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« Previous Page Table of Contents Next Page »iedes, he ordenado que la Tesorería les guar– de una pal"±e de él en depósito. Naqa se les quita, por el coritrario, dentro de dos o ires auos cada uno de usiedes iendrá una casa.
El hombre sin propiedad es peligroso. ¿Es– tán entendidos?
¿Qué contestar? El hombre sin propie– dad es peligroso. Solórzano, Méndez, Casti– llo, López y los Espinosas co:mpraron casa con la miiad del sueldo que iban dejando en la Tesorería. Vijil dijo que él prefería una fin–
quita, y compró la finca que hoy, aumen±a– da, es de Wheelock y que está en el camino de Bola.
El hombre debe lener propiedad para no ser peligroso, aunque haya ricos más ladro– nes que Caco. ¿Están entendidos?
PROPIETARIOS A LA FUERZA
El General don Tomás Mariínez decía que el hombre sin
propieda~ es :peligroso, verdad hasla cierlo punio, porque, ¿no hay propleianos ladrones?
En una época del gobierno de diez años del priIner Presi– dente de los treinla ídem, desempei'i.ab¡;ln, la Gobernac?-ón Mili–
lar de Managua el Coronel Agaton :3olorzano, la Mayona de Pla– za el Capilán Vicente Vijil, y airas puestos miliiares de la ciudad el Capüfin don Nlcolás Méndez Jocote y los Tenienies Rosa Cas– tillo Dionisia López y rrancisco y Adán Espinosa, a quienes el
gob~rl1ante disiinguía. Fijóse el\Jeneral Marlínez en que estos subaliernos suyos echaban el sueldo por la ventana, y traió de corregirloS. El ú1:tUnci de un :meS los maniroios se quedaron sor– prendi.dos cuando el empleado pl'lgador les entregó la mitad de lo que devengaban.
_¿Y la aira miiad?-pregun±aron. -La aira mi.íad-les contesió el emplea– do-queda en depósiio de orden del señor General Presidente. -Pero ...
-No hay pero que valga conmigo; el se-ñor General Pr-esidenie lo manda. _¿Qué será'?-se decían aquéllos.
Y, creyéndose agraviados, ocurrieron al Palacio.
-¿Por qué nos han quitado la rni±ad de nuesiro sueldo, General?-le hablaron al Pre– sidenie.
Y el Presidenle les con:l:esió:
-El hombre sin propiedad es peligroso. ¿Qué hacen ustedes el sueldo que ganan? Ya
sé que van a decirme que la cOl1uda, el ves– tido, eic.; pero yo quiero obligarlos a que compren casa en la que algún día formen un hogar. Viendo, pues, que el sueldo Se vol– verá humo si cae íntegro en manos de us-
General Fernando Guzmán
LA PRENSA EN AQUELLOS TIEMPOS
El primer gobernante que dió verdadera liberiad de imprenta en Nicaragua fuá el su– cesor de Martinez. Los otros de los treinta años respetaron también ese derecho, y tal o cual Presidente "hasia cierto punto" en determinadas circunstancias, pero ninguno de ellos co:mo don Fernando Guzmán. Así co:mo don Vicente Cuadra se distinguió por su proverbial honradez en el manejo de los caudales públicos, y don Evaristo Carazo por
s~ sencillo republicanismo y por S\l protec– clón a la enseñanza pública, don Fernando Guzmán dió la nota más alta en el invaria– ble' respeto a la emisión del pensamieni9 por la prensa.
Un día apareció una hoja suel ra contra el Presidente don Fernando Guzmán, en la cual se le lanzaba a éste, entre airas cargos, el de ladrón. IDon Fernando ladrón! Ver–
~ad es que robaron, y esiá ello admitido por liberales y por conservadores, muchos de los qUe le acoInpañaron durante su gobierno,
p~ro él bajó del Palacio con las manos l:iIn–
plas.
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Don Juan Manuel Doña, más conocido por Tío Doña, firmaba esos ataques, y se es– condió creyendo amenazada su seguridad personal} pero como pasaron días sin que el Presidente diese la menor señal de enojo por dicha publicación, y sin que la policía buscase a Tío Doña para echarle pesca, el firmante salió a la calle, aunque con alguna inquietud. El Presidenie Se encontraba ro– deado de varias personas en el corredor del Palacio cuando Tío Doña pasó en frenie de este edificio, aquél le llamó al verle.
-IYa sucedió la casal-exclamó Tío Do– ña, dirigiéndose al corredor.
¿Cómo recibió a Tío Doña don Fernan– do? Con estas palabras:
¿-Hasta usted con su pistolita de palo, Tío Doña? Muchas gracias. Pero afilela me– jor para que me dé más duro.
Esio fuá iodo lo que le pasó a Tío Doña por haber iratado injusiamenie de ladrón al que ienía en las :manos las riendas del Go– bierno.
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