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Arroyo de La Aduana

Ya hem.os hecho conocer lC},s grandes proezas materiales que de por sí y con per– miSe;> municipal ha hecho el Zacatiligüe, proe–

Z¿¡lS 'que dejaron rnem.o:ria por :muchos día~.

Recorramos un poco ahQr?l. el arroyo henn~­

no, el de La Aduana. Hemos dicho que ie),–

ma distintos nombres en el cruCé de cada ave– nida.. Y estuvimos en la Boca qe lilJ3arrancª, donde hay un corno doble,puen±e, que pe~':7

rnife la prolongación de la Calle de La LibeJ;"~

tad y da comienzo a la Calle de Corral. Las edificaciones sobre el borde Sur del arroye:> no permiten cruces en :r;riás de un ciento de varas. y si llega al punto ~n que sé abrió la.

avenida que pasa frente a la Merced o sea. la del Catorce de Sep±iexnbré, decimos que se abrió :porque lo que' ha,bía antes del cornieI+– zo del siglo en que vaInOS era un estrecho ca– llejón, que le decían de los Trañas, nOlTIbre de una familia que vivía en él. Con el r~­

corte de solares y de casitas dispersas, se lle– gó hasta el propio cruce del arroyo.

La OlrabanCla: Nueva G..anada

Pudiérarnos ex±end~rnos en dar más de– ialles sobre la vida del docior Urtecho tan útil para cada vecino y para la colectividad. Granada debe contarlo enire sus benefac±o– res. Fue él quien urbanizó prácticaI,llen±e La Otra Banda que ahora le llaman la Nueva Granada. Pero por grato q-p,e sea para no– so±ros esa tarea, debernos por el rnornen±o continuar la visita de los arroyos.

En el hervor de las pasiones políticas de aqueo– llos días (enire iglesieros, progresisias y ge– nuinos) no es extraño qu~, en un momento de cordura, haya.n encontrado votos parl¡l ha.. cer alcalde a uno que corno dijimos era bueno para iodos. Ya lo vimos en la noche del de.,. sasire de 1889, preguntando a cada damnifi– cado: qué auxilio podría prestar la auíoridad. El Dr. Urtecho expió el delito de indolencia cometido por los ediles antecesores. Cogió una pulrnonía que lo puso in exiremis. Tuvp que testar y recibir los auxilios religiosos; p~­

ro miró por la seguridad del vecindario, do– tando a la ciudad del n'llevo cauce Y del puen– te. Corno los Alcaldes se elegí&n cada año, el Dr. Ur±echo no era Alcalde cuando se dijo: "que las aguas acabarían de abrir el des&– güelfo

Ahogadf;)S allaDle8l' a vadea&"

A esa len±i±ud ha de atribuirse, en parle, el que los arroyos sobre iodo el Zacaíiligüe, no haya causado cada año t~ntos e:stragos co– mo era de esperarse de las poderosas co– rrien±es que los forman. De iiempo en ±iem– po Se ha dicho de algún individuo que se ahogó al tantear el vado cuando corre.

Sima u Oquedad

El ial arroyo en este lugar es una siIna u oquedad que rrtide cqInO cién varas de an– cho. El rnonvo de sem.ejante anchura acmal

Puente liD... Juan Ignacio Udecho il es que había por el lado Nqrdeste, un arroyo El puente que está sobre el Zacatiligiie iribu±ar~o que en ese punto caía al pri~cipat

y q~~ sirve para pasar al Ceznenterio tiene, El arroyito desaparecido ha dejado íodavía

y dl)lInOS que con justicia, el nombre del doc- una, depresión que en la e~±ación llu\Viosa, t

or Don Juan Ignacio Urlecho. Fue este cs- forma charcas con cría de zancudos, . y po'r

~llero un hombre, ante iodo, m.odesto, Mé- fort~?a crías tambi~n de legione:s de sapos 1

1CO y Cirujano, era generoso, aliruisía (en auxi11~res de la SanIdad para eXÍlrpación de

,In bu.eno, en la extensión' de la palabra). los pruneros.

-15-.

11 Sin Piedad, Talay6, los MajuUas

Este ±recho de arroyo que hemos descri– fo quién sabe por qué 10 llam.aban "El Sin

Pi~dad". Para habilüarlo corno calle y, pa– ra edificar sobre el propio cauce, se hizo un nuevo desvío, un corie sobre el solar de la casa de Tatayó (Don Juan de :qios Moreira). Todavía hay tesíigos de cuan~o se practicó ese nuevo desvío, y, de no, allí están, 1 9 , El puente, 2 9 , antes del puente, un rrturo para detener el írrtpetu de las aguas y evitar que éstas barran la esquina en que vivió el rrta– frirnonio Pérez Moreira, y 3 9 , el alío de ±alpu– ja que serrteja farallón, donde vivió Don Ca– ye±ano Ochornogo, alto cuyo pie soca-Y8.la corriente para lanzarse frente a los Ma)u1J.as y llegar al cauce mayor, que era de los Mi-llones.

11 nuevo y el primilivo Hospilal San Juan de Dios

Puesta a un lado, al parecer definitiva– mente, la corriente del Zaca±iligüe, surgió la edificación de la Calle de Esírada. Se con– cluyó la construcción del Hospital de San Juan de Dios en el lugar en que estuvo, y de donde se trasladó a La Otrabanda. El pri– rnifivo Hospital se fundó al lado de la Plaza de Annas (hoy Parque Colón). Porque, di– gámoslo entre paréntesis, la Plaza de Armas erél cen-ada alIado Sur en su esquina Sudoes– fe, como todavía está alIado Nor±e en su es– quina Nordoes±e. El primer Hospital ocupa– ba propiamente el espacio enire las casas de las sucesiones de Don Salvador Soto y de Don Fernando Charrtorro Quesada, es decir, su de– molición :formó el frazo de avenida, que sale de la Plaza y pasa al Oriente del Mercado. Persona fidedigna y que cuenta más de no– venta años" nos dice que, aún después de

1854, podía uno ver la capilla y la. botica del Hospifal en el lugar cifado¡ y que la. calle,

quE? era arroyo, estaba rnon±uosa! La ciudad terminaba, puede decirse" a ~p.a cuadra de la Plaza, al Sur, y seguían casilas .dispersas y;monie.

Debe haber sido así, COInO nos lo cuenta el anciano aludido porque, en verdad, en Granada el aumen±o de la construcción de edificios ha sido lenío.

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