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« Previous Page Table of Contents Next Page »"Su asila na era un misterio, porque alli era visitado por sus amigos, que no se habían desa– lentado; y Ordóñez conservaba el mismo temple, . dispuesto a obrar conforme con sus nuevos pIa– nes" (7l.
Desde los primeros días del mes de Enero de 1823, los miembros del Ayuntamiento de Granada, temían que se produjera un levantamiento o golpe militar. Esto lo observamos cuando dicho cuerpo le pidió a don Víctor de la Guardia, que no renunciara al cargo de Jefe Político Subalterno en visto de lo difícil situación política de lo ciudad
Ademós, como corrían rumores por la ciudad de que Ordóñez se preparaba poro llevar o cabo otra in– tentona, don Víctor de la Guardia dispuso se le siguera causa y apresara a Raimundo Tifer, compañero de Or– dóñez en el intento del 9 de Agosto anterior Ademós, solicitó al Coronel Crisanto Sacasa, Comandante de Armas, que ejerciera una eficaz vigilancia sobre las armas, a efecto de evitar cualquier sorpresa, así como también mandó a reconocer el sitio por donde se dijo que podía venir Ordóñez Se establecieron rondas y patrullas para vigilar la ciudad (8l.
A pesar de todos esta medidas, el día 16 de Ene· ro, como a los nueve y media de la noche, se produjo el golp!, militar que se estaba temiendo Los revolucio· norias se hicieron cargo del Cuartel y de los armas, sin que se hubiese producido ningún choque armado.
Parece ser que todo este plan había sido prepara– do por Ordóñez en la ciudad de Masoyo en casa de don Juan Francisco Cisneros. Aquí Ordóñez ofreció a los que le rodeaban y a los posibles seguidores el derecho al saqueo, una vez que la revolución hubiese triunfado Según algunos esto hizo que se engrosaron las filos de Ordóñez (9l :. - I;n cuanto a lo tomo dél cuartel se ha afirmado por parte de personas de la época, así como por histo– riadores, que en él tuvieron complicidad no solamente el guardia y sargento del mismo, sino que también' su Comandante, Coronel don Crisonto Socaso (lOl
Nuestra opinión en este punto éS la de que eso estobo dentro de lo posible Es decir, que después de haberse adoptado todos los medidas tomadas por el Jefe Polí· tico Subalterno, después de hobérsele advertido' 01 Coronel Sacasa que cuidara bien de las armas, era muy diffcil que Ordóñez hubiera tomado el cuartel sino hubiera sido con la ayuda y colaboración de alguna persona de mando No es del todo ínverosímil que el Coronel Sacasa quisiera ocupar un lugar preponde– rante en la revolución triunfante, como lo hoce ver su contemporáneo el Pbro don Desiderío de la Cuadra
(11 l.
Al día siguiente del golpe militar, Ordóñez envió un oficio a don Víctor de la Guardia ofreciéndole el mando de la ciudad, lo mismo hizo don Manuel A de la Cerda Aquel contestó que se negaba absoluta-
mente a aceptarlo porque él ya había cesada en los funciones que se le habían encomendado (12) Ese mismo día el nuevo Comandante del Cuartel convocó una Junta o cabildo abierto a fin de integrar una junta gubernativa que se hiciera cargo del gobierno de la ciudad. A esta reunión fue invitado don Víctor de la Guardia, el cual se refiere o este hecho en la si– guiente manera.
" ... a lo cual se me estrechó tonto que asistr a lo junta y me senté en un banco abajo, diciendo que iba como intendente oidor honorario, en c1as~ de persono particular, negándome a presidir" (13)
Ya en la reunión, pidió la palabra don Manuel A.
de la Cerda para hacerle una serie de cargos a don Víctor de lo Guardia, por haber sometido arbitraria– mente o Granada boja las órdenes del Brigadier Gonzá– lez Saravia.
Don Víctor intervino para aclarar que si lo había hecho había sido en ejecución de lo dispuesto por el Ayuntamiento y no por propia iniciativa. Pero Como aún los asistentes no estaban del todo convencidos, pidió a don Manuel A de la Cerdo que leyese el oficio enviado por el Brigadier Gonzáiez Saravia en contesta– ción al oficio de sometimiento de Granada En aquel oficio González Saravia mostraba una actitud benevo– lente y de acercamiento, lo que hizo que se calmara el pueblo.
En realidad, lo que pretendía don Manuel Antonio era que el ex-Jefe Político Subalterno presidiera la Junta o reunión para darle visos de legalidad a lo que allí se acordara. Viendo don Víctor que le era impo– sible seguirse negando a hacerlo y teniendo en su con· tra al pueblo yola fuerza armado, no le quedó más caminO que presidir dicha reunión
De aquí en adelante fue don Manuel A de lo
Cerda el que hizo y deshizo en la reunión. sentó a Or– dóñez entre don Víctor de la Guardia y él; dictó las actas, que se suponía tenían que ser producto de lo deliberación de los presentes, etc (14)
En esta reunión se formó una Junta Gubernativa, quedando integ.ada de la siguiente forma Juan Igna– cio Marenco, Presidente, Vocales D Solano Castrillo, D Nicolás Rocha, D Manuel Sandoval, y Raimundo Tífer; y el Coronel Cleto Ordóñez, Comandante de Armas (l5l.
A raíz del golpe militar, el Coronel Crisanto Saca– so, salió para Masaya con treinta hombres de los mili– cias de Chontales, que pasaron a formar parte de las tropas imperiales que se encontraban en aquella ciudad, dirigiéndose luego a su hacienda "Tolistagua" Todo esto consta en una carta que enviara doña Paula Pa– rodi de Sacasa, madre de don Crisanto, dirigida a don Pedro Molino, residente en Guatemala (16 de Junio de 1823l Además dice que la persecución que desatara Ordóñez contra Sacasa se debió a que este último ho-
(7) Francisco Ortega Arancibi., 1894, pág. 8. (8) R A N C.R., Tomo l, pág 362. (9) Ver Apéndice Documental, N' 6.
(lO) Desidelio de la Cuadra, 1940, págs. 194-6. (U) Desidelio de la Cuadra, 1940, pág. 236.
(12) R A.N C R., Tomo l, pág. 363 (13) R A N C R., Tomo l, pág 363. (14) R A.N.C R, Tomo 1, pág 363
(16) Rafael H. Valle, 1946, Tomo IV, págs. 90.2.
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