y "potreros" yacían inundados por largos trechos, y la límpida superficie de aguo se extendía tan lejos como el ojo podía alcanzar, entre los troncos de los bosques espesos, que casi sin interrupción cubrían las riberas. Aquí y allá se veía un roncho solitario, construído so– bre pilotes de 2 a 3 metros de alto; estos demostraban ahora cuán necesarios eran, porque el río subía ahora casi hasta sus dinteles. El bote ero el único medio de comunicación posible de sus habitantes. Uno canti– dad de islotes más o menos grandes o más bien altos bancos, cubiertos de altas hierbas encontraba el ojo por doquiera y mostraban de manera exacto donde el curso del río se encuentro impedido y donde se en-
cuentra continuamente forzado o buscar nuevos vías. Uno de los peores enemigos de los bocos del río es lo hierba alto que cubre estos bancos. Crece mu~
rápidamente y forma en poco tiempo un dique que divide al río en pequeños corrientes, o menudo ton estrechos y angostos que sólo permiten lo posado a bo– tes o pequeñas lanchas. La corriente ero tan fuerte que apenas o tres nudos de velocidad avanzaba el va– porcito. La vegetación de las riberas ero rica por to– dos partes pero se componía sólo de árboles bajos y de vegetación de pantano de anchos hojas. Después de 5 horas de viaje pasamos la embocadura del Colo– rado, o 30 kilómetros de San Juan del Norte, y esto embocadura mostraba cloro y exactamente por qué el puerto de San Juan del Norte carece ahora de aguo, puesto que 25126 ovos de lo maso de aguo del río busca aquí su propio salido al mor. Según medi– dos, hechos por la comisión americana de investigación de 1873, era la maso de aguo que posaba en Mayo al comienzo del Brozo del c;:olorado 16,190 pies cúbicos por segundo y en un punto del ríb Son Juan abajo del Brozo del Colorado, solo 607 pies por segundo. Hoce apenas 50 años era esta embocadura ente– ramente sin importancia y sólo uno pequeña cantidad de agua tomaba ese camino, pero la naturaleza suel– to de los riberos permitió al río crearse vías coda vez más anchos y la falto de comprensión de los hombres ayudó 01 trabajo de destrucción. Porque me contó un hacendado fincado aquí desde hace muchos años, que en medio del brozo del Colorado ahora de más de 400 metros de ancho, se encontraba antes un largo islote, ricamente dotado de majestuosos palmeras y otros ár– boles grandes. Un nuevo colono se asentó ahí y poro hacer lugar paro pasto, de sus animales, y sitio para sus cultivos de bananos, despejó uno gran porte del bosque. Cuando el suelo no ero sostenido por la fuer– zo de amarre, que ofrecían las raíces de los árboles, fue el islote uno fácil preso del poderoso río, que año tras año se fue llevando pedazos más y más gran– des del islote de manera que ahora sólo el pedazo más al oeste aun se encuentra ahí, bajo la formo de un banco de areno, apenas encima de la superficie del agua. Arriba de la embocadura del Colorado es el río majestuoso por su anchura, y los riberos se alzan de más en más, aunque están cubiertas de bosques hasta el borde del aguo. Los bancos de hierbas son más y más raros y los pontanas desaparecen de los bordes del río y son substituídos por elegantes y airosas palmeros y macizos y vigorosos cedros.
EL SARAPIQUI
En lo tarde posamos despacio delante lo desem– bocadura de uno de los más importantes afluentes del río Son Juan, el ríb Sarapiquí, a 51 kilómetros de San Juan del Norte. En su reunión con el río San Juan es un ancho y poderoso río, apenas más angosto que el río principal. Sus riberos están cortados a pico y re– vestidas de uno frondoso selva. El Sarapiquí, que en todo su largo se extiende l1\lás o menos 80 kilómetros viene de fas tierras altos de Costd Rico: sus fuentes salen de los volcanes Poas y Barbo. Más o menos 30 -17-
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