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« Previous Page Table of Contents Next Page »llego allí momentos dntes del amanecer Después de un breve descanso la avanzada reasumio la marcha y al llegar ésta al tajo del comino, el enemigo rompio el fuego desde las mismas trincheras situadas cerca del puente que ocupaba en la mañana del 10 Al cc;¡pitán Ewbanks, que conocía bien el terreno, se le ordeno dar un 100go rodeo por la izquierda y con esto logro de· salojar a los Aliados de sus trincheras, lo mismo que la vez antetior Toda la columna avanzo entonces sin interrupcion hasta el pie de la colina donde Cañas te· nía la }otaliclael ele su f\.!erza, que suma'oa pTo'oQ'olemen– te 800 hombres 2
El enemigo, en su mayor parte compuesto qe costa– rricenses, ocupaba exactamente la misma posicion en que hacía poco más de un año se emboscaron los de. mocratas para esperar a Corral que venía dta Rivas a San Juan del Sur El coronel Natzmtar sirvio de ede– cán a Valle en septiembre de 1855 y conocía por lo tanto las faldas de la colina donde se situaron en aquel entonces los democratas Por lo tanto se le ordeno que con los zapadores y minadores fuesta a abrir un camino en direccion de la cumbre de la colina y a retaguardia de las trincheras enemigas. Siguiole el capitán Johnson con una compañía de rifleros y protegío a los trabaja. dores También se mando al capitán Green a reta– guardia de la compañía de Johnson; pero separándose éste de los que iban adelante, se extravio en fa espe– sura de la maleza y no se le volvio a ver hasta des– pué!! de varias horas
_ Para cubrir el movimiento de Natzmer se llevo el obús hacia la curva que hace el camino frente a las pri– meras trincheras de Cañas y se lanzaron varias grana– das contra éstas; pero el fuego de los Aliados era tan nutrido y certero que se creyo prudente retirar el cañon y ponerlo a cubierto después de algunos disparos Es– ta vez los artilleros se portaron con una sangre fría digna de alabanza, y gracias a la entereza de que die– ron pruebas en la pelea recobraron algo de la fama que habían perdido ella Entretanto los costarricenses ha– cían un fuego irregular de fusiles y rifles, porque tenían rifleros, y el capitán Stith perdio la vida por haberse expuesto un instante con su alta estatura en el centro del camino
. En hora y media el coronel Natzmer pudo llegar al punto a que se cHrigía; pero el enemigo noto este mo– vimiento y temeroso de las consecuencias que pudiera tener dispuso la retirada Cuando Johnson llego con sus rifleros a las tri ncheras, éstas estaban desiertas y Ca–
~as iba ya de camina para San Juan del Sur los ame– ricanos lo persiguieron entonces, y como algunos de los batidores estaban bien montados picaron a las ordenes
~e. ~enningsen la retaguardia del enemigo Cañas di– nglo su retirada con serenidad hasta San Juan, apro– vechando varios puntos del camino para detener a los
a~ericanos; pero al final, cerca del sitio donde el ca– mino del Tránsito cruza el riachuelo qve desemboca en el ",!ar, en el lindero de la ciudad, He.nhingsen, segui– do del capitán leslie, del teniente Gaskill y de unos po– cos ~atidor~s, cargo contra los soldados de infantería
qu~, Iban en retirada y los desbarato enteramente, em– pUlandolos a paso acelerado al través de la poblacion
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Cañas sólo tenía en ese combate 400 hOIllbres, de los
ca~b~ 3~ eran costanicenses y los demás nicaragüenses. En piez lO d alker disponia de 600 nOl'teamelÍcanos y varias as e artillería N, del T. .
y del río hasta la vereda que conduce a Rivas por la costa El enel1'1igo iba tan desbandado después de pa– sar por Son Juan que habría sido inútil seguirlo persi– guiendo
En la confusion de la retirada algunos costarricen– ses huyeron de las filas y tomaron el camino de Guano– coste De suerte que Cañas llego a Rivas con una fuer– za, no solo disminuída por la muerte y la desercian, sino también descorazonada y desmoralizada por la de– rrota Era pues evidente que no podría hacer nada por el momen~o POTO eMmpor e\ tránsito; con dific\l\~od ha– bría de atreverse a salir de las trincheras de Rivas. Walker estaba por esta razon ansioso de volverse inme– diatamente a Granada y atacar de nuevo a Selloso en momentos en que Cañas le pedía auxilio desde el de. partamento Meridional Por consiglJiente salio Walker el 13 de San Juan para la Virgen y embarco su fuerza en el vapor del lago, llegando en la misma noche a Granada Al coronel Markham se le deio en la Virgen con el primero de infantería.
En la mañana del 15 los americanos se encontra– ban de nuevo en el camino que va de Granada a Ma– saya la fuerza se componía de los rifleros de San– ders, una compañía del segundo de rifleros, la infante– ría de Jaquess, un cuerpo de batidores mandado por Waters, algunos zapadores y secciones de las compa– ñías de artillería. Había unos 560 hombres por todo. 1
Formaban la artillería un obús de doce libras, dos ca– ñoncitos de bronce tomados a los Aliados y dos morte– ros de los pequeños Como el tren de mulas que lle– vaba las municiOnes era largo y el día caluroso, la mJJr– cha fué lenta y fatigosa No había andado la fuelza más de la mitad del camino en direccion de Masaya, cuando supo Walker que Jerez había salido paro Rivas con 700 u 800 hombres A consecuencia de este in– forme se ordeno a Jacquess regresar a Granada con su infantería y seguir para la Virgen en un vapor del lago De suerte que la fuerza que llevaba Walker que~
do reducida a menos de 300 hombres
El mayor Henry, no obstante que apenas podía an– dar, siguío la columna que marchaba sobre Masaya, montado en una mula. A dos o tres millas de la en– trada de la ciudad, Henry y el coronel Thompson con– siguieron pasarle adelante a la avanzada, y habiendo encontrado un piquete enemigo cargaron contra él a todo galope los del piquete huyeron como gamos, de· jando uno de ellos el sombrero con un hueco abierto por una bala del revolver de Henry y la paja ordinaria de la copa salpicada de sangre Este incidente, a la vez que pone de manifiesto el excesivo valor de algunos de los oficiales, demuestra también lo difícil que era man– tenerlo dentro de los límites del orden y de la discipli– na/ aunque lo ,probable es que Henry y Thompson no se dieran cuenta de haber dejado atrás a la guardia, debido a la negligencia del oficigl que la mandaba Al acercarse los batidores a' las pequeñas chozas que están a leI entrada de Masaya, el enemigo abrio un fuego nutrido de fusilería, y Waters, llevando sus ji– netes a la derecha del camino para ponerlos o·,cubier– to en la espesa vegetacion tropical, dio paso ,a ,los ri– fleros. Al entrar por la plazuela de San Sebast¡'án, el
1. En la ti aducción del señor Carnevalini se dice 500 homilles, sin duda por erlata de imprenta. El histoí'iador Montúfar consigna esta misma Cifra, tOmándola de la men– Cionada traducción. N. del T. -
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