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« Previous Page Table of Contents Next Page »bU para cOJlseguir todo esto;, o bien, que los gobiernos son ciegos, Ose J1~!le~ lol,l ciegq¡¡.
Ha hecho C,reer a !Qs actuales dMgentes de la cOSa pública que él há sido en este .depa1'~amento el fál)tOl'
JJ1~S poderoso de la revolucióll y' todos sabemos qúi~l1es
fueron los que realmente trabaj;\lOn por el triunfo li–
beral. Todos conocen la verl1adera actitud ile Tartufo en la revolución, la misma que }t;t /lsUmll10 en tollas las situaciones de su vida; simular, dar a creer actividades, desprendiniienotli Y abnegaciones que nunca han existi– do; pero siemple a l;t espectatlva de un cambio brusco de los acontecilnientQs para adoptar Su gesto a posi– bles eventualidades y complicaciones; en fin, la acti– tud que debe eSPerarse de Tartufo,
La gran l!.mbición de este tipo, su sueño dOlado, es la Presidencia de la República; así como suena. Pa– rece mentira qeu esta flgol'a desastrada, esta masa in– fecta que suda hipocresía y latrocinio por todos sus po~
ros, pl'etenda a d¡lma tan hermosa y linajl1da¡ pei-o, asi es, en efecto, aunque su pasión es VergOnlllan,te.,
Allá de tiempo en tiempo., los serviles de su pe– queña corte hacen resonar su nombre' como él lle un posible candidato. Entonces se sopla, crece un paimo,
y se le encanllilan los ojos, pero el desengaño viene en seguida. No encuentra eco. Nadie hace caso. Su po– !Iularidad es un mito. Vuelve el tópó a su p¡allrigiJe– ra. ¡Pobre Tartufo! Pero ¿qué destino sería el de este país en manos del hOIQbre más atrasallo de estas latitudes? Porque es propiamente el hombre del si– glo XVU. Ignorante, marrullero, esclavo de mil pre,... juicios, de cortísima visión, sin una gota de ilustra– ción ni de aquella ql.1isicosa que llaman "mundo", tie– ne sólo como bagaje mental la astucia zorruna y el amOlO a lo ajeno, qlle la ser'~'il !lllmarilia que le rl)dea toma por señales de talento y de espíritu emprel\dc·qor. Sea por Dios. Yo por mí puedo decir que al contem– plar una vez a este ídolo isleño ocupando su asiento en el Senado no pude contener la risa; y más cuando le vi levantarse con el brazo extendido y el índice re– quintado en actitud de "eJl,chutar'" a algui~n. El Pre– sidente de la C~ara, todos los senadores y hasta los porteros temblarOn ~nte ámena~á tim bárbara. Aquel dedo tan tieso impresionó también al público de la barra, que instintivamente buscaba la puerta de esca–
lIe.
Luego vuelve Tartufo a su departamento y en co– rrillo de admiradores exclama con cierto dejo de can– sanclo y mela.ncolía: "Se ha trabajado mucho; una opo– sición tremenda; pero hemos vencido". Traducido esto quiere decir: "He conseg~ido lo qUe me interesaba;
mis negocios van viento en popa; es una ganga ser Se– nad·ol'''. Lll cam,lI;illl\ lie qlJ.eda extática ante el caudi– llo, Grande hombre es este Tartufo. La foltuna lo acompañlL Hay que estar con él; sobre tQdo si se le deben fuertes cantidades de córdobas y hay dificultad de p¡l~a~lo§, comQ les suce~e ª
c~e~'tos pobres diablos Con este dogal al cuello son ¡iocos los hombres que no Caell de rodillas, y besan el polvo, y cometen mil actos
degl'~da~tes que afectan a la especie humana.
T~rtufo es leguleyo y vive rodea(lo de leguleyos. Desde sus juveniles años vive en pleitos, y tiene tal práctica en esto de enredal' las cosas más claras y en lo ~o.lJlle411,~lj~ l;,1!P. l.~ (l(l,~l\s ªj~!\as que, pe¡:5.lInas sen– satll.lJ'víltiebU\liQu; !leS.«l1l (¡p.e le' ap.ulltaba' ~l' bllZ(), que
alcan~¡¡'ria 'gran faina, y daría' quince 'Y l'aya a 'los más' insignes' enredistas d~ está. tierra: P.rofe'cíá óum-plidá dlJ un módóex.itcto i
sorpre~d~i1te. ;
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De valor hace también alardes el b\letll,l llll Tartu– fo; pero yo lo he visto en plena calle palidecer, apabu– liarse y Pegal' POI' fin, Ja carr(lrá cOlin"o un' joven Ma– liaño, de sangre caliente, nobilísimo espíritu, le cogió por el cuello y le zal'andeó 'de lo lindo llamándole con
estentór~~ voces: i ladrón, ladrón I Después de U11
castigo tan público y merecido creyó que su honor que– daba a salvo con hacerle rendir fianza a su agresor.
1 ~;
A pocas jornadas del término de la vida; cerca ya
d,e la cima cfonde fatll'mlm~~ C;~llrt y ~~ ~esip~e'gr~ii lo!
mísel'os despojos humanos, y en donde"se alza la temi– ble interrogaliión~sobre el premio, o castigo de'los hom". bres en la otra vi(la; cuando losb\i~n~ 'se ~re~aran a bien morir y ech~1l ~'" mirl,\dª sere~.a, s()ll!-'~ el iíbro de su vida que es su ejecutoria ante Dios, Tartufo im– penitente, prep~1'a nuevas asech~zas al haber ajeno, y tiende nuev¡)s lazos a'las nuevas' vícfimils' ~»e
.e
de-paran la sencillez y la ,credulidad. c
He intentado hacer el retrato del gran Tartufo; pe– ro desconfío de mis pop~es J,linceles.
Oh'os con maYOl' aliento e inspiración más feliz, logren tal vez trasJadar al lienzo esta maravilla dll perversidad e hipocresía, el prototipo de la avaricia
l la repl-esentación viva dé la parte matel'ial e innoble de la naturaleza humana,
Quisiera preguntarle a "Juvenal", qué opina de mi modesto esfuerzo.
Rivas, Abril 1929.
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