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Pero, horas antes, Pidel Castro había de– clarado oficialmente que 113. revolución cuba– na era "socialis±a". Es±e vago califica±ivo se precisó inequívocamente, pero de modo pro– gresivo a lo largo de 1961. En Mayo comen– zó la fusión del Movimien±o 26 de Julio, pri– vado ya de toda sustancia, con el Partido So– cialista Popular (comunis±a) y con el Direc– torio Revolucionario (que fuera rival del 26 de Julio en la lucha contra Ba±is±a). Así na–

cieron las Organizaciones Revolucionarias In–

tegradas IOR!) , concebidas corno etapa pre– paratoria de la constitución del Partido Uni" do de la Revolución Socialista (PURS). Pi– del Castro asumió, naturalmente, su jefatura y, en Diciembre de 1961, se declaró "marxis– ia leninis±a", dispuesto a serlo iodos los días de su vida y a llevar a Cuba por ese camino.

El 9 de Marzo de 1962 se cons±i±uyó el direC±orio de la ORI, compuesto de 25 miem– bros, de los cuales Raúl Castro y el "Che"

Guavara son, en ese orden, los que siguen

a Pidel. Pero, 17 días más farde, éste de– nunció a Aníbal Escalan±e, comunista de la

vieja guardia cubana, por su "sec±arisrrLo"

I y los jefes del fusionado PSP tuvieron que ceder y evacuar a Escalan±e a Praga, reco– nociendo, además, públicamente, que Pidel

tenía razón.

Es cierto que, entre tanto, Pidel había tenido que oficializar la escasez de alimen– íos estableciendo el racionamiento, por lo que podría creerse que se trataba de con– vertir a Escalante en una especie de chivo emisario o de emplearlo en una maniobra de diversión psicológica. Pero todo indica que la purga de Escalante fue una prueba de fuerza entre Pidel Castro y los comunistas y una muestra más de un hecho básico: que el jefe de la Revolución cubana no es, no ha sido, ni, probablemente, será comunista. Esto no quita que aC±ualmente Cuba sea un peón utilizado por Rusia en la guerra fría y que Pidel Castro haya aceptado ese papel. Más, por otro lado, significa que la posición de la república marxista-leninista de Cuba no es exaC±amente la de uno de los países de la Cortina de Hierro.

Existe, desde luego, el faC±or geográfico. No es lo mismo estar junto a las fronteras rusas que' a 90 millas de Estados Unidos y eso Khruschev y Castro lo saben muy bien especialmente, después de la crisis de OC±u– bre de 1962. Pero, sobre iodo, se trata de que Pidel Castro y los comunistas cubanos

Se encuentran cBlTIinando juntos, porque se

necesitan mutuamente, y seguirán hasta el punto en que uno de los dos estime necesario separarse del otro.

La estrategia comunista

Los comunistas han aplicado en Cuba, COn éxito completo hasta ahora, una estra– tegia que es la única que podría llevarlos al poder en América La±ina y, práC±icamente,

en cualquier país de este con±inente, donde un accidente más o menos provocado podría

conducir a la creación de condiciones seme–

jantes a las que perrni±ieron el sllrgirtliento de Castro en Cuba, donde el terreno para el comunismo parecía mucho más difícil que en Guatemala o Colombia. '

Esa estrategia es la de l<l revolución en dos etap<ls. En la primera, los comunistas deben apoyar, abierta o encubiertamente, se–

gún el caso

l

a un movimiento de liberación

nacion<ll, e infiltrarse en él. En la segunda etapa, deben ±omar el control de ese movi– miento ±riunf<ln±e.

Un norteamericano que es el que mejor parece haber comprendido los sucesos de Cu– ba escri!;>e:

"Esa es±ra.i:egia debe su éxito <l una sutil

apreciación de los m.ovirnien±os revoluciona–

rios nacionales. Es±os movimientos están mucho más Gapacitados que los comunistas para realizar la unidad nacional cOntra el

enemigo cOInún. Pero es es±e enemi~o co–

mún y no un progr<lma social y político lo que constituye su razón de existir. Corno consecuencia de ello resul±an mucho l¡l.ás es– ±imulan±es y eficaces antes de ±omar el po– der que después. El llenar el vacío polí±ico y social que se produce inmediatamente des– pués de la revolución brinda a los co~unis­

ias mayores oportunidades que las que ±e– nían durante la revQlución. Los líderes na– cionales suelen ser, sobre iodo, hombl'es cu– yo poder magné±ico sobre las masas se com– bip<l con una proporción mayor o me'i'0r de confusión intelectual, temperamento aventu– rero y egQlatría ins<lciable. ,Su pun±o' fuerte los copvierte en indispensables y sus puritos flacos, en vulnerables para los comunil3tas. Sirven a éstos sólo a condición de que parezca que son los comunistas los que les sirven a ellos. No tuvieron ninguna escuela polí±ica corno el Komintern y represeptan una varian– te mllcho más alejada del proto±ipo sovié±ico que la de Tito o la de Mao.

"Esta variapte ha ido mucho más lejos en Cuba que en ninguna otra parte, <lunque el proceso aún no h¡¡. tern'\inado".

Sería un error creer que la conduC±a de Castro estuvo determinada por la polí±ica nor– ±eamericana con respeC±o a Cuba antes y, so– bre iodo, después de la Revolución. Pero mucho más grave fue el error de los que, ape– nas corridos unos meses de 1959, dieron por sentado que Castro era comunista y debía ser comba±ido o mirado con insuperable des–

confianza.

Cuando Castro dice que va a conver±ir a los Andes en una inmemi<i Sierra Maestra no dice una fanfarronada más. No es que

"él" lo vaya a hacer sino en condiciones si–

milares algunos de los innumerables Pidel Castro que son, ahora, tan desconocidos co– rno él lo era unos pocos años antes de conver– ±irse en una figura de importancia mundi<ll.

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