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El PRIMER PERSONAJE DE LA LITERATURA NICARAGUENSE: EL GüEGüENCE

Creado por un pueblo que se burla de sus desgracias

y

uno de los personajes de la Iiterafl.!ra popular de Hispanoamérica

Cuando publiqué por primelO vez en Nicaragua

el 01 iginal del "Güegüence o Macho Ratón" en los

"Cuadernos del Tal/sr Son Lucas" (No 1, 1942)

que ahora se reproduce -anoté en mi comenta–

rio-- la sorprendente popularidad de esta obra anó– nima de teatro que se ha "mantenido en taquilfa lJ

desde el siglo XVI, en que fue probablemente es–

crita, hasta nuestros días "Caso rala -escdbía– que, aún cuando ya se haya olvidado el signifi– cado de sus muchos Dar/amentos en lengua nahualt

y mangue, su texto se' repite de memoria con especial gusto y encanto" y se sigue representando año con año en diversas fiestas patronales en los pueblos de la región del Pacífico de Nicaragua.

Después de oírla y leerla muchas vece:;, y de ras– trear las referencias y opiniones de nuestro pueblo sa–

ble el Gueguense, llegué a lo conclusión de que la obra permanece viva no por uno de esos apegos itraciono– les, casi supersticiosos, de la mentalidad popular a

ciertas tlOdiciones, sino porque su protagonista es un personaje que el pueblo nicaraguense llevo en la san- , gre

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El Guegtiense o Macho Ratón" es nuestra pri– mela obra de teatro, sus diálogos son todavía bilingües -palte en español, parte en nahuatl, con no pocas polab,as en mangue- y su originalísima estructura de "comedia-Bollet" o "comedia danzante", con 14 par– tes musicales, sospecho que ha sufrido alteraciones al t, asmitirse de memoria o por copias muy defectuosas a través de los siglos, enredándose un poco el hilo de

su acción aunque siempre se puede captar su senciflo argumento desarrollado con marcada intención de crí– tica a la autoridad y de burla social, como la cafidad I¡tela,ia o dramática de la mayor parte de sus escenas,

no por primitivas menos admirables en su acción y en

su diálogo vivaz y picaresco, pero, sobre todo, queda 10gIGdo y viviente el protagonista, el Güeguense, el

primer personaje de lo literatura nicaragüense y segu–

ramente también uno de los orimeros de la literatura popular de Hispanoamérica .

Mientras esta valiosa pero casi ignorada obra de teatro folklórico -tan mal traducida hasta ahora en sus padamentos en lengua nahuatl- espera al crítico que le haga justicia en las historia literarias de Amé– rica, abordaré a su personaje, no para someterlo al es–

tudio literario que merece, sino solamente para recons– truir su fisonomfa y su carácter porque el Güegüense, a pesar de nacer en el momento incial de nuestro mes– tizaje cultural, ya resume, en forma caricaturesca y satírica, todas las características que hemos venido anotando como propias del nicaragüense Es la pri– mera auto-burla de un pueblo burlesco, la primera mirada o su imagen en el espejo de la sótira Se me ocurre que este ·solo hecho' la creación de un perso-

?

naje literario vivi.ente, cOlacterizado, replesentativo y

satírico en una obra popular folklórico de teatro y en

una época prematura es un testimonio no despreciable de la pe, sonalidad del teatlo y en una época prematu–

I a es un testimonio no despreciable de Id pel sonalidad e/el pueblo que le dio vida

El Gtiegtiense parece llegar a su obra como un

ser con existencia antel ior a el/a, como un tipo que viene del pasado y del pueblo -probablemente un vie–

jo personaje que formó el antiguo y desaparecido tea–

tro aborigen- y salta 01 escenario del nuevo teatlo mestizo y bilingüe y al actuar, también él se mestiza y

completa en si mismo el primer boceto satírico del ni– caragüense

-liTráigame a ese consentidor, afrentadol y

charlatón del Güegüence a mi Cabildo Real" -dice

el Gobernador Tas1uanes a su alguacil al comenzar la obla

y aparece el Güegüence burlón, picaresco, igua– lado, desconfiado, haciéndose el sordo, y diciendo des–

de su primera entrado a escena su Drimera frase de

doble sentido Desde el diálogo inicial de la obra el personaje se define viejo matrero, se burla de la auto– ridad ("Ruego a Dios que confunda al señor Gobernador Tastuanes" dice equivocándose adrede), le pregunta al

Alguacil con malicia por "su vara de insignia", se burla del lenguaje virreinal y palaciego y de la etiqueta que se le exije para visitar al Gobernador ("debo yo obtener un libro en romance paro aprender cómo debo presen– tar mis súplicas?") satiriza mordazmente las gabelas

y los constantes impuestos que "le vacían la caja" ("ya lo ven, muchachos, lo que hemos trabajado para otro hambriento!"), llama "peinador", o como hoy decimos "cepillo" al que adula a la autoridad, se hace el sordo

cuando le conviene -("Me hablas, don Forsico?" -l/No tatito, serón los oídos que te chiffan") y juega con las palabras y con la falsa sordela, sobre todo C'uando le cobran -(Reales de plata, Güegüence" -Redes ele platos? -No, GLiegüence, pesos duros -Ah, quesos duros!" ) Y entre buría y sordera las frases de doble sentido v el diálogo picaresco sal– pican de vida y malicia toda la obra -"Dónde conseguiste el vino? -En la casa de un amigo.

-Quién te enseñó a hacerte de un amigo? -Usted, fatita

-Cal/ate, muchacho! Qué dirá la gente si sobe que yo te enseñé a hacerte de "un amigo"?

La misma burlona orocacidad se advierte en le

broma de la jeringuita d~ oro que ofrece irrespetuosa mente al Cabildo Real, o en la escogencia de las dama: para el casamiento de los hijos del Güegüense (la um

no le gusta porque está "pachaco" -Quién 10- echl

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