Page 106 - RC_1963_12_N39

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tad sentada, gorda, hecha de una manera poco usual, esto es, grosera y masiva. A través de la parte infe– rior cuadrangular, pasaba un hoyo redondo, de un tercio de metro de diámetro. Por esto parece ser la cureña del cañón.

Dentro de la arboleda, bastante lejé>,; de los mon– tones de piedras, encontré una obra que es de un tipo intermediario entre una estatua y un bajo relieve, (Fig. F). Sobre una columna enteramente redonda, se encuentra una pequeña, gruesa figura humana, de piernas excepcionalmente cortas. Los brazos son pe– queños, como el cuerpo, esculpidos sin el menor esfuer– zo para mostrar la musculatura. Encima de los hom– bros se contorna el bloque de piedra, enteramente sin trabajo hacia atrás y hacia los lados. Hacia adelante, por el contrario, la cara de la estatua está esculpida en bajo relieve. Sobre la cabeza se ve una cabeza de mono o de hombre, también en bajo relieve, dotada de un cuello largo. Esta estatua era una de las mejor conservadas.

Las restantes eran todas de bajo relieve, pero to– das habían estado dotadas de pedestales y habí'an, originalmente, estado de pie. Squier dice, en particu– lar, que aquí sólo encontró "un" bajo relieve y mantie– ne que este es el único conocido en Centro América. El primero en su orden del cual yo puedo hablar -figura G- es uno colosal, con brazos humanos fi– namente esculpidos y una bella cabeza de animal de perfil. Es el Lmico perfil en relieve que yo haya visto en esta región. El otro (figura H) es el que Squier di– bujó (11, p. 61)" una forma humana con grandes orejas colgantes y una barba larga. El tercero (figura 1) es– tá quebrado en varios pedazos, sólo la cara está casi intacta. Está bien trabajada, casi con una expresión jovial. Sobre la cabeza se ve un angosto turbante o una gorra. El cuarto y último (figura J) es uno forma

En este aspecto era el primer lugar de explora– ración de mucho mayor interés. Los estotuas mismas estaban también en menos buen estado y hubfon sido, ciertamente, expuestas n rnayores ogravios, y probo·· blemente, también a esfuerzos para moverlos de allí. Sabemos por Squier que así habí'a sido el caso. Algu– nas, ya antes de su visita a la Isla en 1849, habían sido transportadas a Granada, y él mi~mo envió otras a Washington. Una de las eslatuos la encontré des– pués en la playa misma de la Bahía del Chiquero, hasta la mitad en el agua, con la cabeza cortada.

Ahora que yo estaba aquí, no esperaba, COI ,10 ya dije, encontrar algo nuevo entre los mayores objetos del lugar, quedé tan contento como sorprendido al en– contrar tres estatuas, ni descritas ni dibujadas por Squier, en la vecindad inmediata de los que yo conocía a través de su descripción. (Ver Squier 1 c, 11, págs.

52, 54, 58, 61, 64).

Alentado por este éxito, busqué con ardor en los vecinos matorrales y tuve la buena sue¡-te de socar a iuz seis estatuas por todo, las que no eran antes conoci– das.

Como después de fotografiar y de medir, descubrí que las proporciones de los dibujos que Squier había publicqdo eran incorrectas, los dibujé de nuevo y aquí doy la lista en el orden en que aparecen en mi libro de diseños.

La figura A representa una forma de hombre, sentado en el suelo, con las rodillas bajo el mentón, llevando sobre la cabeza un gorro piramidal. El pe– destal es cuadrangular, inclinado hacia abajo. La B dijo Esteban que era un tigre o jaguar, y ciertamente, no estaba tan lejos de la realidad porque las cortas y poderosas extremidades, y la forma de las manos y de los pies, o patas, semejan más a un felino que a un ser humano. El pedestal era poco comLln, de una forma medio redonda, la parte superior decorada con un or– namento angulado. La tercera figura C, en su orden era la que había quedado sobre la playa del Lago, probablemente en camino a un museo. El pedestal es la parte de la estatua mejor conservada y muestro en un campo rectangular en los lados, bellos y simé– tricos ornamentos grabados a rayas.

Las figuras D y E muestran una estatua única en su especie. Un borde del ancho y pesado bloque ha sido labrado en una figura humana con las manos so– bre el vientre y una fantástica decoración alta sobre la cabeza con un ornamento sobresaliente. Los an– chos lados del bloque están decorados con rayas en relieve, pero por lo demós, cinceladas. Probablernen– te ha sido esta obra de arte una parte de alguna celda o templo, o ha formado parte de un nicho.

En la vecindad' de esta estatuo yaCÍla un enorme pedestal redondo, reduciéndose progresivamente hacia abajo. Esteban y los otros lo llamaron "el cañón" y

en su forma era, ind!Jdablemente, muy parecido a uno de estos. Squier habla de él y lo dibujó. Cuando lo hizo se encontrába encima una figura pequeña de ro– dillas, con una gran cabeza. Ahora está la figura

enterament~ arrancada y sólo algunos pedazos seña– lan el lugar donde se encontraba.

Al lado del "cañón" se encontró una estatua anotado por Squier (11, p. 58), una figura humana, mi-

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