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La Señoría Ilusirísima del Obispo de Cos– la Rica, Dador don Anselmo Llorente y La– fuente, ayudado del Cura de Managua, Ba– chiller don José Antonio Lezcano, el fío, bauiizó solemnemente en la farde del 19 de enero de 1859 a Tomás, hijo prÍJ:nogénifo del General do 11. Tomás 1\ifarfínez, prirner Pre– sidente de Jos treinta allos, y de sn er.;posB doña Gellrudls Solórzano. 110r que el héroe de ,linoJega enconirara entre las ruinas de Cranada, la llu3:b-e víc!irna de V'¡iHiam Wal– ker. Después de aquel acio que relaió la Gaceia de enfonces, se bailaba en el Palacio de Managua. capital de la República. Al rinaUzar una pieza,

-¡Un rno:rnen:l:o, señores!-dijo un ayu– dan±e.-Don Agusfín Alfara va a leer unoa

lIenJOfJ que doña Fernanda le dedica a su ahi– jado Tomaslio.

y el poeta leyó las siguien:l:es esiroLas. la calificación de cuyo méri:to dejamos al lec– lar, aunque doña Fernanda Selva las encon– tró soberbias y magníficas.

CANTIGO

En el bautizo del primogénito del General Tomás Martínez

Arrullado do tiernas calÍcias, En su cuna este cándido niño,

Duerme envuelto entre ropas de armiño Qile el amOl maternal preparó.

Siempre, siempre acaricien su faz Las balsámicas aUlas de ablil: Nunca turbe su cuna infantil Del aclverso destino el rigor.

Del lalll el de victoria n la sombra Crezca hermoso, gentil y lozano, Para ver fu!lninar (1) en su ntano, De su padre la espada inmortal

En su diestra de acero algún día Nuestra patria contemple Ul\ baluarte, Al mharle en los campos de Marte En BU carro glorioso y triunfa!.

El 20 era plato del día el suntuoso bau– fizo del prÍJ:nogéni±o del General Mar!ínez. Los enemigos de ésie dijeron después que al niflo presidencial le habían dado alta de sargenl.o de la guarnición de la plaza, para significar que aquel gobernante recibía un indebido sueldo por su hijo. Díjose también que cuando pasaban lisia en el cuartel y el bl igada llamaba al sargenio Tomás Marlí– nez, alguno respondía: "en la cuna". Podrá

(1) ¿No diría FULGURAR el poeta?-Nota del A.

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ser cierto que al primogénito del General Marlinez le hayan conferido el grado de sar– genio (hoy, en. caSO igualo semejante, con– firieran el de coronel por lo m.enos), pero lo otro, lo del sueldo, debe considerarse corno

"LU1.a falsa especie.

L;;ts estrofas tercera y cuarla del "Canii– go" han <le haber halagado al General Mar– :íÍl"J.ez. ¡Inocente vanidad de padre! Pero no se realizaron los deseos del vate, pues los hados dispusieron que los "campos de lv1ar– te" .fuesen campos de sana agricultura; y que non Tomás no creciera "a la som.bra del laurel. de vidoria", pa-ra que oira espada no "fnh-ninase" o "fulgurase" sobre el pobre

IX"'S; y que ésle jann(¡.s coniemplara un ba– luade eJe sangre en el primogénito del Gene– ral 1'.1ar±lnez. ¡Por dicha nueslra! ¿Nos ha– J..nernos librado de un "héroe" o "libertador" másí' Porque el hon,bre es. por 10 general según el medio ambiente en que vive. •

PerrCl.Ífans:enos las siguienies considera– ciones acerca de eSÍe "recuerdo".

El vínculo de unión entre la hisforia y la cuna de don Tomás Mar±ínez lo fonnan el chispazo de doña Ferl1anda Selva de Guz– mán, mujer de talenÍo, y don Agustín Alfara. La esposa. del sucesor de Mar±ínez corno que quiso que su regalo se eternizasel en vez de ocurrir al diamante, a un regio vestido o a aira cosa que pronlo pasaría. ocurrió a la pluma de don Agustín, poeta humilde (11,

ocurrió a la plun1.a, decirnos, a la pluma, dia– 111ante eterno

1 y el diamante que doña Fer– nanea escogió para colocarlo en la cuna de don Tomás, refleja sobre ésia su luz todavía, aunque no confan-na a los deseos del poeta

y, quién sabe. a las aspiraciones de un gue– n-ero; pues si don Tomás Mariínez llegara alguna vez a ocupar el puesto que brillante– rnenie desempeñó su padre, fenemos la se· guridad de que su gobierno sería un gobier– no de orden, paz, libertad, progreso y ver– dadero pairioilsmo. como civil en iodo.

Sin el Íalenl0 de doña Fernanda y sin la pluma de Alfara, o la de otro bardo, esie "recuerdo" no tendría razón de Ser; porque la Pluma, grandioso efecto de la menie hu– nl.ana, es eterna . Perecerá en el porvenir la espada, pero la Pluma jamás ... I ¡Oíd, dés– palas de todas las edades. lo que os dice la PlulLl.a!,

Yo os r.ohreviviré siempre. .!

(1) El numen poético de don Agustín Alíaro decayó des– pués a consecuenCia de una enfermedad, parécenos que pará– lisis; asi lo creía el propio bardo y lo manifestaba a SIlS

amigos cuando le instaban para que hiciese versos.-N. del A.

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