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Eramos como veinte qLle habíamos perdido el rum– bo . en la pura montaña. el zancudero, el miedo j con hambre!

El viejo Julián no le estaba oyendo nada, tenía la mirada como perdida Se puso otra vez la gorra y levantándose el pantalón por la hebilla de la faja, dijo algo, tosió y siguió su camino por lo calle Don Chico cabeceó y dijo en voz bajo ¡Está fregado este hombre! Lo siguió un buen rato con la ¡Ylirada y después entró en la casa encogiendo ros hom– br05

--j Petrona! ¡Petrona! -llamó a la mujer que le cocinaba

-j Qués! -le contestó saliendo de la cocina -Ya has visto vos al maitro Julián?

La mujer puso en la mesa un plato que tenía en la mano

-Ya me habían dicho que como que no iba bien dE.' la cabeza, el pobre

-Pues ahorita acabo de hablar con él y se ve como ido

-Déjeme estar, yo me vaya fijO!

Don Chico se agachó a recoger algo La Petrona salió por el patio a traer agua Una gallina se varó de un palo cacareando De la loma alguien gritaba Como era lunes empezaban a venir los b<'ltes de Po– cosol, de Santa Cruz y otros botes que salían tempra–

no o pescar

El viejo Julión había echado ya el mecate en el bote y se fijó en la proa carcomida donde se veía un pedazo de lata que él mismo había remendado Le

posó la mano a la lata y le dobló una orilla, después empujó con fuerza el bote que estaba bien varado en el Iodo y se encaramó en seguida cogido de la regala y se sentó en el banco Metió el canalete, viró un poco y se fue orillado Posó por el Genízaro, por los Soroncontiles, por El Vueltón; bia pasando por fuera de ros zacatafes que después quedan meciéndose con el oleaje que deja el bote

-j No, -dijo hablando solo- mejor me vuelvo! -¡No, -dijo- mejor sigo! ¡Sí, --dijo- mejor sigo! ¡Sí·! -dijo otra vez y siguió en el bote ca-noleleondo

-Vieras que he estado pensando en el maitro -le dijo don Chico a la Petrona La mujer lo quedó viendo

Y por dónde cogió? --le preguntó

-No se -dijo don Chico- vi irse en el bote, pensé que ¡ría a sus siembras ¡no vaya a ser que le pase algo! Ese hombre no está bien de aquí -agregó, señalándose la cabeza con el dedo -Todavía !la se le echa de ver ¿verdad? -Pues, quién sabe!

- , Y cómo Se sabe cuando uno está así? -Le preguntó la Petrona

-Pues porque Se pone uno esté como ido -¡Ahoá! y no será que está afligido, el maitro? _.Afligido por qué? -Pues yo qué voy a saber

-¡Ah, bueno! -elijo don Chico tranquilizándose -Don Chico cree que el niaitro anda ido -dijo la Petrona

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-Cuál maitro? -le preguntó uno que estaba echado sobre el mostrador.

-Vos sos de largo? -le pregLlntó la Petrona -¡Seh! -contestó el hombre, secamente

Y entonces para qué querés saber si no conocés a la gente?

-Ve que babosa ésta!!! -dijo el homble ende– rezándose

La Petrona dejó la canasta en una silla y se fUe para adentro

-Ya van o estar [os chicharrones, Mon¡é? -le preguntó al hombre que meneaba con una pala el

caldero

-Ya va que quiere -le contestó

-y estaba gordo?

-Pura espuma el orejudo, espuma y pelo -dijo el viejo Carmen desde un rincón donde estaba sentado esperando- Ya le he dicho yo -agregó- que a un chancho no se engorda con mangos

-¡Jo! ¡Jo! -se rió la Petrona- mangos, dice Ud ni siquiera eso j a puras cáscaras, será!

y bien que se van hartar fas chicharrones -dijo Monje, sin molestarse

-Por hacerte el favor -.-díjo don Carmen

-y Ud don Carmen, todavía se come sus chi-charrones? -le preguntó Monje 01 viejo, con malicia y

volviendo a ver a la Petrona

-Pues, sí! -afirmó- Te exlrañás vos, mu–

chachó y don Chico? i Me vos a decir que ayuna! -yen seguida tocó con el codo a Monje pOlo que volviera a ver a la Petrona La Petreno se puso seria

-j Ehé! -dijo el viejo- no le gustó, pues j jo! ¡jo! -se rieron los dos

La Petrona dio la vuelta y volvió al mostrador -Cómo es la coso del maitro? -le preguntó la

Monjarrez, que estaba despachando unos frijoles -Pues a mí me dijo don Chico -comenzó a contarle la Petrono-· "No he has fijado Petronó que el moitro está fregado?" "¡Ajá! -le dije yo" "Pues anda ido -me dijo él" "Es cierto -:-le dije yo" "Porque yo también lo he visto bastante exlra

ño, verdad?"

-¡Ajá! -comentó la Monjorrez- pero debieran

de cuidarlo, entonces

-Eso digo yo -dijo la Petrona

-Lo que es el \01 Payín, solo anda en sus en-

redos

Y es verdad que como que dicen que le unda roncero a la tica?

-Dicen que no sale de allí

-y qué dirá el hombre? -le preguntó la Pe-trona

--Quién? Marcos? j Pobre! Que no sabés que es sordo:> -le expliéó la Monjarrez -¡Ah, pero ve~ -observó lo Petrana

-Ve, pero no oye y qué va saber lo que ha-blan?

-¡Ajó! -dijo lo Petrono

-Decime si vas a llegar, pues -le dijo Payín

-y a qué voy a llegar? -Pues para que platiquemos

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