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« Previous Page Table of Contents Next Page »que dica: en marles, ni te case~ ni te e~barques,
noS hicimos a la vela con gran V1ento hac1a la costa meridional dando un rodeo a la isla por el norle para tomar la dirección que debíamos llevar COlnO el viento continuara cada vez más fuerle, resolvimos almorzar, dándoie tiempo á que calmara en casa de Brizuela uno de los colonos de la isla y cuya pajiza vivienda está construida sobre una in– mensa rocallosa en una pequeña ensenada, :magní– fico puerto para abrigo de nuestras embarcaciones El almuerzo fué suculento y buena cuenta dimos de él en :menos que canta un gallo. InmediataInente nos hicilnoS de nuevo a la vela y grandes fueron los susfos y aprietos que pasamos al intentar el paso por Boquerones estrecha garganta c~mo de 300 y~s.
entre la isla de Zapatera y el pequeno cerro que srr– ve de remaie a la península del Menco Largo rato luchamos sin éxito para pasar aquel peligroso estre– cho y en vista de que el viento contrario a nuestro rumbo iba en aumento, resolvimos que ancláramos en la ensenada del AguacaIQ en la misma isla en donde baja:mos a tierra y cOlnimos arroz y carne de venado seca cocidas ambas COllas a la vez en su cal– dero con plátano verde también cocido, acompaña– do esto con pinol blanco batido en un cumbo del que tomábamos alternativamente Alejo, patrón de la lancha, BUS hijos Daniel y Miguel, como de 18 y
12 años respeciivaInente, que eran los marineros,
Miguel VijU y yo. Los zancudos que eran muchos y muy bravos nos obligaron a dormir o pasar la no– che mejor dicho, a bordo pues no pudimos conciliar el sueño por el balanceo de la embarcación y el mo– n6tono ruido del oleaje que la azotaba de continuo
Lo que más me indujo a pasar la noche en el Aguacate fué que en aquel mismo estrecho de Bo– querón había naufragado hacia 23 años una embar– cación en que perecieron mi hermana Mercedes Ja.
cima, mi prima Blanca Ranlirez y dos costureras lla– madas Narcisa y Paz qua iban para Rivas con mi tía Chepi8a con motivo del matrimonio de mi tío
llgusJin Avilés que en aquella ciudad debía verifi–
Cal se En medio de la lucha terrible contra los ele– mentos desatados por uno de esos iremendos espe– jismos que sacuden nuestro ánimo se me presentó ccm toda su horrible desnudez el terrífico cuadro de aquella triste y dolorosa catástrofe, cuyo recuer– do produjo en mi corazón más honda herida a tra– vés de cerca de 5 lusiros en presencia del lugar del siniestro. que esto mismo produjera en mí, cuando en la insensatez de la infancia no apreciaba la mag– nitud de la desgracia, en esa época de nuestra vida que puede llamarse feliz y en la cual no conmue– ven nuestro espíritu los grandes dolores que son, según la expresión de V Hugo mi gigantesca dilata– ci6n del alma
En el propio lugar en que la embarcación se había volteado, según me dijo Alejo escapé de irme al agua: venía yo, para mayor seguridad conira las fuertes sacudidas de la lancha en el botecifo como de 3 varas que siempre manejan las embarcaciones grandes para sus desembarcos, y venía esta sobre– cubierla atada por sus dos extremos con una cuer– da muy débil que rompió con un fuerle balanceo: Ocurrieron presurosos Miguel y el piloto y yo mismo, m~ así fuerlemente de la jarcia, evitando de esa manera que cayera al agua de donde quizá difí- ...
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cilmente hubiera podido salir por la fuerza de la corriente y la impetuosidad de las olea del lago que estaba picadísÍl'Tlo
m DI: ABRIL
El 2 de Abril Imiércoles) a la 1% de la madru– gada acabando de salir la luna, levantamos ancla y después de un viaje muy feliz, porque aunque el viento era recio soplaba favorable, llegamos a las 6% a una finquifa de la isla del Omelepe enire los barrios de Esquipwas y los angeles y a una legua de Moyogalpa; desembarcamos en aquel pintoresco lugar, abundante en frutales de lada clase. El due– ño de la casa, hombre atento, rivense cuyo nombre no recuerdo nos recibió muy bien, le pedí un refri– gerio que nos fué servido suculento: café con leche, frijoles fritos, huevos, queso seco, cuajada, torlillas y plátanos maduros colorados, que comimos por ma– nera sorprendente, creo que no es preciso decirlo Me llaInó la atención 10 poco que nos cobraron y comprarnos cocos que hizo subir de punto mi admi– ración, pues me dieron 5 por 5 Ctvs A las 9 de la mañana coniinuamos nuestra marcha con viento irre– gular y basiante fuerle, habiendo llegado a las 2 de la tarde a una isleta completamente deshabita– da que queda al E de Ometepe. En tierra los ma– rinos, prepararon un fogón y cocinaron el arroz con venado y los plátanos de ordenanza que comimos esta vez con cuajada aprovisionada en nuestra úl– tima escala de Esquipulas, tomamos pinole y corno postre, miel de una colmena que encontramos en un giñoeuagüo caído por el viento :muy cerca del lugar en que hicimos nuestras compras
Miguel y yo dormimos en la playa, aunque me dijeron que había peligro de que algún lagarto nos halara pues abundan en aquel lugar, pero yo esta– ba hastiado de la embarcación, cansado de dormir difícil, como me es siempre hacerlo a bordo y con– vencí a mi compañero a quedarnos en tierra Hici– mos un fogón de las ramas secas de un árbol que por allí cerca estaba caído, las euales corlamos con alguna dificultad con las desfiladas cutachas de los marineros; el sueño fué tranquilo y profundo has– ta la madrugada que nos despertamos para el viaje Recordé al desperlar que en fal fecha como hoy, ha– cía 17 años, había muerto para bien de la humani– dad, la más horrible fiera humana que comió fri–
joles en este bajo mundo: .Justo Blllino Banios.
3 DI: ABRIL
El 3 de Abril (jueves I a la 1 % de la madruga– da, salimos con fuerfe viento favorable para Cuaji– niquil á donde llegarnos como a las 8 de la maña– na Es Cuajiniquil una hacienda de don l'I'ancisco Luis MaxtÍllez como a 5 millas al sur de Sapoá con un bonito puerlo cercano por un islote alto y roca– lloso que lo pone al abrigo de los vientos y ofrecía también ia ventaja de que no se divisaba la embar– cación de Sapoá donde siempre hay un resguardo Desembarcaznos, pues, y me interné en el monte no znuy lejos de la costa para mientras Miguel y el pi– loto de la embarcación iban a la casa de la hacien– da a explorar el campo Volvieron al cabo como de una hora con el mandador trayéndome la noticia de que la monfada había pasado la tarde anterior para Las Haciendas y que no vQlvería hasta dentro
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