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« Previous Page Table of Contents Next Page »frm e defensor en el Congreso de los Estados Unidos, el s'en ador John Weller, de California, Walker escribió en n momento de crudo realismo "Tenemos grandes desventajas morales en contra. Quizós ya no viva hasta el final . pero si fallamos, sentimos que será en la causa del honor"
El más inminente y agudo de todos los peligros que afrontaba Walker era ia posibilidad de que el ene–
migo, ahora en número de 4,000, ocupara la impor– tante ruta del Tránsito y bloqueara el camino de los
refuerzos Americanos Para impedir este movimiento,
aunque estaba débil por su enfermedad, tomó el mando personal de los 500 americanos que le quedaban, y los llevó al sur de la ciudad de Rivas, escenario de su derrota del año anterior, en el extremo occidental de la ruta Allí puso todas sus energías en la recupera– ción de la salud, la moral y la disciplina de sus tropas "Ay del desgraciada que no se preparara debida– mente ante SU severa presencia, para el cumplimiento de su deber en vísperas de la batalla", escribió uno de sus oficiales Fue por este tiempo que Walker públi–
camente reprendió a su hermano Norvell, y lo degradó de capitán a soldado roso, por haber participado en una
orgía contra sus expresas órdenes Desde entonces
l desfilaba sus inquietos hombres en la plaza de Rivas y los arengaba brevemente Era una tipico función Wolkeriona Mas delgado que nunca, pálido y febril, sus oscuros ropas colgándole de los hombros como de un espantapájaros, buscaba como darles
Q sus hom– bres una visión de héroes
IJProcuraré lJ
,
les dijo, J1poner ante vosotros fa
grandeza moral de la posición que ocupáis Vosotros estáis solos en el mundo, sin un gobierno amigo que os de simpatía, mucho menos ayuda Vosotros no te– néis nada que os apoye en esta lucho excepto la con– ciencia de la justicia de vuestra causa Aquellos que deberían ser vuestros amigos, os dañan Yo no os ocultaré el gran peligro ni la inminencia del riesgo en
que estáis" Le oyeron en silencio Mas /flas pala–
bras tuvieron el efecto deseado y crearon un nueva espíritu entre ellos", escribió Walker "Es sólo por medio del constante llamado a los más altas cualidades del hombre, que se le puede hacer un buen soldado, y toda la disciplino militar consiste en el simple esfuerzo de hacer la virtud constante, y segura, haciéndola ha– bituql".
I I I
Las noticias sé empeoraban. El Presidente Rivas informó de León que a pesar de sus esfuerzos para con– ciliar a los hondureños, estos estaban por invadir Nica– ragua y atacor a Granada Walker ahora tendrra que decidir si atreverse a presentar batalla a los Costarri– censes en la ruto del Tránsito, pues si aunque triunfara aUn en contra de las grandes desventajas que afronta–
ba, sus pérdidas con toda seguridad serían grandes, y su ejército estaría incapacitado paro enfrentarse a los Hondureños Su decisión fue regresar a Granada a esperar los refuerzos nicaragüenses que se estaban organizando en León
No bien hubo llegado o Granado que le llegaron más noticias. los rumores de Honduras eran falsos.
No se anticipaba invasión del norte en el futuro cer– cano Molesto por sU descubrimiento de la inutilidad del Presidente Rivas como fuente de información, Walker se ,egresó hacia el Tránsito, pero ya era tarde, los Costarricenses habian tomado ventaja de su reti– rada para ocupar Rivas y la Bahia de la Virgen, donde ocuparon los edificios de la Compañía y desconsidera– damente mataron a nueve de sus empleados america–
nos.
En tales circunstancias, dej<;lr de atacar sería equivalente a un tardado suicidio Como Walker veía
la situación, su única esperanza estaba en sacar o los
Costarricenses de sus fuertes posiciones de Rivas A pesar de la pequeñez de sus fuerzas y su falta eje arti– llería, se decidió por un asalto inmediato Le ··fue bien en las primeras horas de la batalla Atacando en las calles de Rivas en un inesperado movimiento circular, sus hombres atraparon y derribar~n a grandes números del enemigo, y forzaron al rest"" cerca de 2,000, al centro de la ciudad Allí, por un tiempo, el intercam– bio de riflería continuó en favor de los Americanos, con
cinco bajas Costarricenses por cada una ge Walker Pero él no tenía el potencial humano necesario para
mantener esta ventaja, y sus bajas, ent!re muertos y
heridos, llegaban a 120, la cuarta parte del total La caída de la tarde le permitió retirar a sus hombres,
realizando este movimiento en el más absoluto silencio,
y cuando los Costarricenses, al amanecer, se prepararon para resumir el ataque, encontraron con súrpresa que
los Americanos se habían retirado lIeveíndose a los he–
ridos
Algunos de los mismos asociados de Walker pen– saron que habia llegado el fin, mientras de nuevo se retiraron hacia Granada, mas ellos no tomaban en cuenta los imponderables de la guerra Costa Rica comenzó a cOi1ocer la verdad acerca de sus graves bajas en Rivas, y después de las altisonantes proclamas del Presidente Mora, la enorme lista de sus caídos fue un rudo golpe Peor aún fue la aparición del cólera en
su ejército en una forma especialmente virulenta No
iba o estar viendo a miles de sus jóvenes destruídos en término de quince días en que la nación había respues– to al llamado de las armas, v la epidemia, que había comenzado a extenderse en Costa Rica, fue achacada a la querró Cuando una espontánea demostración exigiendo el regreso del ejército tomó caracteres de re– vuelta en Son José, Mora decidió apresurarse a la capital con las tropas que podían marchar
De pronto, sorprendidos, los Americanos supieron que Rivas, la Bohío de la Virgen y la ruta del Tránsito, estaban una vez más abiertas para ellos Luego Ileqó un mensaje del comandante que Mora había dejado en Rivas, pidiendo la clemencia de Walker para los
centenares de enfermos Costarricenses que encontraría
allí. La primera reacción del campame.nto de Walker fue un grito de protesta Iba a quedar sin castigo la muerte a bayoneta calada de tantos heridos America– nos? Sin embargo, cuando Walker dio órdenes a sus tropas de respetar las convenciones de guerra entre pueblos civilizados, fue obedecido. Los enemigos en– fermos fueron atendidos, los que recuperaban fueron repatriados, y los que morlan eran debidamente enterrados Aun el más anti-Americanista de los his-
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