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« Previous Page Table of Contents Next Page »negocios de cortes ,de madera y de la propiedad paterna; la isla de El Espíritu Santo en la bahía de Jiquilisco, en donde teníamos una máquina de aserrar, cañamelares y ganado. De modo que tenía ,poca ingerencia en la polí– tica y muy poco gusto por ella.
Caído Zelaya la familia toda regresó a Nicaragua quedando yo en la isla. Al poco tiempo vine también a Nicaragua y me encontré con los pactos Dawson. E~
Gral. Chamarra estaba en el apogeo de su prestigio y en Chinanclega se le hizo un grandioso recibimiento. Los pactos Dawson iban dirigidos directamente contra él pues– to que quitaban al pueblo el derecho de elegir y lo entregaban a 5 personas seleccionadas de manera que todo podía suceder menos que designaran candidato al Gral. Chamarro. Entonces yo no sabía que es sabio con– sejo que siguen los Gobiernos imperialistas el no dejar llegar al poder a hombres que pueden mantenerse por su propios ,prestigios populares, sino elevar a desconocidos que necesitan de su continuado apoyo pal'a mantenerse
y que paguen con sumisión los favores recibidos.
Era yo muy joven, muy impetuoso y muy ignorante, y propuse a los Generales Monterrosa, Durón y otros mi– litares que acompañaban al Gral. Chamorro, que los 1.200 hombres que podíamos armar nos fuéramos a Ma– nagua a quitar al Gral. Estrada y poner de una vez a Don Emiliano en la Presidencia. Nos faltó el consentimiento del GI'al. Chamorro y yo hice mis maletas y me regresé a El Salvador dispuesto a no meterme más en politiquerías
y quedarme a vivir en el hermano país, pagando la deuda que mi padre tenía con los Bancos y quedándome con la propiedad agrícola del Espíritu Santo.
Allá me llegaban las noticias de lo que estaba ocu– rriendo en mi Patria en donde los Agentes imperialistas movían las fichas para llevar a la Presidencia a don Adol–
'fo Díaz, intrigas que culminaron con la destitución de Estrada, la disolución de la primera constituyente con– servaclora que presidiera el Dr. Cárdenas y la salida del país para Honduras del GraL Chamarra.
Recibí invitación del Gr,al. Chamorro desde Teguci– galpa para que fuera a conversar con él sobre ciertas noticias de que el Gobierno salvadoreño que presidía el Dr. Arauja estaba dando auxilios a los emigrados hondu– reños para derrocar al Gobierno de nuestro buen amigo él Gral. Manuel Bonilla.
Coincidió mi llegada a Tegucigalpa con la del her– mano del Gral. Chamorro, Gral. Evaristo Henríquez, quien llevaba la misión de parte del Gral. Mena de un arreglo por el cual Mena asumiría la Presidencia con el apoyo del Partido Conservador en su totalidad, ofreciéndole a Chamo– rro organizar su Gabinete en completo acuerdo con él y darle su completo a:poyo para la sucesión pres;idencial. Yo aconsejé llegar al arreglo con Mena, por las razones siguientes: El Gral. Mena era un conservador insospecha– ble y había sido factor decisivo en el triunfo de la revo– lución de Octubre.
Mena había tenido la supremacía de las armas por su habilidad, mientras Chamorro había malgastado su tiempo en bailes y celebraciones. Además Chamorro era mucho más joven que Mena.
Se evitaría una guerra Civil sangrienta con el resul– ,tado de que Chamorro tampoco sería Presidente sino don Adolfo Díaz.
El Partido permanecería compacto e intacto mientras que la lucha lo dividiría hondamente.
El Gral. Chamorro accedió a tener ulla conferencia con Mena aceptando previamente en principio la propues– ta de éste.
Evaristo salió para Nicaragua ,para hacer los arreglos preliminares para la conferencia. Desgraciadamente lle– gó a Granada el día que los Directores del Partido daban un banquete a Don Adolfo. Se comprometieron a sos– tenerlo en la lucha con Mena y recibieron reconocimiento del Estado por sus reclamos por unos 10 millones de pesos en billetes depreciados al mil por ciento.
El Gral. Chamarro regresó a Nicaragua para cumplir los arreglos hechos en Granada y preparar la guerra contra Mena. Vino ésta destructora y sangrienta; el Par– tido se dividió hondamente y Don Adolfo fue electo Presidente bajo el imperio de los Marinos en circunstan– cias y modalidades que más tarde refirió bufonamente el Coronel Smedley Butler, encargado de hacer dichas elec– ciones. Y el Senador King comparó lo hecho en Nicara– gua con el tema de una novela de Dickens en la cual ulla pandilla de ladrones usaban a un niño enclenque y flato que hacían pasar por los ,pequeños e inverosímiles trCl9<1– luces para quitar las trancas y cerrojos y abrir las puertas a la pandilla. El chiquillo era Don Adolfo.
De Tegucigalpa donde estuve una semana con el Gral. Chamorro y a donde nos lIegal'a la triste noticia de la muerte del Dr. Silva, caudillo conservador de Managua y gran esperanza- para la Patria y el Partido, regresé a mi islita, más resuelto aún que antes a no meterme en la po– lítica, que cada día me desagradaba más.
Por esta razón desoí varias llamadas que de Nicara– gua me hicieron el Gral. Chamorro y mi padre para que aceptara volver a Tegucigalpa como representante del Gobierno y para preparar ayuda contra Mena. Varias veces me negué, hasta que un día apareció en la ,pl'opie– dad un pariente con carta de mi señor padre en la cual me pedía que regresara inmediatamente a Nicaragua por graves asuntos de familia y me enviaba al pariente paro que se hiciera cargo de la propiedad durante mi ausencia. Mordí el anzuelo, y al volver a Chinandega mi padre me informó que el Gral. Chamorro quería que yo fuera a Honduras como agente confidencial para obtener la ayu– da de aquel Gobierno y comprar armas por su medio para la lucha contra Mena. Me dijo que él se había compro– metido con Chamorro a que yo iría y esperaba no lo hiciera faltar a su palabra. Hube de aceptar ,pero puse la condición de que antes hablaría con el Dr. Salvador Buitrago Díaz, íntimo de Mena, ,porque si Mena e;staba dispuesto, como decían, a no aprobar los Contratos con los Banqueros de Nueva York, yo me volvería a IEI Salva– dor o mejor apoyaría a Mena. Fuí a Managua, hablé con Salvador íntimamente y nos vimos nuevamente en su casa esa misma noche. Salvador me manifestó que había ha– blado con Mena y que, al contrario, éste estaba dispuesto a aceptar los contratos siempre que se pusiera en vigencia la nueva Constitución que lo dejaba a él como PrE'sidente. Esto era todo. ¿ Y la Patria?
Y así al siguiente día recibí las credenciales y mar– ché a Tegucigalpa creyendo que sería por unas dos semanas solamente y volvería a mis tierras de Jiquilisco.
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