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de vela. pero más grande, manejado por un ntozo. La luna esiaba bellísima, había salido aquella no– che El las 11.35, de manera, que El la hora de nues– tra marcha estaba en todo sU fulgor que daba sus tristes y apacibles rayos sobre la tersa superficie, en la que se destacan como sombras mágicas, puesias allí por la mano del Creador, en encadenado desor– den, las innumerables isleias varias en caprichosas formas que hacen de aquel archipiélago (Las isletas)

un Edén apenas soñado, pero nunca puesto en forzna de pensamiento ni por la más ardiente y atrevida fanfasía, pues supera en mucho a la que pudiera forjar una exaltada imaginacíón aquella bella subIí– ITle realidad

Siete horas que remaban en mi espíritu con el triste paso que permite la pena incomparable de la separación del bien amado, hacía apenas que me ha– bía despedido de Elvka, ambos suspirando con alma trisfe y fiel y estrechando entre mis manos frías por la emosión, presagio de una ausencia larga, qui2:á efema. la suya cariñosa, frémula de amor y de e:moción. la barquilla bogaba despacio, impulsada pOr la brisa que inflamaba Hgeraznente su velamen: acariciaba :mi frente el perfumado ambiente de aquella mañana primaveral, la blanquísima lU2: de la plateada luna bañaba fado mi ser Y etl tan propi– cias circunstancias que invitan al amor aún a los corazones más reacios, a esa dulce pasión que es el único bien de aquí abajo, mi ánimo flotaba en un znar de profundas meditaciónes! Mi alma enamora– da, dedicándole por entero a quien ha sabí.lo sub– yugarla, todos mis recuerdos, =is afecfos, todos, se forjaban en sueños, cual antes, nadie soñó!

Más el espíritu se cansa aun agitado por las más gratas emociones, y el mío fué poco a poco cayendo en un letargo no fan profundo que no percibiera co– mo si fuera lejos, InUY lejos la animada conversa– ción entre mi compañero y el marinero Media ho– ra tendria de aquel insigne sueño cuando me habló Miguel al encontrarnos con el dueño de la lancha que me debía llevar a las costas cercanas de Costa Rica y que se dirige con su esposa en un boie para Granada Es AlejD ObandD, cuyo es el nombre del individuo que debe sacarme, gran conocedor del la– go y de sus costas y muy experlo marino. conoci– mientos que ha adquirido con la práctica de más de

30 años que ha ejercido el oficio, con la buena re– comendación además de ser muy decidido conserva– dor y muy amigo de Miguel a quien profesa inmen– so cariño

¡Qué bello amanecer! Grato y dulce momento que decide enfre las tinieblas y la luz y que al darle con el crepúsculo vida al nuevo dia ilumina nuestra al– ma entristecida por las tristes reminiscencias á que la oscuridad la convida Corre la nave presurosa hin– chadas sus poderosas líneas, hundiendo las cristali– nas ondas agitadas y marea su huella espesa blon– da de blanca espuma Esplendidez panorámica, pa– sajes digno!! sólo del pincei divino de su autor, ani– man nuestra vista enardecida por el desvelo. Al frente se divisa ya la isla de Zapatera. lu– gar de nuestro destino; herida por los rayos del sol naciente se coloca can varie.dos :matices producidos por sorprendentes efectos de óptica acá y allá, sus varios islotes adyacentes que semejan girones arran– cados a aquella masa informe por el azote contínuo

de las olas embravecidas, cuyo conjunto no parece sino que Dios colocara allí como una de los :más preciados adornos del Gran Lago esa rica =ara"il1a con que dotó la naturaleza a aquel privilegiado país A la diestra se destaca imponenfe y soberbio, coronado par fenue penacho de tul de armiño, el magestuoso Mombacho, enorzne mole cónica azul turquí, que se di"isa a través de la distancia acari– ciadas sus plantas por las ondas que las besan de continuo deshaciéndose en espumas nüida de encaje El flagranfe disco semejante a dilatada bola de caucho, flotante a la sombra en la cristalina superfi– cie ri2:ada por el ambiente, hace reflejar sus fenues rayos en el vapor a2:ulado, dando un tinte violáceo al horÍ2:onte todavía pere2:Oso.

El mareo, el cansancio de la incómoda velada, el frío que me colaba la ropa empapada, todas las molestias e incomodidades, todo, desaparecía ante aquel bellísimo espectáculo que fija el pensamiento en esos mundos de la inmensa creación y que fiene sus limites entre la nada y Dios, y no me sorprende tampoco porque en medio de aquel arrobamiento que se grabó en mi mente, con la función de una grata remembranza la imagen encantadora de mi

Elvira y su dulce nombre repercutía a cada uno de los latidos de mi cora2:ón

Llegamos a la isla Zapatera a las 6];" de la ma– ñana, bien mojados. pues desde que salimos del ar– chipiélago hasta nuestro arribo a la isla había so– plado el viento .tan fuerle que azofando las crespa– das olas, las pul"eri2:aha arrojándolas sobre nosofroS Pasamos el dia sin novedad conversando y leyendo a ratos y dunniendo la mayor parle del tiempo En la tarde hicÍlnos un corio paseo a pié sobre la costa a cuyo regreso comimos en la misma frugal mane– ra que en la mañana: arr02:, frijoles, queso y iíste, todo condi:mentado con la agradable salsa de nues– iro apefito de jóvenes sanos y la jovialidad que rei– na en el campo, sobre fado, en la compañía de los buenos amigos y parientes

Después de comida. conversamos un rato, dedi· ca=os un recuerdo a Granada y nos acostamos, más franquilos, estoy seguro que muchos que acariciados por el contento y la animación concurrieron a la pro– cesión de Los Micos una de las más solemnes y con– curridas de la Sultana y que es como el broche con que se cierra esa gran parranda con que se profana en mi tierra la magna Semana de la Pasión de N S

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