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~ñía del Tránsito a puntos a lo largo de las costas del Lago de Nicaragua, mientras el horrendo trabajo co– menzoba
Po, te de Granada estaba todavía intacta cuando el ejército aliado rodeó la ciudad y comenzó el ataque ar tres sitios sobre la pequeña fuerzo de Henningsen buronte cuatro días de incesante lucha, tirando desde casas de adobe y edificios públicos, los Americanos los
detuvieron! su punterí:a causando numerosas bajas
Una ilustracián de la batalla en una revista Americana describe la escena la plaza bajo el pálido cielo en liamos, todo rígidamente delineado en blanco brillante
y angulares sombras negras, un lastimero montón de edificios destruidos en el fondo, bocanadas de huma de los mosquetes de aquellos pocos que permanecían en pie, y los cadáveres de los Guatemaltecos vestidos de blanco tirados sobre el pardo suelo
El problema de Henningsen se vio complicado por el hecho de que la posición más fuerte de la ciudad, la Iglesia de Guadalupe, había sido ocupada por el enemigo Se dio cuenta de que dejarla en sus manos sería fatal Tenía que ser tamada por asalto, pero cómo podía saportar las pérdidas? Para hacer el osunto más difícil, los hombres descubrieron en una de sus improvisadas fortalezas, una gran bodega de lico– res, y su disciplina, ya flaqueando de desesperación y agotamiento, se desintegrá Enmedio de la batalla, la mitad de ellos estaban entorpecidos por el licor Sin embargo, en un momento de sosiego de la lucha, el incansable e intrépido Henningsen pudo reunir sufi– cientes voluntarios y arrojar al enemigo de la iglesia Unas pocas horas más tarde se apretujó en ella con toda. sus fuerzas, ahora reducida a 200 hombres hábi– les para la lucha, junto con los mutilados, los enfermos, los borrachos, y una veintena de mujeres y de niños, muchos de ellos Americanos, que todavía permanecian en lo ciudad Sus sufrimientos, en ocasiones marcados por extraordinarios heroismos y sacrificios de parte de los mujeres así como de los hombres, proveyeran de temas importantes a los periodistas americanos Inmediatamente, el General Zavala, el Coman– donte Guatemalteco, se dio cuenta de que Henningsen dependía del aprovisionamiento traído al muelle de Granada por los vapores de Walker en el Lago, el que era a su vez su único medio de escape Por un mo– mento, Zavala estuvo indeciso en atacar el muelle por
~ incertidumbre en cuanto al tamaño de las fuerzas Empleadas para defenderlo, las que estaban tras fuer– les barricadas Luego la fortuna le sonriá Uno de los defensores de tan importante área era un venezo– lano a quien Walker había rescatado de una mazmorra granadina el año anterior Desde entonces, su grati– tud se habl'a disipado, y ahora al desertarse, reveló a lovala que sólo habían 27 hombres entre él y el domi– nk> de todo el frente del Lago El asalto que siguió IJarrió con las Americanos de la pequeña guarnicián y dejó aislado al resto de las fuerzas de Henningsen Con los vapores de Walker incapacitados de llegar
~_Io ciudad, el aprovisionamiento en la Iglesia de Gua– ",Iupe era tan baja que hombres y mujeres tenían que !ubsistir con carne de caballo y harina envejecida
Pora cargar sus piezas de artillería, los oficiales de
Borrador de la respuesta de 'Vallccr a un hreslJOnsable
I eto de parte de uno de sus oficiales, Coronel S A. Lock.
ridgc, que se sintió insultado por un llasaje del libIO de
Walkcr, liLa Guerra en Nicaragua".
Henningsen hacían un hoyo en el suelo, lo llenaban de pedazos sueltos de hierro y lo rellenaban de plomo de– rretido, haciendo así una bala de cañón Su situación era desesperada Zavala, sin embargo, no estaba en posición de aprovechar su ventaja Sus pérdidas ha– bían sido abrumadoras y con el objeto de reunir sus fuerzas tuvo que suspender el ataque Inmediata– mente, Henningsen ordenó a sus hambres proceder al incendio de Granada. Sus esfuerzos culminaron en una explosión final que destruyó el centro de la ciudad. Simultóneamente, un exitosa ataque al muelle recu– peró su dominio, y Henningsen pudo embarcar sus tra– pas y los civiles bajo su protección Su último ~esto
al abondonor la ciudad en ruinas, fue dejar un letrero que decía AQUI FUE GRANADA.
El inesperado éxito de las Americanos en sostener el sitio, el incendio de la ciudad, la terrible mortandad entre los aliados, la reunión de los fuerzas de Henning– sen con las de Walker, y los continuos estragos del cólera, desalentaron tanta a Zavala que apresurada– mente ordenó la retírada a Masaya Los Costarricen–
ses también pensaron oportuno retirarse, disminuyendo
así la presión en la ruta del Tránsito Las discordias entre las comandantes aliados impidieron aun más las posibilidades de un ataque efectivo contra Walker De una vez por todas su generalato, que había sido puesto en duda por fa prensa, se vindicaba ahora
De gran importancia fue la noticia que llegaban de San Francisco cien voluntarios bien armados Sin
embargo se presentó una nueva amenaza, cuando un
bergantín armada de origen brit6nico, pera con bandera y tripulación Costarricenses, apareció frente al puerto de San Juan del Sur Su evidente propósito era blo– quear el puerto e impedir el desembarque de refuerzos Las esperanzas de Walker estaban en una pequeña goleta, la Granada con sus 28 tripulantes y dos caño– nes Se entabló una batalla naval de dos horas, en la que el Capitán Fayssoux, con su brillante habilidad de
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