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« Previous Page Table of Contents Next Page »América, un pueblo compuesto de los hombres des– critos en el párrafo anterior, se hallase súbitamente co– locado en una situación política tan elevada como es la existencia de una nación regida por un Gobierno democrático. Explicar cómo fué ésto es muy sencillo. abía en Centro América unos diez o doce hombres que tenían algunos conocimientos cientílficos: muy imper– fectamente conocían la historia de la política y del Go– bierno, y no carecían de datos en estas dos ciencias: como hubiesen abierto las páginas de las revoluciones contemporáneas algo atinaban con el valor de la pala– bra independencia: se hicieron ilusión con ella, le de– dicaron parte de sus más ardientes votos, y con el ejemplo de las otras secciones de América, la pro– clamaron para su país y lograron su objeto. Esto hecho, y después de varios desatinos y embarazos con– siguientes, no sabiendo la ciencia del Gobierno y la política, se trastornaron sus cabezas: creyeron q u e eHos solos eran el pueblo centroamericano, o que éste les era semejante en conocimientos y capacida– des: se calcularon hábiles a lo menos pd'ra gobernar y ser gobernados por medio de un orden político crea– do por otros hombres, para otros países, y bajo la in– fluencia de muy incomparables causas y circunstan– cias; y por último, para completar toda la extensión de su vértigo, contrahicieron los principios políticos que sin conocerlos profundamente tuvieron valor para establecerlos ya mutilados por sus manos imperitas. Algunos otros hombres puramente estudiantes, siguie– ron el movimiento de aquéllos, no por principios, no por el cálculo prudente, sino par el poder del instinto de imitación ciega, por la fuerza simpática de fas su– cesos que arrastran por la novedad: el número de estos no fue mucho mayor que el de los otros; y cótonos ya a su impulso, elevados a una altura fabulosa, desde la cual era necesario descender como Icaro, como cuan– do agitados por un ensueño alegre, nos sentimos tras– portados con el auxilio de ligeras alas a fas espacios en que los astros giran, y fuego en despertando nos halla– mos en nuestro lecho, entorpecidos por las tinieblas y aquel narcotismo somnoliento que nos impide mover los párpados en las horas tardías de fa noche.
El Pueblo Centroamericano de la Colonia· súbitamente
una Nación regida por Gobierno Democrático
Sólo una milésima parte leía y escribía incorrectamente. Una centésÍlna había contraído cos– tumbres religiosas fa"náticas y supersticiosas. La lengua española sólo un medio pata las más simples necesidades de la 'vida. Desconocimiento de las palabras, patria, constitución, le– yes, política, gobierno, legislación, etc.. Sumisión y miedo a la autoridad sólo por su potes– tad para mandar y castigar. Solanleilte 10 o 12ltolnbres con conocimientos científicos imper-
f ectos de historia, política y gobierno. Así lo describe el siguiente rel31to del
"registro oficial" de 1847.
Aunque no hemos tenido datos estadísticos se– guroshpor lo que no es dable fijar el. número de habi– tantes de Centro América en aquella época, no ca– recemos de medios pa'ra decir que apenas una milé– sima parte de ellos sabía incorrectamente leer y es– cribir; una centésima parte habían contraítlo costum– bres religiosas; circunscriptas a oir misa, confesar, co– mulgar y asistir a las fiestas sacras, el más ínfimo nú– mero, a oir misa los días festivos, confesar y comulgar una vez al año, y asistir a algunas festividadeS- en nú– mero poco mayor; a celebrar algún santo patrono de parroquia, el resto, pero aún estas costumbres religio– sas, eran una mezcla de culto sagrado, fanatismo, im– becilidad y superstición: sus hábitos estaban reducidos al trabajo agrícola, a una industria suficiente a llenar las
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necesidades que res eran conocidas, a los actos comunes en la vida de relación de todos los animales, a humillarse delante de la Autoridad civil, y profesar humillación y ciega reverencia a los sacerdotes. La lengua española que hasta hoyes ignorada por una inmensa mayoría, se hablaba entonces apenas como un medio para denotar las más simples necesidades y operaciones de la vida" no conocían, pués, ni lo que significasen las palabras, patria, Constitución, leyes, política, Gobierno, Asamblea Legislativa, derechos y deberes políticos y civiles, agricultura, industria, co– mercio activo y pasivo, Hacienda Pública, economfa po– lítica, relaciones interiores y exteriores, etc., y aún pue– de asegurarse, que hoy díJa nuestros pueblos no saben el significado y valor de estas palabras; la influencia de la Autoridad pública no la conocían sino en el sen– tido de su potestad para mandar y castigar, y de con– siguiente sólo experimentaban por ella un afecto de sumisión y miedo: no tenían idea ni del despotismo, ni de la arbitrariedad, y habían gustado de un cierto grado de libertad civil que acaso es la única que da pla– ceres positivos cuando uno ha dejado de ser salvaje o bárbaro. Finalmente aquellos pueblos habían visto ejecutar a varios delincuentes y conservaban en su memoria la moralidad de los ejemplos, eran pacífi– cos, sencillos y d6ciles; trabajaban, y vivÍ'an sin mise– ria y sin inquietud. No carecían estos pueblos de una parte culta, que oportunamente se nota:rá cuán pe-
queña era. Abstracciones absurdas
Establecimiento de la denlocracia Establecida de tal modo la República democr6-
PQrece mentira que un pueblo como el de Centro tica~ el rengo y las obligaciones en que fueron consti-
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