Page 36 - RC_1966_03_N66

This is a SEO version of RC_1966_03_N66. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

en vano tra:la de asenfar pie en tierra firme le arran– caban esa sonrisa un fanto sardónica. Ella, que des– pués de poner un pie en Belice, es decir en el con– finen:l:e zniszno, es:l:aba segura de poner el afro en el resfo de Cen:l:ro AInérica con sólo extender a su gus– to la cuerda para znedir los lírni:l:es de la Cosfa Mos– quitia de Honduras y Nicaragua. Si a su gusto ha– bía extendido hasfa el río Sarsfún la que le había servido para znedir Belice, ésfa de la Mosquilia po– dría servirle para llegar desde la laguna de Blue– fields, en el ángulo salienfe del noresfe de Nicara– gua, por donde la fribu extranjera de los zaznbo– mosquilos se había infiltrado, hasfa la desemboca– dura del río San Juan, en el reznanso del liloral atlántico descendenfe; y de allí pasar la cuerda a fravés del río San Juan y los dos grandes lagos de Nicaragua hasfa el Es±ero Real, sobre la Bahía de Fonseca, por donde en aquel tiempo se proyeC±aba la boca del canal. Así la cuerda ahorcaría a Cen– tro América pero el ahorcado dejaría por herencia en manos exclusivas de Inglaferra la rufa comple– fa del canal.

Un aconfecimien±o ocurrido casi al mismo tiem– po que el sabio Valle pronunciaba sus homilías ante el Congreso, contribuyó a que se desenrrollara la cuerda con que Inglaterra nos medía. El 27 de abril de 1826 Valle había hecho sus solemnes declara– ciones: "El momento presenfe no es el de la opor– tunidad para abrir el canal de Nicaragua; y aún en el .caso de lo que fuera no debería confratarse su ejecución con una compañía extranjera. Debería hacerse de cuenta de la nación o de una compañía corn.puesfa de hijos de ella". Y el 25 de febrero de ese mismo año había muerlo en Belice el rey de la Mosquilia, aquel Roberl Charles Frederick, cu– yas aficiones al ron de Jamaica sólo podían medir– se con el famaño de las concesiones que oforgaba

y que excedían en mucho a la superficie misma del ferritorio de Centro Aznérica, según hemos visfo. Los ingleses lo habían enconfrado a su vez fuera de me– dida de sus propósifos y lo hicieron emigrar a Be~

lice, en donde por todo consuelo le quedara al me– nos el recuerdo del día de su proclamación como rey de los moscos: la iglesia principal de Belice re– bosan±e de luminarias, vestido él con el uniforme de Il:\ayor inglés y osfenfando en la cabeza un fri– cornio de almiranfe, mientras los cañones de las fra– ga±ás prorrumpían en salvas. Murió agradeciendo a los ingleses todos los favores recibidos y nombran– do al intendente de Belice, coronel MacDonald, cozno regente de sus dominios de la costa Mosqui– tia mientras sus hijos llegaban a la znayoría de edad. El coronel MacDonald se apresuró a nombrar a su secretario privado Mr. Patrick Walker por su le– gítizno represenfante en la Mosquifia, mientras él declaraba que las leyes brifánicas deberían ser en lo de adelante las de Belice o Brifish Honduras, co– zno lo llamaban ya, y asumía por sí mismo el con– trol de las finanzas y legislación del esfablecimien– fa británico. y de esfa suerle fenemos ya los dos pies de Inglaterra sobre la vasfa extensión continen– fal que abarcaba desde el río Hondo, límite norle de Belice, hasfa la laguna de Bluefields en Nicaragua. Pero aún Cenfro AInérica no esfaba del fado deshecha com,o nación, y cuando se dio cuenfa de lo que la nueva farsa de gobierno s¡gnificaba en el rei-

no de la Mosquitia y los alcances que asumía el nuevo gobierno de Belice, puso el grifo en los cie– los. Es decir el ministro de Relaciones don Miguel Alvarez claznó los buenos oficios de los Esfados Uni– dos an:l:e la cancillería de Londres. Tras la exposi– ción de las incalificables violaciones y usurpacio– nes del territorio centroa:mericano, que en Belice "han excedido los lími:l:es establecidos en más de cuarenfa y cinco leguas" explica que "asunto de tal magnitud ha constreñido al gobierno de Centro Amé– rica a acredilar al coronel Juan Galindo (quien es– faba de ministro en Washington) ante el Gabinete Británico y el vicepresidente de esta república (el presidente Morazán estaba ausente y la capital de Centro AInérica se había fenido que trasladar a San Salvador, aC±uando don Miguel Alvarez, signafario de esta nota, como ministro de Relaciones acciden– tal) no duda que por su digno medio el presidente de los EsJ:ados Unidos haga las más terminantes in– timaciones a la carie de Su Majestad sobre este asunto. .. La mediación del presidente dará sin d 1.1–

da mayor peso a las representaciones que haga nuestro enviado ante el gobierno británico... Per– mítame en esta ocasión recordarle que siempre ha sido objeto de la polHica de los Estados Unidos que no haya establecimientos europeos en el continente americano y que las agresiones y usurpaciones de Belice son peligrosas y violación alarmante de este principio. Corresponde a su grande y próspera re– pública ponerse a la vanguardia de polí±ica tan in– feresan:l:e a los nuevos es:l:ados aznericanos y sos:l:e– ner en su nombre nuestros derechos en presencia de Ingla:l:erra ... ".

Pero el presidente Andrew Jackson era el me– nos a propósi:l:o para responder a estos clamores de los centroamericanos, ya que como líder del expan– sionismo norlearnericano hacia el oesJ:e su mayor eznpeño era la reducción de los ±erri:l:orios que ocu– paban los indios y en cuanto a InglaJ:erra, su polí– tica de amistad con ella, 10 hacía desentenderse de la doctrina Monroe. Y por otra parle el coronel Juan Galindo no fue recibido oficialmente por la Cancillería inglesa, so pretexto de que era irlandés de nacimiento. El, que había prestado durante to– da la vida sus entusiastas servicios a Centro Améri– ca, entre otros el de haber dado a conocer a la Aca– demia de París las sorpresas arqueológicas del Pe– tén y haber rendido al gobierno de Guaiemala el primer informe sobre las ruinas de Copán, amén de otros servicios como corregido deparlamental. Pero en fado caso su znisión seguramente no hubie– ra tenido mejor resuliado que la de don Marcial Ze– badúa, el primer minisiro, a quien siempre la can– cillería londinense le exigió para la firma de un ira– iado, el previo reconocimiento de las concesiones oiorgadas por España en Belice y la fijación de lí– mi:l:es hasta el Sarsrun.

Galindo, pues, :l:uvo que regresar a Ceniro Amé– rica "con las cuerdas destempladas" y en:l:regarse a la única profesión que un diplomá:l:ico desplazado podía enfregarse: la pequeña guerra civil que ardía por todas parles en Cenfro AInérica y que pronfo lo hizo su víctima propiciaforia. Fue asesinado en Honduras cuando huía a consecuencia de una inva– sión de los nicaragüenses. ¡Así acabó la vida nues-

35

Page 36 - RC_1966_03_N66

This is a SEO version of RC_1966_03_N66. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »