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¿Qué quieres, Faustino? No te tenido noticias tuyas,

contestó el de u cabo11o, y vine a saber noticias, o si necesitas algo, para enviáltelo Necesito! dijo Doña

Elena, que vengan médicos con más constancia Hasta

la vez solamente Juan Ignacio Urtecho llega a esta ventana a darme medicinas y consejos Cuando

OCUI re alguna defunción, me siento abandonada de la ciudad Adiós, Faustino

La ventana se cerró y nosotros proseguimos nues–

tro camino Ya en nuestra casa, dije a mi madre que

esa noche había visto a Santa Teresa de Jesús al pasar

por el "Lazareto", según se pareda Doña Elena a la

imagen de la Santa Mi padre tomó parte en la con–

versación diciendo' l/Ciertamente, vimos a Santa Ele–

na, pues no es otra la persona que acepta atender a

los apestados de viruela Doña Elena ha subido muy

alto Nunca se proporciona ningún bienestar para

ella, todo para las demás"

Hoy que escribo estos recuerdos

t

quiero al menoS

que no se alvíde aquel ejemplo caritativo de tan belld

alma, quien por amor de Dios renunciaba a toda CQ–

modidad personal que pudo proporcionarse con su di–

nero Siel"npre activa, iluminada por ideales tan

puros

l

basados en su santa devoción al bien

l

ella con–

trajo la viruela en el mismo IILazareto

l1 que llegó a

regentar y aceptó ei lecho del dolor con profunda re– signación De ese lecho, cuando fue rescatada de la

muerte l saltó todavía con más ánimo a dedicarse como

antes ai bien de los prójimos y a la enseñanza de la

niñez

DO¡;:¡A ELENA, ALMA APOSTOLlCA

Ei ceia de la sdlvación de las aimas consumía el corazón de Doña Elena Para ella, el único problema da este mundo era la salvación del alma El dicho del Divino Maestro "¿Que aprovecha al hombre ga–

nar todo el mundo si sufre detrimento el alma?/I, pe-

netró en lo más íntimo de su corazón Se lo aplicaba

a sí misma y lo aplicaba a los demás De ahí el em-peño que ponía en que lodos los de casa hermanos,

parientes y sirvientas

l

todos cumpliesen con el precep– to de oir misal todos los domingos y fiestas de guardar,

sin que nadie faltase Si alguno se descuidaba, mos– trábaie su disgusto y suavemente le reconvenía

A veces, cuando alguna sirvienta ponía como ra–

zón excusa el que tenía que hacer las labores de la

casa, si era esto cierto, ello misma tomaba la ocupa– ción que correspondía hacer a la sirvienta y enviaba a

ésta a la iglesia para que oyese la Santa Misa Se mostró siempre actíva y diligente en ayudar a los sacerdotes en lo referente al culto divino, para que las funciones de lo iglesia se ceiebrasen can deco– ro y solmnidad Especialmente se echó de ver este celo de la salvación de las almas con el arribo a Nica– ragua de los Reverendos Padres de la Compañía de Jesús que desembarcaron el 15 de Septiembre de 1871 en ei puerto de Corinto Fueron expulsados de Gua– temala por el Presidente Don Justo Rufino Barrios, enemigo jurado de las Ordenes Religiosas Sesenta y ocho Jesuitas, con su P Superior, P San Román a la cabeza, llegaron al puerto de Corinto en el vapor "San Salvador", pidiendo asilo y permiso para desembarcar

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El Comandante del puerto, hambre recto y sin– cero, respondió que no podía negar el favor que se le

pedía

l

ya que no tenía orden en contrario, ni ellos

tenían CI imen alguno que se lo irilpidiese Saltaron todos a tierra y se dirigieron a la ciudad de León A los dos meses de llegados, dieron allí una misión que fue muy fructuosa y lo mismo quisieron hacer en ia ciudad de Granada

La gente de la ciudad de Granada estaba muy

n~cesitada espiritualmente

J

la indiferencia religioso

J

la

corrupci6n de costumbres se notaba a las claras y las

id~as extraviadas en orden a la Iglesia y al Papa esta– ban en boga entre la gente ilustrada, que leía toda clase de libros y periódicos hostile~ a la Religión El Pbro Silvestre Alvarez, sacerdote ejemplar y

celoso

l

deseaba ardientemente lámisión, para el me–

joramiento espiritual de la ciudad Doña Elena apo– yaba con ahinco los deseas del buen sacerdote y se

ofreció ,a sufragar los gastos que fuesen necesarios

para que se llevase a efecto Se tuvo la misión y el fruto fue muy copioso Entre los misioneros que lle– garon, el que dejó imperecedera memoria en la ciudad de Granada, fue el P Felipe Cardella, que permane– ció en ello 8 años El P Cardella, eminente prafesor d,\ Moral en Italia, estrechó mucha amistad con la fa– milia Arellano, que lI~gó a considerarle como un miembro más Dicho padre influyó mucho en el es– píritu de Doña Elena, enseñándole la ascética de los Ejercicios Espirituales de San Ignpcio de Loyala La Compañía de Jesús cobró grandes afecta a la República de Nicaragua que le abrió de par en par sus puertas, al ser expulsada de Guatemala, cuando las otras Repúblicas se lo negaron Mas no tarda en conocer que en aquel f1ermoso jdrdín, se anidan tam–

bién serpientes venenosas, entre" la inmensa muche–

dumbre de corazones francos, leales y genuinamente

católicos, no faltan algunos, no en gran número, co–

rroídos por el virus de la irreligión y de la masonería

Prevé la lucha, pero ésta no le arredra, entrégase al

trabajo con incesante ardor en provecho de sus hués– pedes, recorre la República sin dejar una sola de sus

poblaciones, aún las más insignificantes y remotas

l donde siembra la semilla del e-:angelio, y en todas

partes recoge el fruto a manos lI~nasl como en terreno

bien abonado

, Sitúanse los obreros evangélicos en las principa– les ciudades Como en puntos estrat~gicos y de aquí saien a recorrer el campo o a darle otro género de cul–

tivo Echan mano de sus recursos" experimentados

l dan ejercicios espirituales

l

fundan cqr1gregaciones pa–

ra todo género de personas, establecen la celebración del Mes de María y el Apostolado dé la Oración, pro– pagan la instrucción religiosa, dan esplendor al culto

externo, la frecuencia de los sacramentos crece de

día en día, reina lo moralidad y pureza de costumbres, la piedad cristiana vive y florece, la paz ha establecido su imperio lo mismo en las famiiias que en la sociedad Pero en los designios de Dios el tiempo estaba medido, y así como durante esta década todos los es– fuerzos de los libertinos y masones naturales y extran–

jeros coa ligados entre sí

l no fiJe ron capaces de arro–

jdrlos de esta república, por más que se empeñaron, de:'a misma manera, llegada la hora decretada para

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