Page 89 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

'f[arrat¡ua en

Si enunciamos juntas las palabras "na–

rrativa salvadoreña", será en su alcance Ine–

nos presuntuoso, más simple y pueril: el de narrativa debida a la pluma de nuestros autores.

Conviene decir que, durante la conquis– ta y la colonia, no hubo en lo que hoyes El Salvador, como sí hubo en México, en Gua– temala, en Perú, un florecer de cronistas. Aquí la narración se inició mucho más tarde. A nuestro parecer, con los cuadros de costumbres del siglo pasado.

Estos cuadros de costumbres eran, como 10 indica la mención, simples estampas, más descriptivas que narrativas, de aspectos y há– bÜos locales. Carecían de argumento, y, cuando por excepción lo tenían, éste era pre– cario: servía sólo como pretexto para los fi– nes descriptivos. Casi siempre, como un pre– texto moralizador. . En revistas finiseculares como "La Quincena", "La Juventud salvado– reña", y otras, podemos encontrar abundan– tes trabajos de esta índole.

Algún día quizá nos atrevamos a formu– lar un ensayo sobre esta modalidad literaria ejercitada por nuestros mayores. Por ahora, para los fines perseguidos, bastará que diga–

mos unas pocas cosas.

El cuadro de costumbres recaía sobre una vida l.;rlÍa y provinciana. San Salvador no pasaba de ser un pueblón de calles em– pedradas y casonas chatas. Los escritores

veían con ciada ternura, con un apego un

tanto aldeano o infantil, las cosas cotidianas. el vendedor' ambulante de refrescos, que de esquina en esquina pregonaba "Chipio– naa! ....., la correntada violenta que forma– ban las aguas del invierno en las avenidas principales, el cochecito negro tirado por ca– ballo, el afilador de cuchillos y tijeras que llevaba rodando por el empedrado su molle– jón porlátil ..

Fue una literatura de estampas breves y fugaces, sin pretensiones de organización, Hmpida, pura, a las veces bobalicona y sim– ple. Algo así como un conjunto de instantá– neas fotográficas tomadas para que se salva– ran del progreso, siquiera la memoria de una

manera de vivir.

. Estos cuadros de costumbres tienen así, su interés histórico. Leyéndolos, uno se aso– ma al siglo XIX.

. No dejaron casi nada de categoría litera– rIa. La mayoría de ellos, nos resulta ahora demasiado elemental, cursilón.

. Pero tienen una especial importancia en nuestras letras; Al través de ellos, el escritor

el Saluaá"r

RUGO LINDO

Bugo Lindo, poe–

ta y escritor sal·

vadoreño. Doctor

en J urisVl udenda y Ciencias Socia–

les de la Univel–

sidad de El Sal.

vador. Ha desem–

peñado el cargo

de Embajador de

BU país en Chile

y en Colombia y

el de Ministro de Educación de la

República de El

Salvador. Su poe;.

ma Navegante Río, obtu\'o el

Primer Premio en los Juegos Flor8~

les Centroameri~

canos y de Pan8~

má, sostenidos en Quezaltenango¡ .

Guatema ft,

en 1962.

salvadoreño se asoma por primera vez a las realidades nacionales. Cierlo es que lo hace con excesivas preocupaciones gramaticales, retóricas y moralizadoras, y que su tono cae con frecuencia en el pintoresquismo. Pero ya hay un afán de cala e interpretación del medio.

Esta es todavía una visión plástica: a ve– ces acuarela, a veces aguafuerle. No hay personajes, menos aún caracteres. Casi todo se limita a la exposición del ambiente.

Hace unos ocho años, el Dep. Edüorial del Ministerio de Cultura, recogió en un vo– lumen, bajo el título de "Muestrario", algu– nos trabajos de esta índole debidos a la plu– ma de Ambrogi, quien vendría a ser, con los años, el padre de nuestro relato vernáculo. Leamos unos párrafos, solamente unos párra– fos de "Los ruidos de San Salvador", para formarnos una idea más precisa de lo que fueron, en fondo y forma, estos "cuadros de

costumbres" .

"Como San Salvador se acostaba tempra– no, casi casi con las gallinas, estaba con los ojos abierlos antes del alba.

El primer ruido que sacudía la atmósfera matinal, era el del paso de los machos de los lecheros que llegaban de las finquitas y cha– cras de los alrededores trayendo la leche. Trotaban los machos, al estímulo de los acia– lesl y el golpear de sus cascos en el empedra– do, resonaba con estrépito.

Momentos después, la esquila de la ermi– ta de Santo Domingo principiaba a tañer, con" vocando a los fieles a la primera misa. .Dul·

-79-

Page 89 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »