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gobernante, independiente en su administración pero que no apartara los ojos del caudillo en cuanto al porvenir del Partido Conservador. Diciéndolo en ruda verdad que mantuviera la puer–

to abierto para que el caudillo pudiera volver a la Presidencia de lo República.

El Gral. Emiliano Chamarra tuvo el buen ojo para fijarse en don Martín Benard, sl,ljeto de muy buena reputación entre los elementos altos del Partido en cuanto o un orden administra– tivo, pero que por su carácter apegado a los número$, /10 conmovía o lo opinión pública.

El Gral. Emilicmo Chamarra, hizo un viaje a Matagalpa ciudad en aquel tiempo decisiva en cuanto o cifra de la opinión pública, para el conservatismo. Allí en un ácto. público el pro– pio Presidente de lo República, el poderoso Caudillo lanzó lo candidatura de don Martín Benard. Pero este se encerró con sus propósitos administrativos, y careció completamente del coraje para levantar su personalidad política de primer orden sobre tan sólidos cimientos como los que le había brindado el Caudillo.

Era el conservatismo en aquellos años su-Ficientemente poderoso en masas poro, aunque sin entusiasmo, haber hecho triunfar la candidatura de don Martín si no apareciera otra comba– tiva y poderosa dentro del mismo partido.

y ese fue el percance fatal paro la candidatura de don Martín. Don Diego Manuel Cha– marra, era el Ministro en Washington del Presidente Gral. Emiliano Chamorro, y se vino impul– sado por su carácter impetuoso, para lanzar su candidatura. Entró con bandera desplegado co– mo un hurac6n que no admite obstáculos

Llegado al país, escogió como punto estratégico para lanzar su candidatura o lo ciudad de León, cede histórica del liberalismo nicaragüense. Allí en el parquet frente a la majestuoso Catedral, yola estatua del Gral. Máximo Jerez, que es el sello permanente del liberalismo occi– dental, dijo imitando a Napoleón: ¡'Vengo como Temístocles, o tocar la puerta de este pueblo de León¡ que tengo por el más noble, inteligente y de criterio levantado de mis posibles adversa– rios'¡.

La impresión fue enorme. El conservatismo de León sin diferencia de grupo se fue. tras el gigante candidato. El liberalismo escuchó con respeto y en algunos pasajes de su discurso¡ le aplaudió.

Esto complicación fue grave para el Gral. Chamorro¡ a quien no convenía la candidatura de don Diego¡ porque daba lugar en lo sucesión de un Chamarra por otro Chamorro¡ o que le fuera cerrada la puerta de una sucesión inmediata en la Presidencia de la República. Pero su

Partido no le siguió en esa opinión¡ ni los de su misma familia inmediata¡ porque don Salvador Chamarra se declaró partidario fervoroso de la candidatura de don Diego.

Este, activo¡ enérgico y afirmativo siguió en su propaganda, arrostrando los masas con– servadoras en Managua, en Masaya y casi LJnánimemente en Granada.

Desde ese momento todos veíamos con claridad, que en lo Gran Cónvención conservado– ra triunfaría por lujosa mayoría la candidatura de don Diego Manuel Chamarra.

Don Diego, me citó a una conversación privada con él¡ y lo tuvimos muy cordial¡ en la caso de un amigo de los dos. Don Diego me pidió el apoyo del grupo cuadrapasista. Le ase– guré que ese grupo no combatiría su candidatura y que o la hora de las elecciones¡ y en lucha franca ya con el Partido Liberal, iríamos a votar por él; pero sin compromisos previos. Ese era el criterio de todos los que me acompañaban en la política, y que era la que imponía un buen con– servatismo.

Complacieron a don Diego mis palabras que fueron el principio de un intento de recons– trucción, inteligente y patriótico del Partido Conservador histórico.

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