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hecho con motivo de los daños que ha cau– sado aunque esos daños han tenido su base en la faIfa de cordura de los habitantes o de los dirigentes de la ciudad.

Recorrida por los arroyos

Quizás debe ser el Zacatiligüe el arroyo que merece la prirn.era atención; por ser éste el que más daños ha causado a los que han vivido en su vecindad, y por ser este ar~oyo,

por excepción, al que con más frecuenCIa se ha hecho cambiar de cauce. .

Si hern.os de recorrerlo buscando su orI– gen, no será rn.alo que quienes nos acom.pa– ñen, se calcen dé bota fuerte para preservarse de la hurn.edad del suelo y de las ofensas de algunas hierbas espinosas; y será cbnvenie~­

te tam.bién llevar algún pañuelo, con desdon– zan±es o preservativo contra los hedores.

Recinto sombrio con llores de muerJo

Entrarentos por la bajada del Pozo de Oro y camina.remos hacia Occidente, es de– cir contra corriente, y pronto nos hallarern.os en'una hondonada o encajonamiento, en que los bordes a Inanera de paredes, llegan a ie– ner cinco varas y lUás de alto. Los árboles por arriba hacen el recinto sorn.brío. 'Las ra– lUas podían en algunos puntos iocarse de un lado a airo; pero mucho se ha talado el Illonte para hacer leña. A veces las alias paredes tienen colgaduras de enredaderas y algunos verdes alfontbrados, que lucen flores azules, las cuales en los jardines llarn.an pensamien– tos, y allí, la gente del campo les dicen, flo– res de muerto.

ConIrayel'bas pua maques del cólera

Un sabio herborizanie quedaría encan– tado al encontrar por esos lados tantas yer– bas, que han desaparecido de la ciudad, yer– bas que tenían fama de m.edicinales, antes de que pulularan las boticas. Allí está todavía la contrayerba que, con una rodaji±a de su bulbo, tonifica los intestinos, después de un ataque del cólera.

arenas

El fondo del cauce, casi lirn.pio con sus doce varas de ancho más o menos, se ve pla– no y cubierto de una espesa capa de arena, como eran las calles antiguas de la ciudad, antes de que se compusieran o descolUpusie– ran, suprimiendo las rampas.

Cenzon!les y pOl"ologos

Al avanzar en la dirección expresada, llegaremos a la serie de grietas afluentes que da:q. origen y nombre al arroyo, pues baJan de las pequeñas lomas del sitio de Zacatili– güe. Aves parecidas al cenzon±le, en las ra– mas de los árboles, y porologos de friste can– to, en los agujeros de los paredones, son los COInunes habitantes.

Culebras Miea

En tierra suele uno encontrar algúna boa constrictor (culebra nUca ) y, algunos afros

reptiles. Parece que los ejemplares de la ser– piente gigante, o boa ordinar~a,. que ante.s vivían, han desaparecido. La ul±irn.a que VI– lUOS rn.edía COIl1.0 cinco o seis varas, lo arras– tró una corren±ada y su carne no fue utili– zada.

Vendavales

Es obvio que, teniendo corn.o tiene el ~a­

ca±iligüe por origen las aguas de las llUVIas que caen en las colinas del sitio lUencionado, el tal arroyo lleva, de por sí, una corriente poderosa, la cual, aunque cruzaba :eor den– fro de la ciudad, no causaba gran dano pues– to que las casas no eran nurn.erosas. Suce– día en ocasiones, sobre todo cuando soplaba vendaval, que es el viento fuerte con lluvias, que la corriente aparecía sin haber llovido en la población.

Los Millones

La dijitnos atrás CÓIl1.0, después de la pa– sada del Pozo de Oro, corría recio, daba la vuelta de La J ovada, y seguía siempre hacia el Oriente por la que es hoy Calle de Esfrada, o (la. Calle Sur) para precipitarse en La Ca– rretería. Creernos haber insinuado también:: que, en el siglo XVIII, a fines, se hizo en La J ovada, un tope para itnpedir que siguiese la corriente hacia La Carretería, y se abrió un corte que la llevase hasta el pie de una pe– queña altura, donde ahora está la casa que habita la descendencia de don Encarnación Moreira. Allí daba vuelta hacia el Sur, pa– sando por los solares de Dn. Julián Castillo y el que ahora es de los Marcia. Las aguas ca– yeron a lo que llamaron Arroyo de los Millo– nes, por que en el fondo de esa hondonada, vivía una fanülia de indios prilTIifivos, de ese apellido. Sobre las doscientas varas de cau– ce que se fonnó entre La Joyada, a partir de la casa de Gervasio Níca, hasta la citada de las señoritas Moreira, están a la esquina de Pía Tejada de Urbina (Urraca) y la casa de cañón en que vive el m.aes±ro zapatero Don Consiantino Gu±iérrez, y adern.ás, la esquina que habitaron Don Excequiel Pérez y su es– posa Doña Manuelita Moreira.

8a Chica, El Clüvo, moa Cannen, "I:101t Diego

El borde Norie del arroyo está marcado por una rampa, que se ve al exíremo Sur del solar de ña Chica Cuadra, el cual solar fue del yerno de dicha señora, Don Inocen±e Fle– fes (El Chivo), quien edificó la serie de cuar– fas alIado poniente de la nueva avenida, que se conoce con el norn.bre de Las Barricadas, y antes (con sólo la rn.i±ad de su ancho) era el Callejón de Las Cáceres. En la línea del borde Sur, de esta sección de arroyo, hubo una cerca de piñuela, que dejaba encerradas las casas de las Llanes (de que hay restos) la de ña Carmen Correa, y la de ñor Diego Boza, lugar que ocupa hoy la del maestro He– liodoro Acevedo. En la línea que dejó la pi– ñuela, y abriendo paso a la avenida de las Barricadas, están dos esquinas: una en la ca– sa que llalUan La Buena Moneda, la aira que fue de Don Juan Peque (Peck).

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