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Los americanos decretan y colectan los impuestos que los nicaragüenses pagamos. Además de un

Recaudador General de Aduanas norteamericano otro norteamericano ha sido nombrado como Inspector Ge– neral de Ingresos Internos. Un alto Comisionado americano tiene su asiento supremo en Managua ordenan– do qué impuestos serán exigidos y cómo y cuándo. El también dirige el Presupuesto. Americanos controlan las elecciones, americanos gobiernan las fuerzas armadas de la República, americanos son la policía, ame– ricanos tienen las cárceles y penitenciarías boja su jurisdicción. Nuestro Congreso tiene un trabajo muy fácil. Todo lo que tiene que hacer es aprobar las recomendaciones que se le hacen. Si el Congreso es tardío es

mostrar la gratitud debida por ser dirigido, vuestros aviones zumban sobre el Capitolio nicaragüense y vues– tros marinos desembarcan en nuestro sagrado suelo y vuestros barcos de guerra entran en nuestros puertos,

y los impuestos cobrados son gastados principalmente en pagar los sueldos de los americanos, porque a los gastos de la Guardia Nacional es necesario agregar el costo para nosotros de los Recaudadores de Aduana americanos, Inspectores de Rentas americanos, expertos sanitarios americanos, Consejeros electorales ameri– canos, Consejeros financieros americanos etc. Nosotros los nicaragüenses hemos sido dejados literalmente en la condición de bestias de carga, trabajando y pagando impuestos para los hombres que nos montan.

Por supuesto, se puede alegar que el Presidente de Nicaragua es nominalmente Jefe de la Guardia Nacional. Aun suponiendo que él fuera efectiva y realmente Jefe ¿Sabe Ud. cómo él es electo? Un nicara–

güense muy prominente, un miembro de una de las Directivas de los Partidos que sonríe en público pero llora en la intimidad de su corazón nicaragüense, me escribe que "la maquinaria electoral va a ser controlada por un tribunal de tres miembros, un miembro por cada una de las Directivas de los Partidos Liberal y Conserva–

dor y un tercero en representación del Gobierno de los Estados Unidos". Ya le he explicado a Ud. cómo los nicaragüenses miembros de las Directivas no representan al pueblo del todo. Pero hay una leve y remota esperanza de que ellos, o los miembros que ellos escojan para representarlos en la Junta o Tribunal Electoral, puedan ievantarse de su degradación y actuar valientemente con honestidad. Por esto, como me dice mi informante, "ha sido arreglado que las decisiones del Tribunal serán obligatorias e inapelables y que el voto del miembro americano (General McCoy) se contará como tres votos contra un voto de cada uno de los otros

dos miembros". ¿Tenemos los nicaragüenses alguna probabilidad de elegir como nuestro Presidente a un

hombre que quiera representar verdaderamente nuestros intereses?

Lo expuesto arriba explicará a Ud. por qué está luchando el General Augusto C. Sandino.

El no está de vacaciones. El no está pasándola agradablemente, y él no está sólo. Varias veces se

ha informado que sus fuerzas han sido completamente aplastadas sólo para reaparecer más fuertes que an– tes. Nadie espera en Nicaragua derrotar a los Estados Unidos en una guerra desigual. Nosotros nos da–

mos cuenta perfectamente del poder invencible de vuestro gran país. ¿No puede nuestro sacrificio mover

las fibras viriles, tocar las cuerdas humanas del corazón del pueblo norteamericano? Nosotros rezamos pa–

ra que así sea Nosotros oramos para que, si no el sacrificio nuestro, el sacrificio de aquellos jóvenes ameri– canos enviados a Nicaragua mueva al pueblo americano. Que aviones americanos bombardean ciudades nicaragüenses y masacran mujeres y niños y hombres no combatientes son cosas que pueden ser tomadas

como falsas informaciones por los hombres fríos de estas latitudes. Pero nosotros confiamos en que la suer– te de los muchachos americanos consignados a la selva y a todas sus inclemencias y peligros pueda encen– der los sentimientos humanitarios en los Estados Unidos y hasta que ésto no suceda los nicaragüenses conti– nuarán luchando. Algún día se nos hará justicia por parte de esta gran democracia de Uds. Algún día el mandamiento de amarnos los unos a los otros será atendido por vuestro pueblo. No obstante las terribles cosas que están pasando en nuestro país, los nicaragüenses no hemos aprendido todavía a odiar a los Estados Unidos.

Suyo affmo. T. TIJERINO

(B)

Carta Original en el Archivo

Enero, 24 de 7930.

Sr. Don J. Antonio /caza O., Chinandega. Estimado señor:

Tengo instrucciones del Señor Presidente de la República para acusar a Ud. recibo de la apreciable carta de fecha 20 del mes corriente en que solicita permiso para el ingreso al país de don Toribio Tijerino.

Lamenta el Señor Presidente tener que negar dicho permiso porque aún subsisten las causas de la primera negativa.

Con muestras de consideración, me suscribo de Ud. atento servidor.

CARLOS A. BRAVO Secretario Privado.

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