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A la orilla de San Miguel pero más a un lado, por el camino que va a los cerros cogiendo lo pelado del llano, se llega a San Bernardo Solitario se ve todo aquello Las bestias van siguiendo el camino al paso y resoplando de vez en cuando entre el monte que se pone amarillo y reseco y las únicas casas que se encuentran están al final, después de unas lomas Allí hay un viejo galerón de tablas carcomidas y techo de tejas negras, tres o cuatro ranchos altos y el patio donde encierran las mulas en un corral de piedras amontonadas con varios cardones espinudos que han nacido entre las piedras
La gente no se ve afuera Un perro echado en-cima del tambo con el hocico entre las patas y por allá un barril viejo tirado en el suelo
Paso a paso se fue acercando un viejo que venía
en un caballo bajando en el camino por un lado y que, después de arrendar y dar vuelta por los corrales, se paró frente 01 galerón Se bajó con dificultad y co– giendo el mecate, lo colgó en uno de los palas caídos de la varando
-Buenas -dijo el viejo, entrando De adentro salió un hombre -.-Buenas -le contestó -Me regala un poco de aguo?
El hombre dio la vuelta y cogió a un lado El viejo se quedó, parado donde estaba alzó la vista al techo y después se sacudió el polvo del panta– lón
-Tome -le dijo el hombre dándole uno jícara El viejo cogió lo jícara y bebió
Después chorreó en el suelo el poquito de agua
que sobró
-Gracias -dijo
--;-Va para adentro? -le preguntó el hombre
esté -dijo el viejo pensando- Este es el camino para Pedernal?
-No, amigó -Lo dejó atrás Por aqup se va
01 Arroyo y de allí cogiendo a la izquierda se pasa al bajo de Puerto Díaz ,subiendo a este lado -y señaló el hombre un palo de espinas de en frente, dando unos posos para afuera
-Ajá ~dijo el viejo, caminando detrós Se pa– só la mano por la barbo y después se acomodó el som– brero
- y cómo se llama este lugar? -le preguntó al hombre
El hombre lo volvió o ver con curiosidad y después le contestó
-Aquí se llama Rincón de Animas -le dijo Afuera estaba todo árido Unos troncos secos
y manchas de montes, espinales y cachitos agobiados de polvo
Entonces el viejo se montó, reculó y arrendó por el camino, entre el polvo que levantaba la bestia con los cascos
El hombre levantó la mano para despedirlo y la bajó enseguida cuando vio que el viejo pasó recto sin volver a ver
El sol estaba bien alto
***
-¡Nacho! ¡Nacho! -lo llamó la mujer de aden-tro
-Eih!! -le contestó el hombre distraído en lo que estaba pensando Enseguida se vino para adentro y salió al patio
La mujer estaba lavando una batea de maíz nes– quizado Chorreó el agua y levantó con un guacal los granos de maíz, escurriendo la espuma de la ce– niza y volvió a echarle más agua
-Quién era ese? -le preguntó la mujer -jAI saber ! -dijo el hombre Recogió unos palos, los puso juntos, a la orilla del cerco y se que-dó allí pensando
***
De mañanita había bajado al río Había dejado el café yo hecho, en una porrita Los frijoles en la casuela tapados con la tortilla y tenía llena la tinaja Les había dado de comer a las gallinas, barrió el patio y vecogió la basura
El río le quedaba al bajar de la casa, pero en– frente de ahí era muy lodoso, por eso tenía que seguir hasta la punta de 10 vega donde tenía el lavandero, que eran dos piedras grandes y encima una pequeña acuñada
Empezó a sacar unas piezas que llevó y después estuvo tendiendo encima de las ramas y en el zacate Después, se vino a traer el jabón que había dejado encima y se sentó e'n las piedras a soltarse el pelo En eso oyó el ruido de un bote que venía orillado y espe– ró
i Adiós pues ! -la saludó el del bote
-j Adios Manuel !
El hombre detuvo un poquito el bote con el ca– nalete
-Como que tempraneó?
-j Ah, sí! -le dijo, riéndose- Andas pes-cando?
-Sí -le dijo y le enseñó una sarta -Son guapotes -dijo ella
-Pero son muy rogados, desde las cinco que an-do pescando
-Ajá -dijo ella
-No han bajado al pueblo? -le preguntó él -No, pero tal vez en la tarde arrimamos -Ah, bueno
Ella se rió y se levantó, brincando de las piedras a la orilla
-Ai los vemos, pues -le dijo el hombre y se empujó con el canalete
***
Cuando llegó a la casa vio unas cabezas de ba– nano a la orilla
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