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« Previous Page Table of Contents Next Page »· .. la vida es injusta". Dijo esto no con amargura sino con el conocimiento de quien
ha vivido en una era amarga, un conoci–
miento que lo señaló como hombre de esa era.
y así fue como tomó en serio la vida, nunca a sí mismo. Se interesaba con pa– sión, aunque esa pasión fuera oculta. No hubo un momento en que no fuera campe–
chano, ocurrenfe, compasivo e ingenioso, pe–
ro en el fondo era un hombre profundamen– te serio. Encarnó la actitud de su genera– ción, desdén por la pomposidad, desconfian– za de la retórica, odio a la teafralidad, im– paciencia de las posfuras y sanfidades del pasado, de la expectafiva del desengaño. y
al mismo fiempo encarnó los anhelos de su generación, anhelos de realización medianfe la experiencia, de subordinar los impulsos mezquinos a los ideales públicos, de valor, de afedo. de honorabilidad. Insfintivamen– fe desconfiaba siempre de los lemas del pa–
sado, no como excusa de la inacción sino co–
mo preludio de la acción. Insfintivamenfe buscaba las realidades del presente y frata– ba de saber la dirección en que la hisforia se iba desenvolviendo. Por incurable que fue– ra el mundo, era un mundo hecho por el hombre, y. por lo tanto, el hombre podría cambiarlo y hasfa salvarlo. Concordaba con Abraham Lincoln. quien a pesar de esfar pro– fundamenfe convencido de la debilidad de la lucha humana "pidió firmeza en la reCÍi– fud. en la forma en que Dios nos la deja ver". Al afirmar la obligación de aCÍuar frente a la complejidad y el caos, Rennedy rescató a, su propia generación' de la desilu– sión superficial y de 'su amor pasajero a la impotencia y a si mismo, y le infundió nue– va fe en los prop6sifos y nueva esperanza.
Como tenía un elevado concepto de su
país, su crífica era sincera: cuando la nación
no eS,faba a la alhira de sus mejores normas. Nada le preocup6 más durante su presiden– cia que la lucha por garanfizar a los negros norteamericanos igualdad de derechos como ciudadanos esfadounidenses. A esfe respec– fo dijo: "Afronfamos primordialmenfe una cuesfión moral. Es tan anfigua como las Sa– gradas Escrifuras y fan clara como la Cons– tifución de los Estados Unidos. .. A pesar de fodas sus esperanzas y alardes, esfa na– ci6n no será completamente libre sino hasta que todos sus ciudadanos sean libres". Des– de Lincoln ningún presidenfe ha puesfo ma– yor empeño en esa lucha, y ninguno se ha captado fan plenamente la leaUad y el amor de la colecfividad negra. Con la ayuda del Vicepresidenfe Lyndon B. Johnson luchó por conseguir iguales oportunidades de empleo para los negros, y con la colaboración del Procurador General Roberí F. Rennedy hizo uso de foda la fuerza del Poder Ejecutivo pa– ra ferminar con la discriminación en materia de educación, transporíe, sufragio y vivienda. Dos veces llam6 a las fuerzas armadas para
garantizar a los estudiantes negros el dere cho de asisfir a universidades estatales. ¡.;
hizo así porque era necesario mantener la fe en la democracia norteamericana y presel"\'ar la urdimbre de la sociedad esfadounidense
Lo hizo así porque juzgó con juicio seren~
que ésa era la medida indicada.
Siempre acogi6 una nueva experiencia y la nueva experiencia profundizó consfan~
temenfe su sentido de lo que deben hacer los Esfados Unidos para realizar sus anhelos. y
así fue como la campaña para escoger elec_ fores realizada en las áridas lomas de West Virginia en la primavera de 1960 concretó su compasión por la pobreza y le dio senfido de urgencia. Consideraba que la persisten_ cia de la miseria en una sociedad de abun_ dancia era una vergüenza y un escándalo nacionales, y nunca pudo comprender a los ricos safisfechos que mientras fienen fado lo que necesitan se contenfan con escatimar su ayuda a escuelas y servicios médicos y socia_, les para sus compatriofas menos afortuna_ dos. En una de las últimas conversaciones que sostuvimos, él esfaba pensando en el programa legislafivo para 1964 y dijo: "Ha llegado el momento de organizar un ataque nacional contra las causas de la pobreza; en un vasfo programa en fodo el país", y ésa es una finalidad que su sucesor ha continua– do persiguiendo fiel y hábilmenfe.
Su visión del resurgimienfo nacional tampoco se circunscribió a derechos legales y necesidades económicas. Fue el presiden– fe más civilizado que han fenido los Esfados Unidos desde Jefferson. Hizo de la CaSa Blanca el hogar más civilizado del país, ..¡
uno de sus orgullos fue el haber infroducido la civilización en la política. Ningún pres;· denfe había reconocido y respefado fanto 'el lugar central que ocupan las arfes en una sociedad vigorosa.
Un mes anfes de ser asesinado, el Presi· dente Rennedy habló en Amhersf College 'en la dedicación de una bibliafeca a la memo· ria de su buen amigo Robert Frost. En esa ocasión dijo,
"Los hombres que crean al poder apor– tan una contribución indispensable a la grandeza de la nación. Pero los hom– bres que objefan el poder aportan una confribución igualmenfe indispensable.. , Porque deferminan si hacemos uso del poder o si el poder hace uso de noSo–
±ros".
El poder no fue para él un fin en sí: fue
un medio de avanzar hacia una América grande y hacia un mundo de progresos y de paz, Más aún, si no realizó fado lo que de– seaba hacer, si no terminó fodo lo que inició
tan bien, dio a América un nuevo sentido de
sí misma, un nuevo espírifu, un nuevo esfilo;
un nuevo concepfo de su papel y desfino. ,0 más bien, renovÓ para nuesfra propia ere: los más anfiguos ideales de la república no~E!'
americana, recobrando la convicción ongl'
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