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« Previous Page Table of Contents Next Page »te habían aumentado sus conocimientos: como en Guatemala habían residido los Supremos Poderes nacionales, sus pasos, sus manejos, su influencia, su poder, sus medios, todo fué examinado pOi los gua– temaltecos observadores; y este examen les dió más experiencia; Guatemala que fué teatro de glandes desastres, pudo pensar con menos desaciel to en sus causas y remedios; porque era más ilustrado que los otros: sus producciones agrícolas e industliales, de consumo en los Estados vecinos, y de exportación al extranjero, hacían entrar en él cerca de un millón de pesos anuales; y las rentas públicas eran más que suficientes para sostenel los gastos precisos del Estado. Un hombre había allí también, dotado de ciertas cualidades adaptables, en un sentido ade– cuado, a los ployectos de los hombres de aquella época: este hombre, sostenido por los auxilios de unos pocos, había contrarrestado el poder del más valiente, hábil y afortunado guelrero que hasta en– tonces se había levantado de entre nosotros, tuvo émulos, impotentes pala auebatarles sus triunfos: la constancia de sus inclinaciones dominantes lo ele– vó desde allá de su lugar, hasta encima de lo más distinguido de Guatemala; y en esa constancia de sus inclinaciones dominantes, se apoyó un pensa– miento, un plan de Gobierno: también en GUatema~
la se cercenaron las alas a la democracia, por aquel pensamiento., este pensamiento comprendió la pros– peridad de Guatemala, con el sacrificio de algunos principios y de algunos de los otros proclamados en la .República, y el pensamiento se realizó. El hom– bre fué Carrera; el pensamiento, era central. Cen~
tral fué también el Gobierno de Carrillo en Costa Rica A pesar de nuestras ilusiones y de 11uestro amor propio, es necesario confesar, que lo más re– marcable hasta hoy, en la historia de nuestras re– voluciones bajo la democracia, lo más remarcable de todo lo que en esa historia esté menos bajo el poder del vituperio y de la reprobación, es el Jefe Carrillo en Costa Rica, el General Can'era en Gua– temala, y el coto puesto por el primero (y adoptado por el segundo) al desenfreno democrático.
Continuando la materia de que he hablado en el número anterior, dcbo dar aquí lugar a otros dos personajes para desentenderme de los dos Estados de que me be ocupado. En los primelos años de calamidad, un hombre verdaderamente liberal, un hombre de fillueza, un hombre de bien que poseía conocimientos y alguna experiencia, ejerciendo la Presidencia de la República conoció los vicios, la nulidad del sistema establecido para gobernar el país: quiso este hombre, según el dicho de sus mis~
mos adversarios, dar una fOlma más regular a los principios democráticos, y aunque hasta hoy se ig– nora la extensión del proyecto que hubiese conce~
bido, los exaltados de aquel tiempo acuadillados por Morazán le hicieron la guerra con el carácter de una insurrección general; y desapareciendo aquel hombre de bien, de la silla del Gobierno, pudo ver entronizarse la perfidia, el robo, y la desvergüenza,
bajo los nombres de democracia, patriotismo y li–
bertad El mismo Morazán después de haber huído de Centro América, dejando tras sí una huella mar~
cada en diez años de falta de poder y de respetos, concibió un plan central: resolvió a ejecutarlo a
lo menos así lo aseguró a sus adictos en Centro Amé~
1iea, y dejando entrever su plan, al través de algu– nas sombras democráticas, volvió a Cenbo Améri– ca: no pudiendo asegular su empresa por medios diplomáticos, a causa de sus antipatías, ocurrió con las armas al Estado de Costa Rica, ganóse al Gene– ral a quien el Gobierno había confiado la defensa de aquel país, y este fué el incidente que hizo de– saparecer a Carrillo en Costa Rica. Echó mano a reCUlSOS democráticos para formar una Asamblea que centralizara en él todo el poder gubernativo, y
la mayor parte del administrativo; logró ésto, y se precipitó en el más espantoso abismo. Comenzó su carrera echando abajo a un supremo gobelnan– te que, según el mismo Morazán intentaba cerce~
nar las alas a la democracia: y concluyó su carrera asesinado a manos de la demoClacia de la demago– gia. Al Comenzar su carrCl a ofreció paz y garan– tías pala apoderarse de sus eenmigos, para anular– los y coronar su triunfo sobre Guatemala, y faltó a la fé prometida: al concluir su carrera, sus ene~
migos le ofrecieron paz y garantías para hacer triunfar de él a Costa Rica, y sus enemigos le fal– taron a la fé prometida. El sistema político de Costa Rica es bastante parecido al sistema político de Guatemala: este Estado pl'ospera más que aquel, porque tiene elementos superiores. Pelo si la paz
y prQsperidad de Guatemala descanzaran, en el sen– tido de su mayor gravedad, en las inclinaciones do– minantes del General Carrera, sería preciso hacer a este hombre inmortal: y si el buen p10gleso de Cos– ta Rica se quisiera fundar, en el sentido de su ma– yor gravedad, en su industria agrícola, y en la conw centración de los dos poderes, administrativo y gu– belnativo, sería preciso hacer estacionaria la civi– lización de aquel país. Como lo uno es imposible 'Para los guateamItecos, y lo otro es también un im– posible para los costal'l'icenses, tal vez opinaríamos: 10. que en ambos Eestados se siguiese el sistema que tienen adoptado, ésto es, de centralización guberna– tiva, y administrativa en una latitud reducida a producir en los pueblos el orden, y la paz por prin– cipios, por laeiociníos políticos, por conveniencia general, y U11a civilización regular susceptible de adaptarse con el tiempo, al sistema de los Estados Unidos del Norte y de la Inglaterra, en cuyos paí– ses hay una centralización gubernativa, y descen– tralización administrativa admirable, y 20. que a– fianzaran el 01 den, la paz y la prosperidad que han alcanzado, así como su política futura, en una po– tencia capaz. La necesidad de semejante Olden de cosas, es muy peren10ria en Costa Rica, donde el gobierno se ha sentado en una silla desprestigiada, en una silla volcada hace poco, y cchada a rodal' junto con la Constitución, por un impulso violento de la demagogia.
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