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Cuanto es aurata l' temblor sensual, cuanto es lecogimiento y ternura, cuanto es crepúsculo y espanto del fin -complejo y polifacético microcosmos poético y humano- entró en el arte rubendariano y estreme– ció su acento multitonal La gama de inquietudes individuales y estéticas que en él florece y canta no tiene rival, por su amplitud, en las letras hispanas En ocasiones, su paso se mueve sin vacilación por una de esas rutas de luz o de saudade, de tiniebla o de grandeza Otras, es el ciego que va sin rumbo y camina a tientas, sin remedio ya, porque puso fas ojos en su esfinge interior y reconoció

la conciencia espantable de nuestro humano cieno 9

Recordemos en seguida, a modo de contraste en su timbre poJifónico, la delgadez juvenil de la flauta matinal

Margarita, está linda la. mar y el viento

lleva esencia sutil de azahar 10

Y, después de ese aire de balada, el profundo la– mento de conmovedor violoncello Que remueve las más nostálgicas, recónditas y patéticas resonancias de una vida Que ya tiene más de pasado que de esperan–

za de porvenir

Yo sé que hay quienes dicen, "a Por qué no

cant'J ahora con aquella locura annoniosa de antaño?" Esos no ven la obra profunda de la hora, la labor del n"linuto y el prodigio del año Yo, pobre árbol, produje al amor de la brisa, cuanc10 empecé a crecer, un vago y dulce son Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa: IDejad al huracán mover mi co¡-az6n! 11

Aquellos contrastes no son, fundamentalmente, de forma expresiva . Proví~nen de fa contraposición

de las características humanos del poeta

De un lado, la visión de un mundo fastuoso y mi· lianochesco Del otro, la carga de experiencias do– lientes Titubeo constante de aJiento y de agonía, de sensualidad y de terror Sueña precozmente, pero aprende pronto que (a vida es dUra, que es amarga, que pesa Se regodea en tentaciones de sensual deleite cuyo gozo quiere parear con la alegría del cie·

lo, pera no logra dar la muerte a fa imagen de! conde– nado

¡Helios! Portaestandarte de Dios, padre del Arte,

la paz es lInposible, mas el amor eterno Danos siempre el anhelo de la vida,

y una chispn sagrada de tu antorcha ence.nd~d<l

con c'ne esquivar ponamos 1", entrada del 1nflerno. 12

Si su mundo poético está poblado de sensaciones

y de emociones de lujuria y de placer, hállase casi ni– velado por pensamientos y esperanzas de salvación

Jeús, incomparable perdonador de injurias, oye: SClnbrador de trigo, dame el tierno

pan de tus hostias, dame, contra el sañudo infierno, úna gracia lusiral de iras y lujurias

Dime que este espantoso horror de la agonía que tT1.e obsede es no más de mi culpa nefanda, que al mOlir hallaré la luz de un nuevo día

y quP. entonces oiré mi "¡Levántate y anda" 13

Y cuando le flaquea la fe, no pierde fa voluntad de pedir protección divina Grita, entonces, 01 borde de los sepulcros

~ Cun(os de '\ida. y Cf(I,eron7-Cl. UNOCtfh/1(¡", l.J 724

JO Poema del Otoiio, "A 1Utu::;Olitn. DchClyle"j p 853

11 eantos de ,tda y espcranzn UDe Otoño'!, ))p 746~7~6

.!2 Cnntofl (le vida y CBJ1~ra.n1.t\. "Helio!;>", p 710

13 Jbid, "Spcs", 1> 711

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Señor, que la fe se muere! Señor, mira mi dolor

~iserere! 11iserere!

Dazne la mano, Señor H

No tenía que aguardar Rubén Darío, como sus pobres imitadores, a que Enrique Gbnzález Martínez proclamara la sapiencia del buho sobre el plumaje engañoso del cisne En su orbe convienen, esen– cialmente, uno y otro más allá de todo tendencia específica, sabiendo ya del ritmo latente de la vida

profunda Y si más de un día aspiró Rubén a juntar sus anhelos a los de las dos,alas que abrazaron a Leda, desde 1905, en sus "Augurios", de jó escrita esta sú– plica

IOh buho!

Dame tu silencio perenne,

y tus ojos proJundos en la noche,

y tu tranquilidad ante la muerte Danle tu nocturno imperio y iu sabiduria celeste, y tu cabeza cual la de Jano,

que, siendo una, =ira a Oriente y a Occidente Vi

En Daría y en arte se encarna y simboliza uno humanidad de luz y de tiniebla, una humonidad que cofa hasta la raíz de su ser y que brota de sus honduras con ilimitada dimensión universal conocedora de ex–

tremas, de antítesis, de transiciones y de combates interiores reverados con la voz magistral de su estirpe

creadora

Dueño de su arte poético, Rubén fija e ilumina su propia posición Quiere ser él Y es él Crea con lo libertad autodisciplinada que desdeña las escue– las literarias

mi li1eratura es mía en mi-. quien siga servilmente mis huellas perderá su iíetT1.po personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar el sello o librea Wagner, a Augusta Hol– mes, su disCÍ-pula, dijo un día, "Lo primero, no imitar a nadie, y, sobre todo, a mí" Gran decir 16

Cuando ya ha pasado más de una década desde que escribió esas palabras, menosprecia Rubén la que llama "cuquería literaria" encerrada en escuelos y modas Declara explícitamente que no gusta de mol– des nuevos ni viejos Se burla de tantos flamantes teorías y enseñanzas estéticas que andan por el mun– do y se "venden al peso" Sentencia, categórico

"No hay escuelas, hay poetas" Y, como si confir– mara el eclecticismo señalado ya, nos lega una valio– sísima explicación "El verdadero artista comorende todos las maneraS y halla la belleza baío todas las for– mas" 17

Todavía encontramos nueva evidencia para pro– bar que la repulsión de las escuelas era una constante en el arte rubendariano En Letras Cl91l) hay un ar tículo suyo acerca de Cotu!le Mendés Recomiende allí la lectura de Rapport sur fa· Poésie, y añade a pro pósito de! poeta francés "Con justicia se sulfura con

tra las escuelas"; 18

Quien pudo haber consentido en qu~ lo proclo 'l1aran máxima voz del Modernismo 110 desaprovech

l

coyuntura alguno parq colocar siempre al poeta sobr, los clasificaciones retóricas

] 1 F.1 t'l'lnto eJ'Tantf. flSum U

,])

803

11) Cnnioa de ,,¡do y eSperanza, "Augurios", pu 142-713 17 RI canto eUBntc, DilucidDciones, 111) 770·772

!li Pros.as lJrufanas, Pl1labrfi1'\ lin1innr~. DP G05·GOG

lS O~)rns cornnlctM, (Madrid, 1950) t I,) Fi79

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