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ción "no fue ,;n error de 10glca nl de, r~clO
cinio, pues mas bien se pasaron de lo~pc<?s,
sino que provenía de la naturaleza apnons– lica de sus argumentos". Su idea revelaba la carencia de espíritu práC±ico co~o de se?– fido histórico, no ignoraban le:; dlscr~pancla
entre su pensamiento y la real~dad, Slno que frafaban de imprimir a la r4!lahdad la.p':l~fec
ción de su raciocinio. Su ~~ror c~m:llsho en tornar corno medidas de aCClOn pracilca y co– rno estrategia política, l,,!-s generali?-~des de sus principios teóricos e ~dea~es pohilcos, ol– vidándose de que la reona,solo prov~e pun– tos de referencia y a lo mas metas, ldeales, pero jamás puede ser el s"l;lsti±uto de la ac– ción necesaria, de la medlda concreta, del prograrna definido.
Ciento cuarenta años después, los eco– nomistas, los ernpresarios y los estadistas de Centro Arnérica tienen, corno nuestros pró– ceres una nueva ernpresa que emprender, una labor a realizar, una aspiración a con– seguir. Esta ernpresa es fal vez rnenos épica, quizás menos gloriosa, pero sin duda rnás práC±ica y no rnenos ardua. Corno nuestros próceres que se enfrentaron al problema de la unión y la libertad ahora tenemos igual– menie ante nosofros un problema de natura– leza dual, Iniegración y desarrollo econó– mico. Ninguno es excluyente del otro, sino que los dos se complementan dándose reei– procarnente rn.ayor probabilidad de éxito y
mayor arnplitud de acción. Luchar por la una es pelear por la otra; resulta difícil en– contrar alguien que no conciba que el desa– rrollo económico se logrará denfro del mar– co de la integración, e integración ha veni· do a Ser la forrn.a que dará contenido a nues– tro des~rrollo. Cualquier rn.edida contra el desarro.llo de nuestros pueblos retardaría la iniegración y a rn.edida que mejor rn.arche nuestra integración, rn.ás rápido será nues– tro desarrollo Las rn.edidas para integra– ción, adoptadas corno responsabilidad colec– tiva de los cinco países, no deberían tornarse corno pretexto para eludir la responsabilidad de formular políticas individuales.
El peligro de divorcio entre los fines y
los resultados de nuestras acciones está to– davía latenie corno en los prirn.eros años de nuestra independencia. De nuevo corrernos el riesgo de tomar por la perfección de nues– ira realidad, la perfección de nuestro racio– cinio. aira vez nos podernos dejar llevar por la naturaleza apriorísiíca de nuestros argu– mentos
La primera medida precautoria que de– bern.os tornar para garantía del éxito de n ues– tro proceso de integración, es no dejarnos
arrastrar en la creaClon de la insiiiucionali– dad de la integración, por lo perfecto de la teoría, prescindiendo de la realidad. Nues– .tros tratados, protocolos, convenios e institu– ciones deben ser moldeados, no en función de resuHados ópiimos de acuerd<;> con la teo– lía, sino para que trabajen efechvarn.ente de acuerdo con la realidad.
Resulta fácil plasrnar en cualquier orde– namiento jurídico la excelsitud de un idea– lisrn.o y la perfección de una ieoría. Pero la tarea no resulía tan sencilla cuando se tiene que traducir en actos concretos que afectan tanto a los intereses y que provocan tanias controversias. Aquí el idealisrn.o se disipa y la teoría no trabaja No podernos tomar me– didas que después resulíen inaplicables o que sólo pueden ponerse en marcha violen– tando la realidad.
No pretendo perfección, :r;i. iarnpoc,? ~e
seo colocarme en un plano cnhco o peslmls– ta Definitivarnente, creo que se ha logrado mucho, pero falía todavía bastante más, y
si las ideas no son claras, hasta podría lle– gar a perderse lo ganado Con mi actitud sólo pretendo que este Seminalio nos deje las máximas enseñanzas en favor de nues– tro movimiento porque la integración signi– fica solucionar serios problernas y no se tra– ta de comerciar sólo el que pueda Si pre– tendern.os algo más que solo el corn.ercio no debernos andar en puntillas evadiendo los problemas, porque éso podría llegar a lesio– nar nuestras soberanías. Fervientern.en±e de– Seo 1é;l iniegración, pero la quiero prácfica y
funcional realizada por los centroarn.ericanos y para servicio y beneficio de todos los cen– troamericanos. Por éllo he combatido y con– linuaré combatiendo desde mi modesta par– ticipación ciertas actitudes que yo califico de enfreguistas. Personalmente nunca he ad– versado institución o funcionario alguno de la. región por asunto de pura integraéión sino por actos que a rn.i entender no son claros y que yo interpreto que interfieren la libre de' terminación en la solución real de nuestros problemas. Nunca he andado buscando que se rne reconozca en público corn.o integracio– nista, sino tan sólo ser un peón incansable para ernpujarla y con esta acii±ud ser leal a los intereses comunes. Yo invito a que de– jern.os la propaganda del rn.ovirniento en rn.a– nos de los idealistas y que todos los dernás puntualicemos nuestros problemas, conver– sern.os sus soluciones, tomemos aC±itudes fir– mes y trabajern.os incansablemente, pero uni– dos con convencimiento y buena fe en favor de una c&usa noble y que quizás algó.n día nos perrn.ita una vida más propia de verda– deros hennanos.
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