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« Previous Page Table of Contents Next Page »el Dr. Salvador Castrillo, llegó a insinuar muy claramente que el incendio servía para encubrir robos en el Ramo y de pretexto para no rendir cuentas.
Pura malicia porque era fácil reconstruir las cuentas ya que todo pago se hacia previo acuerdo. En la Aduana estaban todas las pólizas de Registro y en el Banco todas las letras pagadas de los materiales llegados del ex:erior que eran los gastos más cuantiosos, y en las oficinas del Gobierno planillqs de trabajadores Ei~c. Confieso que ésta fue la única vez que un ataque periodístico logró sacarme de mi habitual serenidad. Las 24 horas de dura lucha, sin dormir ni un minuto, me tenían de punta los nervios y el insulto era tan soez y procedía precisamente de donde menos debía, que salí a buscar al Dr. para desa· fiarlo a muerte. Felizmente algunos amigos evitaron que nos encontráramos y esa noche dormí como una piedra, me bañé deliciosamente y recuperé el control propio. En la mañana llegaron los r~porteros y les dije que ya se tenían sospecha,s de quien era el incendiario. Que en el poste principal frente a la dirección se habían en– contrado varios pelos que los expertos creían eran de la rizada barba que usaba el Dr. Castillo. Y entonces fue el amigo Castrillo quien me andaba buscando f,urioso. A los pocos meses y con ocasión de mi viaje a Nueva York el Dr. publicó en El Heraldo un bello editorial de despedida lleno de nobleza intituado: IIDONT SAY GOODBY; BUT AUREVOIR II . Después concurrió a una co·
mida en mi honor y dijo que llegaba para darme una satisfacción pública de lo que en un momento de ofus. cación había publicado. Desde entonces cultivamos es. trecha y bella amistad y estoy en deuda con él por las ocasiones numerosas en que salió en mi defensa de ata. ques que me hicieron durante mi ausencia.
Como se recordará el Gobierno entonces estaba me. tido en la camisa de fuerza del llamado Plan Lansing y
apenas disponía de 120 mil córdobas mensuales ,para cu. brir su presupuesto ordinario. De modo que no podía facilitar fondos para los pedidos de materiales que se neo cesitaban urgentemente. Y otra vez los empleados del ramo dieron muestra de su patriotismo y lealtad, ofre. ciendo donar el 5% de sus sueldos para la compra de materiales urgentes. Hablé con don Diego y éste se con. movió mucho con el generoso gesto, y convinimos en que se aceptara temporalmente ese 5% pero no como donati. vo, sino como préstamo que al pagarlo el Gobierno sirviera ,para organizar la Caja de Ahorros del gremio, y por último don Diego resolvió que se exonerara a los contribuyentes del pago del 5% de su sueldo que entera. ban en la Tesorería del Partido, y así se hizo.
Naturalmente que esta fue una nueva demora en mi viaje a Nueva York, pues no podía dejar en esa situación a los servicios a mi cargo y me propuse restablecerlos completamente antes de marcharme del país. Y así fue,
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LA UNION CENTROAMERICANA
En los primeros meses del Gobierno de don Diego, los Gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala fir· maron una Convención para reunir una Asamblea Cons· tituyente, fabricar la Constitución de Centro América y
establecer el Gobierno central con Tegucigalpa como sede. Nicaragua fue invitada pero en las pláticil's reser· vadas nuestro Gibierno expuso claramente la situación en referencia al Tratado Chamorro.Bryan impugnado por los países hermanos e!1 la Corte de Cartago y declaró que no podía concurrir a menos que los otros paíseis convinieran previamente en que la nueva entidad que nacería de la reunión de la Constituyente reconocería como válidos too dos los tratados que cada uno de ellos había celebrado en uso de su soberanía, lo que implicaba el I'econocimiento del Tratado Chamorro.Bryan. La política no es cosa in· tangible, aérea, espiritual. La política es el arte de las cosas reales, tangibles, y posado en la tierra firme de la historia y del presente, y si es poltica alta el estadista fija su mirada en lo porvenir y lo prepara. Estaba fresca aún la historia de Panamá y nuestros hombl'es seguían teorizando y discutiendo un Derecho Internacional que no existe sino como norma de buena y agradable educación que facilita la convivencia después de la buena cena. Se negaron, y todavía de cuando en cuando algún rezagado mental y lorito de la prensa sale con remembranzas del famoso e inocuo Tratado, no obstante que ellos mismos o sus herederos directos aceptan para nuestras parcelas el status de subdesarrolladas o sea colonizables y hasta para inaugurar una corta tubería de agua potable en le· jana aldea izan a la par de la bandera azul y blanca de nuestros mayores la bandera de los Estados Unidos y
siempre hay un discursito gringo para recordar al pueblo que los Estados Unidos han contribuído con la l1litad del costo para que beban agua buena y potable. "Cosas ve· redes Sancho amigo". . . Es casi seguro que si con mayor visión del futuro ,hubieran aceptado la tesi's de Nicaragua entonces, se habría consolidado la Unión Centroame· ricana.
Ante la negativa del Gobierno de Niaragua de con· currir con Diputados a la Constituyente proyectada, un grupo de jóvenes unionistas, liberales como el recordado amigo Dr. Ramírez Brown y dos conservadores, el Dr. Uro techo, ex·canciller en cesantía, y el Dr. Alfonso Solórzano, hombre ya de edad y experiencia, lanzaron un manifiesto llamando al pueblo nicaragüense a elecciones de Diputa· dos a la Constituyente. Hacía yo mi usual visita diaria a la Presidencia y encontré muy temprano a don Diego con su Gabinete y la Corte Suprema de Justicia. Yo no era más que un simple empleado de Comunicaciones; pero el Presidente me llamó e hizo nuevamente relación de la convocatoria. Don Diego era muy celoso de todo acto que menoscabara la majestad de la autoridad y del orden legal y decía que esa convocatoria era un atentado y una usur:pación de las funciones del Gobierno y estaba con· sultando con los funcionarios dichos qué actitud tomar para hacerse re$petar, y se sostenía el criterio de que po· día levantarse causa judicial por usurpación de funciones. Naturalmente que en presencia de tanto personaje yo escuché atentamente pero me callé. El Presidente me dijo entonces que me había llamado para pedirme mi opio nión. Yo contesté que ahora que él me autorizaba sentía manifestar que yo veía el asunto como una co&a
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